{ tribuna libre }

El amor a todos

José Fernández Lago

José Fernández Lago

La idea de que el verdadero amor ha de llevarse a la práctica en la vida, se prodiga entre los jóvenes, sobre todo entre los que realizan un camino a pie como el de Santiago, y entre las personas que tienen una honda preocupación religiosa. Esa preocupación, de la que ha dado testimonio Jesús, requiriendo como consecuencia el amar incluso a los enemigos, había sido requerida ya por algunos autores sagrados. Más adelante, San Pablo considera el amor como el carisma fundamental del cristianismo, y San Juan afirma que “mal puede uno amar a Dios, a quien no ve, quien no ama al hermano, a quien ve”. El amor debe estar, pues, muy presente en la vida de todo cristiano.

La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, del libro del Levítico, establece la razón fundamental del verdadero amor: el ser santos, porque el Señor, nuestro Dios, es Santo. Como consecuencia, no solo no se puede odiar al hermano, sino que es preciso corregirle, para no cargar nosotros con su pecado. Además, ha de evitar uno el vengarse de los otros, y, en cambio, amar al prójimo como a uno mismo, es un mandato divino.

El Evangelio de San Mateo recoge palabras de Jesús, corrigiendo la ley del talión, para prescribir el ser condescendiente con quien le agravia a uno. Jesús requiere incluso el amar a los enemigos y el hacer el bien a quienes nos odian, para ser buenos hijos del Padre celestial, que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos y pecadores. El imitar a los desprovistos de criterios religiosos, no tiene mérito alguno. Así pues, tendamos a imitar al Padre, que es perfecto y nos llama a nosotros a serlo.

San Pablo considera que los cristianos hemos de ser servidores de Cristo y administradores de los misterios divinos. A un administrador se le pide fidelidad, y quien puede pedírsela a él es Dios, y no un tribunal humano. El juicio, en su momento, ha de hacerlo el Señor: por eso no le importa que le pidan cuentas los hombres. El Señor iluminará lo que esconden las tinieblas, y pondrá al descubierto los designios del corazón.