Exteriores

Albares mantiene descubierto el puesto de delegado en Campo de Gibraltar en plena cuenta atrás para un Tratado

El nuevo director de la oficina de Gibraltar tampoco ha visitado la zona ni ha contactado con los funcionarios que controlan el conflictivo tránsito por la Verja

Jose Manuel Alabres.

Jose Manuel Alabres. / Alba Vigaray

Mario Saavedra

El buque de la Armada británica HMS Diamond se encuentra desde hace dos semanas atracado en el puerto militar de la Royal Navy de Gibraltar. Allí está siendo sometido a una serie de reparaciones de alcance desconocido. Han puesto andamiaje, han mandado buzos. El barco estuvo desde diciembre navegando en el mar Rojo, como parte del plan británico de lucha contra los ataques de los rebeldes hutíes en el estrecho de Bab el Mandeb. Ha conseguido derribar nueve drones, según el Gobierno británico.

Tras la misión cumplida, el HMS Diamond regresó a puerto seguro gibraltareño, en las tranquilas aguas del Mediterráneo. Este martes, el ministro de las Fuerzas Armadas de Reino Unido, James Heappey, fue a visitar a la tripulación. Los soldados llevarían estas dos semanas sin poder salir del pequeño territorio de la colonia, porque en principio no pueden pasar sin visado por la frontera que les separa de España, tal y como informan fuentes oficiales a este diario. 

En 2022 pasaron por Gibraltar unos 14.000 soldados del Ministerio de Defensa,- cifra equivalente a la mitad de la población del Peñón, además de 79 buques -entre ellos submarinos nucleares- y 117 aviones militares, según Londres. Muchos intentan entrar en la Costa del Sol, esencialmente para que sus tripulantes hagan turismo o puedan acceder a segundas residencias. 

En la Verja, el personal español tiene que enfrentarse a situaciones en ocasiones embarazosas respecto a este personal militar. En una ocasión, tuvieron que rechazar la entrada de la dotación completa de un submarino estadounidense, explican fuentes oficiales. Frecuentemente se ven en la obligación de negar la entrada a marinos británicos que tratan de pasar los controles desde la colonia para entrar sin visado. España, como parte del espacio Schengen, debe aplicar la normativa de control de fronteras de la UE.

En este contexto, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, no ha designado aún al nuevo delegado para Campo de Gibraltar, según ha podido saber este diario. El anterior, Juan José Sanz, fue nombrado embajador en Serbia a finales de diciembre. Él participaba en las comunicaciones con Madrid, con los actores relevantes de la zona y con los técnicos de la negociación. El Ministerio de Exteriores ha declinado hacer comentarios al respecto de esta situación. Albares sí ha emprendido un frenesí de nombramientos de embajadores “a dedo”, parte de su potestad como ministro. 

Tampoco ha visitado aún el nuevo jefe de la Oficina de Gibraltar del Ministerio, Jorge Notivoli, al personal o a las instituciones de Campo de Gibraltar, la comarca que rodea al Peñón. Notivoli, diplomático de carrera con destino anterior en Moncloa, fue nombrado en sustitución de Javier Benosa, a su vez destituido por Albares tras publicar en el diario El Mundo una carta crítica con la Ley de Amnistía.

“Entramos en una nueva etapa en la que se necesitan también nuevos equipos. El secretario de Estado de la Unión Europea ha cambiado [el nuevo es Fernando Sampedro]. También ha cambiado la persona que tenemos situada en el Campo de Gibraltar y la persona que está al frente de la oficina de Gibraltar”, dijo el pasado 12 de enero José Manuel Albares durante una entrevista a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. “Lo que no ha cambiado en esta nueva etapa es el espíritu de querer que consigamos por fin ese acuerdo con el Reino Unido para una zona de prosperidad compartida. Pero no es lo mismo el comienzo de una negociación que el medio o el final”. 

Desconcierto en Campo de Gibraltar

Para las fuentes oficiales y diplomáticas consultadas, esta ausencia de los representantes de Exteriores en la zona es extraña y desconcertante. En el día a día fronterizo surgen siempre hechos relevantes y complejos que tienen que resolverse con maña y contactos. Y a la inversa: el conocimiento de las características de ese complicado puesto fronterizo es clave para definir bien los puntos de un eventual Tratado. 

Ahora, por ejemplo, España ha retenido en la aduana unos motores de gran cilindrada para patrulleras de Gibraltar, que pueden ser considerados de doble uso (civil y militar) que no están permitidos. En una ocasión similar anterior, se impidió la entrada de una embarcación. En otra, se intentó colar por la Verja una valija diplomática. Son decisiones delicadas en las que el Gobierno de Madrid debe estar implicado e informado.

Gibraltar vive una situación de interinidad fronteriza desde que Reino Unido saliera de la Unión Europea. España es laxa de forma temporal en la aplicación de los controles que corresponden a ciudadanos que son ya de un territorio no comunitario. Un tercer Estado. 

Pero la situación no puede seguir así para siempre. Se necesita un acuerdo, que negocian la Unión Europea y Reino Unido, con la supervisión de España y la presencia de Gibraltar. Se lanzó con el Acuerdo de Nochevieja de 2020, en el que Madrid y Londres pusieron el marco de las negociaciones. Desde entonces, se han llevado a cabo 15 rondas de conversaciones, además de un sinfín de reuniones técnicas. El Gobierno español quiere que sirva para derribar la Verja que separa el territorio de la colonia y el resto de España. Se permitiría así el flujo de personas y mercancías o el uso conjunto del aeropuerto militar de Gibraltar, y se acordarían la armonización de impuestos o el tratamiento de los residuos, entre otros asuntos. 

Pero los obstáculos siguen siendo importantes, especialmente los que tienen que ver con el control de soldados y material militar, como adelantó este diario. Tres años después del Acuerdo de Nochevieja, nada se ha anunciado. 

La cuenta atrás está en marcha. Solo quedan 100 días hasta las elecciones europeas del 9 de junio, que renovarán el Parlamento Europeo durante cinco años más y de las que saldrá la próxima Comisión, encargada de liderar las negociaciones. Dentro de tan sólo dos meses se producirá el último pleno del Europarlamento. Esa es pues la fecha límite para alcanzar un acuerdo en esta legislatura, porque el Tratado debería ser llevado a votación al Parlamento. Si no se consigue, habrá que esperar eventualmente hasta el último trimestre del año, tras la formación de una nueva Comisión, para que se retomen las negociaciones con los británicos. Se sumaría así casi otro año al retraso en sacar adelante el acuerdo.

A esta situación se suma que, en noviembre, entra en vigor el nuevo sistema europeo digital de control de fronteras, el Entry/Exit System (EES). Conlleva una nueva normativa europea en la que se exige el registro de entradas y salidas de todas las personas de terceros Estados. 

El objetivo para el Gobierno de España sigue siendo derribar la Verja. “Permitir la libre circulación de personas y mercancías, la desaparición de todas las barreras físicas para que se pueda dar esa libertad de movimientos y, por lo tanto, de uso conjunto del aeropuerto”, en palabras de José Manuel Albares a este diario. Crear una zona de prosperidad compartida. Por el momento, sin embargo, escasean los indicios de que se esté cerca de ese objetivo.