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Y sus señorías se divierten

Luis Pérez Fernández

Luis Pérez Fernández

ABASCAL ABRIÓ LA SESIÓN PARLAMENTARIA SOBRE LA MOCIÓN DE CENSURA TAL COMO ASÍ: “Un disparate, un circo, una chirigota, un juego excéntrico, una mala broma, una patochada, una comedia bufa, un teatrillo, un esperpento, una tertulia televisada en directo, un pasacalles irrelevante”, para negar los innumerables calificativos despectivos recibidos. Pues bien, visto lo acontecido en la sede de la soberanía popular, el Congreso de los Diputados, durante los dos últimos días hay que reconocer que se quedaron cortos quienes así la tildaron. La seudo moción de censura fue una estafa a los ciudadanos. Ni por asomo cumplía con la letra y, sobre todo, el espíritu constitucional que las ampara: el carácter constructivo de sustituir un gobierno que ha perdido la confianza de la mayoría parlamentaria. No se puede utilizar esta herramienta para convocar elecciones. La facultad de hacerlo, de manera anticipada o transcurrido el plazo, corresponde exclusivamente al presidente del Gobierno.

Durante un par de jornadas los poderes ejecutivo y legislativo del Estado vivieron ensimismados, mirándose el ombligo, y ausentes de los problemas más acuciantes de los ciudadanos: la carestía de la vida, la pérdida de poder adquisitivo, el incremento de la pobreza, la irrefrenable subida del precio de dinero para familias y empresas, la inestabilidad del sistema financiero internacional y la guerra de Ucrania, por señalar solo algunos de los grandes motivos de preocupación del momento en que vivimos. Mientras tanto, recordemos el Titanic, sus señorías se divertían. Sí, se lo pasaron bomba sintiéndose protagonistas de un show (fue uno de los adjetivos utilizados por Sánchez), retransmitido en directo por radios, televisiones y otros medios digitales, usando recursos públicos que buena falta hacen, por ejemplo, para financiar las ayudas a la dependencia.

Hubo práctica unanimidad, salvo Vox y el profesar Tamames lógicamente, en criticar el show, pero nadie se lo quiso perder. Ni siquiera el PP con su abstención. Abstenerse es en el fondo dar por bueno, sumarse a lo que decide la mayoría restante. Podría haber renunciado a participar en el espectáculo, pero tampoco lo hizo.

A los personajes públicos que dejan huella en la sociedad, como es el caso del profesor Tamames, debemos juzgarles por el conjunto de su trayectoria. En su caso es incuestionable su importante labor en el combate antifranquistra y después para la normalización democrática española durante los difíciles años de la transición. Lo de estos días, dejándose utilizar por Vox, ha sido una torpeza. Como si antepusiera el ego a los intereses de la sociedad. Es un mal broche a su carrera política.

¿A quién benefició el show? Creo que a ninguno de los actores. Vox se pegó un tiro en el pie, y ya es el segundo. Algunos dicen que Sánchez y Díaz lograron su objetivo. También lo dudo. Ninguna persona sensata puede aceptar que el Congreso se convierta en pabellón mitinero de tan baja calidad. Su función es hacer leyes y controlar la acción del Gobierno. Espectáculos como el sufrido encajan mejor en un programa de televisión, en donde también Tamames daría juego.

Muchos piensan que la favorecida fue Yolanda Díaz, en su día protegida de Iglesias y ahora de Sánchez. Los padrinazgos, en política han de ser discretos. Y más si se trata de una mujer que alardea de independencia y feminismo. Aquí, en su tierra, creció a la sombra de Beiras, pero pasó lo que pasó. A veces, Galicia va por delante marcando tendencias políticas. Al tiempo.