{ notas de actualidad }

Compostela, presente y futuro

José Manuel García Iglesias

José Manuel García Iglesias

LA PROXIMIDAD DE UNAS ELECCIONES municipales supone un buen momento para debatir sobre lo que es la actualidad y el devenir de nuestros municipios; es el caso del de Santiago de Compostela. En este sentido la Real Sociedad Económica de Amigos del País, aquí radicada, impulsa un ciclo de mesas de debate sobre muy variadas temáticas. Algunas de ellas se plantean antes de la cita electoral; otras, en cambio, se producirán después de que se constituya la nueva Corporación. En todo caso, en unas y otras, se procura concretar una sopesada reflexión compartida, alejada de rígidos posicionamientos políticos de cualquier orden, con ideas surgidas a la luz de dos principios: identificar cuestiones a considerar y plantear modos de abordarlas.

Este ciclo responde al título Compostela 2023-2027. Presente y futuro. Los asuntos a debatir nos aproximan a ocho temas –uno por mes– de tanta entidad como la universalidad de Santiago, el asociacionismo, la fiscalidad municipal, los espacios verdes, retos ecológicos y la salud urbana, lo concerniente a la movilidad y modelo de ciudad, las infraestructuras públicas, los medios de comunicación, la industria y los servicios. En todas y cada una de estas temáticas se procura contar con voces autorizadas, sobre todo vinculadas al mundo del saber y de la experiencia, profesional o no, en todas y cada una de ellas.

Y se hace así porque, desde siempre, las Reales Sociedades de Amigos del País, han procurado aportar conocimiento y apuntar propuestas para un cambio en positivo. Porque aquella comunidad que no esté dispuesta a mejorar, que sea conformista, suele quedar relegada a un segundo plano, algo que ha de evitarse siempre. En este caso, de lo que se trata, es de servir como punto de encuentro para una reflexión compartida, constructiva y novedosa, planteada por diferentes expertos a tener en cuenta.

Debatir, confrontar, pensar en definitiva de una manera común, son conceptos que la sociedad actual tiende a confundir muchas veces, con la actividad que practica la clase política –excesivamente encorsetada por los diferentes partidos– o ese colectivo de tertulianos que hacen su labor, básicamente, en las cadenas de radio y televisión. Naturalmente, esa es una visión reduccionista y empobrecedora del uso de tales términos. Ámbitos como el universitario, el empresarial o el del asociacionismo de todo tipo y condición, entre otros, suponen contextos en los que cabe algo tan conveniente como es el de buscar, por sí mismos, un futuro mejor para la sociedad a la que sirven. Todos, absolutamente todos, en una sociedad democrática, tenemos una cierta obligación con la colectividad a la que pertenecemos. Y aquí, de lo que se trata, es de ejercerla.