{ POLÍTICAS DE BABEL }

Periodistas en riesgo

Periodistas en riesgo

Periodistas en riesgo / José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

EL PERIODISMO SIEMPRE HA SIDO una profesión vocacional y de riesgo. Por eso su ejercicio sólo es apto para valientes capaces de entender y asumir que la verdad, la mayoría de las veces, resulta incómoda, comprometedora y fastidiosa; sobre todo para aquellos que, desde el poder y los privilegios, pretenden ocultarla o tergiversarla. De ahí la labor esencial de nuestros redactores, informadores, reporteros y corresponsales. Profesionales capaces de enfrentarse al poder, a la censura, a las presiones, y a las amenazas; ya provengan de dictadores y autócratas, o de gobiernos, lobbies y grupos de poder. Por eso su compromiso y su entrega es directamente proporcional a nuestra libertad; aunque son ellos mismos los que muchas veces se ven privados de ella, precisamente, por desarrollar su labor informativa.

Es lamentable que en pleno siglo XXI nuestros periodistas tengan que seguir jugándose la vida y enfrentándose a las balas. Las que reciben de manos de las mafias y los cárteles de las drogas. Y las que los abaten fatalmente en el campo de batalla; en esos frentes bélicos a los que acuden valientemente para mostrarnos lo que allí acontece; el sufrimiento humano que ellos descubren y comparten en primera persona. Noticias muchas veces desgarradoras y cargadas de sentimiento que nosotros, después, leemos desde nuestras cómodas butacas. De ahí los premios Pulitzer de este año, reconociendo, por un lado, la valerosa cobertura fotográfica de la invasión rusa de Ucrania llevada a cabo desde el inicio y sobre el terreno por reporteros como Emilio Morenatti o Bernat Armangué a través de la agencia Associated Press; o las reveladoras y detalladas crónicas publicadas por el diario The New York Times.

Todos ellos plasman una guerra, por cierto, en la que demasiados periodistas ya han sido asesinados, y se suman, así, a la larga lista de quienes también perdieron la vida desarrollando su profesión en países como México, Haití, Pakistán, Colombia, o Filipinas, como nos recuerdan desde la Federación Internacional de Periodistas (FIP). A ellos hay que sumar los miles de censurados y encarcelados en todo el mundo. Por eso me sorprende el escaso reconocimiento a su labor en este mes de mayo y, sobre todo, a partir del día 3; fecha en la que celebramos el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Pensar en las tribulaciones que padecen nuestros compañeros de Rusia, Nicaragua, Cuba, El Salvador, Venezuela, China, Siria, Irán, o Turquía, nos llena de tristeza y admiración; y convierte el grito de libertad en favor del reportero del The Wall Street Journal, Evan Gershkovich, encarcelado injustamente en Rusia, en un símbolo de la lucha que debemos continuar contra la censura y la opresión ejercida por tantos tiranos sobre quienes sólo pretenden defender la verdad y la libertad informativa.