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Martínez de Pisón: cruda visión de la posguerra

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

ME ENCUENTRO con Ignacio Martínez de Pisón en la sobremesa. Viene de comer con Javier Pintor y el gran novelista gallego Xesús Fraga, que lo presenta esa tarde. No es mi primer encuentro con Ignacio, que siempre me abruma con sus novelas totales, con su capacidad para retratar momentos históricos, para analizar los cambios sociales. Algunos críticos, como Antón Castro, lo han comparado con Galdós. Con Pío Baroja. Con Pardo Bazán. Hay en él, es cierto, un regreso fascinante al realismo de la mejor especie.

“Te preguntarán si se trata de otra novela sobre la Guerra civil”, le digo, “pero no es cierto. Porque aquí, en ‘Castillos de fuego’ (Seix Barral), todo empieza cuando la guerra ha terminado. “Años que ni tú ni yo, afortunadamente, alcanzamos a ver, pero sí vimos otros, los de los años 60, la década en que nacimos”, continúo. “Nuestra experiencia infantil fue muy distinta, para entonces el franquismo estaba ya muy debilitado”, explica.

Ignacio Martínez de Pisón acumula ya una imponente producción literaria. Muchos premios (entre ellos, el San Clemente, pero también el Premio Nacional de Narrativa). Sus novelas componen un gran dibujo de España. Nos cuenta nuestra historia mejor que muchos libros de Historia, pero lo hace desde la experiencia de la clase media, navegando con gran clarividencia en los oleajes que sacuden la sociedad. Sin duda hay en él, como había en Almudena Grandes (que sale varias veces en la conversación), un gran espíritu galdosiano: “acabo de leer, otra vez, ‘Misericordia: Galdós se conserva muy bien. Creo que el realismo envejece de maravilla”, me dice.

Martínez de Pisón un gran creador de personajes que se mueven ante nuestros ojos como construyendo una gran sinfonía, nadie como él domina el escenario colectivo. En ‘Castillos de fuego’, por ejemplo, asistimos a esos años terribles del Madrid de la posguerra, Martínez de Pisón reconstruye las vidas frágiles, heridas. El joven que quiere salvar a su hermano de la pena de muerte. El profesor de universidad a punto de ser depurado. El falangista que trafica con objetos que han sido requisados. Todo es desagradable en tiempo de silencio y temor, en medio de sospechas y delaciones, en medio del miedo.

“La Guerra Mundial trajo la idea de que Franco no podría perpetuarse en el poder. Cuando los franceses están echando a los alemanes, cuando Estados Unidos está liberando Italia… Franco tenía los días contados. Pero él maniobró y siguió adelante. Algo ocurrió que impidió que España se normalizase: quizás la falta de voluntad de las potencias vencedoras y la propia astucia de Franco. Les pareció manejable”, dice Martínez de Pisón.

“A medida que me hago mayor, me gusta más escribir novelas largas, con muchos personajes. De joven no era así”, me cuenta. “Cuando escribes novelas largas, lo más importante es saber cuándo pasan las cosas: las fechas. Por supuesto, el lugar. Aquí, Madrid. He bebido mucho de hemerotecas, pero Gila, que vivía en Zurbano, cuenta mucho en sus memorias. El metro apenas llegaba a Cuatro Caminos, había ruinas, descampados… Me gusta contar cosas que mucha gente aún no sabe… por ejemplo que fuera obligatorio el saludo brazo en alto en los cines…”.

A medida que avanza la tarde, hablamos mucho más. Martínez de Pisón cree que aquellos días se han desdibujado, que no se conocen bien. Por supuesto, le menciono el tremendismo del Camilo José Cela de ‘La Colmena’, una referencia directa de aquel tiempo, y él me recuerda ‘Los enanos’, de Concha Alos, que ha vuelto a releer. Ya en la despedida me dice algo de lo que, insiste, no tiene dudas: “el debate social sobre la Guerra Civil desaparecerá pronto. Ha pasado ya demasiado tiempo desde la guerra. El simple desarrollo biológico hará que cerremos este capítulo, estoy seguro. Ese momento está a punto de llegar. La Guerra Civil será parte del pasado, como son las guerras carlistas. El fascismo que ahora parece volver, es, sin embargo, otro tipo de fascismo... Ahora bien, como argumento literario, seguirá muy vigente”, concluye.