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Sánchez contra Sánchez (Bugallo)

Luis Pérez Fernández

Luis Pérez Fernández

DADOS LOS ANTECEDENTES, PASÓ DESAPERCIBIDO EL INCUMPLIMIENTO DE LA PROMESA DE AGOTAR LA LEGISLATURA. Sorprende la fecha del 23-J, pero no el bandazo. La minoría que está en el ajo hace cábalas de como sacar el mejor partido al adelanto pero a la mayoría le preocupa la repercusión que en sus vidas tendrá la cita electoral. Fiel a su noción de resistencia, Sánchez sobrevivirá o morirá matando. Agriando las expectativas de todos aquellos que disfrutan de sus vacaciones en la segunda quincena de julio y generando estrés en el conjunto de la ciudadanía con dos elecciones seguidas cuando bien se podían haber celebrado con las municipales o dejarlas para septiembre.

Pero como con los CIS de Tezanos, hay quien piensa que Sánchez ya acertó convirtiendo la campaña de las municipales en primera vuelta de las generales y también ahora triunfará con esta decisión y fecha. Pudiera ser. Uno de cada tres españoles no puede irse ni una semana de vacaciones. Está claro, los pobres votan a la izquierda, le habrán animado sus asesores de cabecera. Y que para resolver el problema de las mesas electorales puede de-clarar, por decreto of course, que estén formadas sólo por pobres. Favor que les haría: 70 euros de dieta. Cinco millones de votos asegurados.

Así es el llamado sanchismo, factor decisivo en el descalabro del PSOE compostelano. Los picheleiros dieron a Sánchez una patada en el trasero de Bugallo, aunque estoy seguro de que en su conjunto valoran positivamente su paso por Raxoi. Tal vez no reciba un sobresaliente, pero sí un aprobado alto. En este mandato sufrió, además, las penalidades de un gobierno en minoría, en contra de su voluntad. Pero la gota que colmó el vaso fue no querer, o poder, despegarse del sanchismo como hizo su colega Caballero en Vigo. Es la razón por la que muchos de sus antiguos votantes optaron por quedarse en casa o votar al PP. El momento y la forma en que anunció su despedida también le honran.

Ahora toca formar nuevo gobierno en Raxoi. El escenario es todavía más complicado que hace cuatro años. A la vista de los resultados y por el bien de la ciudad lo más razonable sería un acuerdo de PP y PSOE, pero me parece casi imposible. La segunda opción, en aras al interés general, sería un tripartito encabezado por el BNG con un programa de gobierno sensato, bien definido y firmado solemnemente, al modo de los gobiernos de coalición de los países centroeuropeos y nórdicos.

La irresponsable convocatoria de Sánchez en medio de las negociaciones para formar gobiernos municipales dificulta los acuerdos y provocará errores por presiones externas. Se priorizarán los intereses electorales del 23-J a cualquier otro, con el añadido de que aceptar la hegemonía del BNG en Santiago sobre un partido que lo fue todo en la capital, con mayoría absoluta durante décadas y alcaldes emblemáticos, no es fácil de digerir. No solo tendría consecuencias a corto plazo, estaría abocado a la irrelevancia en el medio y largo.

La pelota está en el tejado de los seis concejales electos socialistas. Deberían, pese a todo, pensar en la ciudad y alejarse del sanchismo, cuyos intereses no son los de Santiago como bien reflejan las partidas de los presupuestos del Estado durante su mandato. Es más, probablemente el 23-J termine en un Sánchez contra Sánchez (Pedro). Ya saben, al borde del precipicio y da un paso al frente.