{ Con sentido común }

Groucho Marx

Alfonso García

Alfonso García

LA COHERENCIA no está de moda. Para comprobarlo basta con analizar los objetivos de la fantasiosa –no digo indeseable– Agenda 2030 y comprobar los medios aplicados para su consecución, el grado de cumplimiento actual y las posibilidades de que sus pretensiones puedan alcanzarse en el año 2030.

Deseamos acabar con la pobreza en el mundo y la sociedad opulenta mantiene un consumo desaforado, a costa de salarios miserables en países del tercer mundo.

Pretendemos acabar con las energías contaminantes y recurrimos a las moratorias porque no conseguimos realizar las transformaciones necesarias.

Afirmamos que los plásticos deterioran el medio ambiente y se permite su uso de forma generalizada; ahora bien, si las bolsas de plástico se pagan, dejan de ser contaminantes.

Pregonamos la mejora de la nutrición, pero se siguen produciendo y publicitando masivamente productos alimenticios claramente nocivos para la salud.

Mantenemos un bajo crecimiento demográfico, pero rechazamos de plano la inmigración.

Y podríamos continuar con las incongruencias.

Si hablamos de la política de proximidad, comportarse de forma contraria a los principios que se pregonan es moneda frecuente. Esta incoherencia podría explicarse por falta de criterios firmes y por la conveniencia de intereses personales o de grupos. Conducta ésta, frívola, que Groucho Marx expresó con humor cáustico: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros.”

Cuando se produzca el sí de la mayoría parlamentaria a la proposición de amnistía, será el Tribunal Constitucional quien diga la última palabra, que deberá acatarse.

Pero acatar no significa compartir; ahí están la división de la opinión pública y la postura de colectivos relacionados con el mundo del Derecho, organizaciones empresariales, socialistas disidentes e instituciones de ámbitos diversos, en claro y legítimo desacuerdo.

Los mismos miembros del Gobierno que han venido afirmando, clara y reiteradamente, la “ilegalidad” e “inconstitucionalidad” de la amnistía y del referéndum de autodeterminación, se decantan hoy, descaradamente, por su constitucionalidad… y piden al PP una “coherencia” de la que ellos carecen.

Todos ellos, a coro, han dicho a los nacionalistas: Estos son mis… pero como no están ustedes de acuerdo, tengo otros.

Estos Hermanos Marx de hoy no tienen recato en contrariar el constitucional principio de igualdad ante la ley de los españoles de todos los territorios. Alegan el “interés general” de los españoles –cuando hay un interés de grupo–, pasan el borrador sobre su memoria y dicen con regocijo: “Hemos hecho de la necesidad, virtud.”