{ POLÍTICAS DE BABEL }

Otra torpeza del ‘brexit’

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

LO HEMOS ADVERTIDO Y REPETIDO aquí hasta la saciedad. Ninguno de los preceptos alegados por los apóstoles del brexit se ha cumplido. Todo lo contrario. El caos que se cierne y acrecienta sobre el contexto británico tras su errática salida de la UE no ha hecho más que empezar. El primer ministro Sunak lo sabe bien, como también es consciente de que muchas de las empresas que todavía asientan su cuartel general en la City de Londres, y la mayoría de los profesores universitarios, científicos e investigadores que mantienen sus puestos académicos en sus instituciones universitarias, siguen pendientes de las directrices europeas para decidir su futuro. Los problemas aduaneros, las trabas burocráticas, las dificultades en el transporte, los contratiempos en materia de suministros esenciales (medicinas y alimentos incluidos), y hasta la desesperación de los británicos a la hora de viajar a contextos europeos desde fuera de ese espacio Schengen del que nunca quisieron formar parte, contribuyen a exasperar todavía más a nuestros hermanos anglófonos.

Y es que todo lo que concierne al brexit ha resultado engañoso o ficticio; ideado por un grupo de privilegiados niños mimados versados en retórica y oratoria, pero poco acostumbrados a respetar las normas y vivir en igualdad. Algún día saldrá a la luz toda la verdad sobre el modo obsceno en el que se gestó la dañina escisión. El último episodio lo hemos vivido hace unos días. Resulta que esa soberbia británica deseosa de controlar a su antojo fronteras e inmigrantes (sin los cuales, por cierto, Reino Unido nunca sería lo que es), no sólo no ha dado resultado, sino que se les ha ido de las manos. Aun así, y más allá de los números, sorprende ver cómo incluso dentro del Partido Conservador se producen rifirrafes que ni el actual premier, de ascendencia india y africana, es capaz de controlar, pese a que en su discurso de proclamación manifestó que “la inmigración debe celebrarse”. Quiero pensar que no se refería sólo a la llegada de familias acomodadas como la suya.

Ahora la Oficina Nacional de Estadística asegura que la inmigración en Reino Unido no para de subir; lo cual es beneficioso para el país, por mucho que el ala dura de los tories con escaño en el Parlamento de Londres se empeñe en defender lo contrario. Enfermeros, informáticos, técnicos, asistentes, operarios, carniceros, recolectores o transportistas lo saben bien. Al tiempo, estos profesionales ya refuerzan sus gremios y asociaciones, aguardando el momento en el que puedan demostrarle a Westminster que, sin ellos, este Reino cada vez más (des)Unido, no sería nada.

Y hasta me pregunto qué ocurriría con el gran imperio colonial si, llegado el caso y durante apenas unas horas, aquellos a los que siguen considerando foráneos, dejasen de trabajar. El caos estaría asegurado.