{ TRIBUNA }

Zelenski empantanado en la guerra de usura de Putin

Beatriz Beiras

Beatriz Beiras

LAS TEMPERATURAS aún son suaves en Kiev, pero pronto caerán y llegará la nieve. En Ucrania todos temen la llegada del frío y con él, los drones y misiles rusos para dejarlos a oscuras y sin calefacción. Aunque ahora las defensas antiaéreas ucranianas son mejores que el invierno pasado, no cubren todo el territorio. El 7 de noviembre el presidente Zelenski anunció el despliegue de más sistemas de defensa NASAMS y la llegada de cazas F-16 neerlandeses a Rumanía para entrenar a pilotos ucranianos.

Un anuncio dirigido a la población pero también destinado a acallar los rumores de que el cansancio empieza a cundir entre los apoyos occidentales de Ucrania ahora que está claro que Vladimir Putin ha conseguido entrar en una estrategia de guerra de usura. Altos mandos militares ucranianos ya reconocen que la contraofensiva de junio falló y que la contienda está estancada, en punto muerto.

La morosidad de los aliados de Ucrania en suministrarle medios de defensa ha dado tiempo a los rusos a plantar extensos campos de minas a lo largo del frente y atrincherarse detrás. Moscú sigue enviando decenas de miles reclutas al frente, y ha conseguido munición en Irán y Corea del Norte para mantener su potencia de fuego más de veinte meses después de lanzar la “operación militar especial” el 24 de febrero de 2022.

Entonces, y ante la sorpresa general, las fuerzas ucranianas fueron capaces de repeler una invasión que Moscú daba por hecho que sería un paseo desde Bielorrusia hasta Kiev, sin encontrar resistencia. El presidente Volodímir Zelenski se reveló como un dirigente capaz de aglutinar la defensa, movilizar a la población y con el coraje de rechazar la oferta del presidente francés, Emmanuel Macron, para sacarlo del país y darle refugio en Francia.

Abogado de formación y de profesión actor, había llegado a la Presidencia de Ucrania en 2019 sin experiencia política, impulsado por el ansia de cambio de la población, harta de la corrupción, de la politización de la Justicia y con la promesa de que al término de su mandato en 2024 el país estaría listo para solicitar la adhesión a la UE y a la OTAN.

Contaba solucionar la crisis del Donbás negociando directamente con Moscú, y desdeñó una salida de autogobierno para las regiones secesionistas del este. Lo que vino después ya lo sabemos.

Ahora queda por ver qué ocurrirá en el frente político. El mandato de Zelenski vence el 31 de marzo y el presidente ya ha dicho que no piensa celebrar elecciones rigiendo la ley marcial, con el 20% del país ocupado y seis millones de refugiados ucranianos registrados en todo el mundo según ACNUR. O sea, que la guerra de usura de Putin también ha conseguido minar el sistema democrático ucraniano, y el Kremlin no dejará de alardear de que en Rusia sí se celebrarán las elecciones presidenciales en marzo de 2024.

Perdido el foco mediático por la guerra en Gaza, con el horizonte nublado por las vacilaciones de sus aliados, a Zelenski le queda el mérito de haber cumplido aquella improbable promesa electoral. El 8 de noviembre Bruselas dio su visto bueno a la apertura de negociaciones de adhesión a la Unión Europea, aunque Ucrania no cumple todas las exigencias previas. Y así es como la guerra ha jugado a favor del país, y por ende de su presidente, al acelerar un proceso conocido por su lentitud.