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Mujer, vida y libertad

Rostro de una mujer con la cara pintada: Mujer, vida y libertad

Rostro de una mujer con la cara pintada: Mujer, vida y libertad

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

DIVERSOS ACTOS conmemoran estos días el Día Internacional de la Mujer que se celebra el miércoles. Sólo algunos prestan atención a la situación de aquellas que no podrán hacer oír su voz ni salir a la calle para reivindicar sus derechos el 8 de marzo. Hoy quisiera acordarme de quienes, viviendo en países como Irán o Afganistán, sufren una situación de sumisión y opresión.

“Mujer, vida y libertad”; éste es el eslogan con el que abanderan su legítima desobediencia civil las mujeres de la República Islámica. Su humillación, discriminación y maltrato experimentó un giro de tuerca a partir de la muerte de Mahsa Amini el pasado septiembre, tras su arresto y tortura por el mero hecho de llevar mal puesto el velo. Saber que un “mal uso” del hiyab condena a la cárcel a las iraníes, y que existe una Policía de la Moral destinada a estos fines machistas, ya nos demuestra el estado de esclavitud en el que viven.

Los golpes y contusiones que sufrió antes de entrar en coma constituyen símbolos de la más cruel de las violencias contra las mujeres, junto con las cobardes violaciones. Pese a las manifestaciones de repulsa, el maltrato sigue ahí, representado ahora en los envenenamientos y las intoxicaciones a las que se ven sometidas la niñas y adolescentes en sus propios centros escolares. El objetivo de los grupos religiosos fundamentalistas es clausurar las escuelas de las jóvenes, cercenar su derecho a la educación, e infundir el miedo entre las familias para que renuncien a la formación de unas hijas cuya custodia pierden las madres a partir de los siete años. Entretanto, el régimen iraní dice favorecer la enseñanza indiscriminada, habla de fugas tóxicas de calefacción, y ofrece altos porcentajes de universitarias. Mujeres, eso sí, sin voz ni voto, que nunca accederán a puestos de decisión, y que tendrán dificultades hasta para divorciarse.

Todo esto se asemeja, y mucho, a los preceptos del régimen talibán en Afganistán desde su regreso al Gobierno en agosto de 2021. Los talibanes prometieron una sociedad más justa; pero la aplicación de la sharía la han sufrido sobre todo las mujeres; y el velo y el burka son de nuevo obligatorios. La prohibición de la educación no sólo afecta a las universitarias, sino también a las escolares, quienes tratan de acceder a la formación online de manera clandestina.

Estas niñas y mujeres merecen nuestra atención, pues sus reivindicaciones no siempre son atendidas por los feminismos occidentales. Son lo que la filósofa india Gayatri Spivak denomina las “subalternas de las subalternas”. De ahí que figuras como la premio Pulitzer afroamericana Alice Walker diga que es más útil hablar de womanism (‘mujerismo’), que de feminism (feminismo), pues los objetivos y los problemas de las mujeres aquí, son muy distintos de los de allí.