TRIBUNA

Reparar, revender y donar es ‘fashion’

Beatriz Beiras

Beatriz Beiras

LA ROPA NUEVA no se tira y la vieja se remienda. Es la nueva consigna en estos tiempos en los que “usar y tirar” se ha convertido en un vicio más de la sociedad de consumo. Este 5 de diciembre, curiosamente entre las orgías consumistas del Black Friday y la Navidad, el Parlamento Europeo y los Estados miembros de la UE, han acordado prohibir la destrucción de remanentes de ropa y calzado no vendidos. Se trata, según la redactora del texto, la eurodiputada socialista Alessandra Moretti, de poner fin al modelo “extraer, fabricar y tirar” que califica de nocivo. 

Así es, el placer de estrenar sin límites tiene un alto precio, aunque no figure en la etiqueta. Es el lado funesto de la moda: praderas arrasadas para producir jerséis de cachemir, deforestación para extraer fibras vegetales, miles de litros de agua para fabricar prendas de algodón o millones de microplásticos inundando acuíferos, ríos y mares al lavar textiles sintéticos. 

Según datos del Gobierno francés, la industria textil es la segunda más contaminante detrás de la industria del petróleo y emite mil doscientos millones de toneladas de gases de efecto invernadero cada año, esto es más que los vuelos internacionales y el tráfico marítimo juntos. 

Para hacerse una idea, fabricar un pantalón vaquero requiere 11.000 litros de agua, o sea el equivalente a 70 duchas. Un despilfarro al que Francia intenta poner freno convirtiéndose en pionera al prohibir desde el 1 de enero de 2022 la destrucción de productos nuevos no alimentarios. Y fiel a la consigna de remendar en vez de tirar, desde el 7 de noviembre pasado, los franceses pueden recurrir al “bono de reparación textil”, solo tienen que acudir al zapatero o a la costurera inscritos en el listado oficial. Un tacón da derecho a 7 euros de bonificación, una suela entre 18 y 25; una cremallera entre 8 y 15 euros. El profesional lo deduce de la factura y a final de mes es reembolsado gracias a un fondo de 154 millones de euros para el período 2023-2028. La financiación corre a cargo de las marcas que tienen que abonar una “ecocontribución”, algo parecido a los fabricantes de electrodomésticos.

De momento es pronto para saber si esto funcionará o si los consumidores van a seguir con la costumbre de tirar lo viejo y comprar algo nuevo, sobre todo aquellas prendas de ropa que cuestan de media tan solo 8 euros y pico. Porque además del atractivo precio la industria de la moda rápida ha conseguido romper en tan solo una generación con una ley no escrita pero que todas las familias respetaban: los hermanos pequeños heredaban la ropa de los mayores, se remendaban los rotos y se subían las bastillas para “as medras”. Así que en una generación pasamos de un par de zapatos para cada temporada (invierno-verano) a tener un par para cada ocasión.

Pero llegó la emergencia climática y a la industria de la moda el momento de plegarse a sus exigencias. La nueva legislación europea crea un pasaporte digital de producto para que empresas y consumidores sepan el impacto ambiental de lo que compran. Quizás entonces sea más difícil tirar la ropa nueva por aburrimiento o para darle salida rápida. 

Y para ayudar a quienes lo sientan así llega en el momento justo Zara Pre-Owned, la plataforma recién lanzada en Reino Unido por la popular marca de ropa que facilita reparar, revender y donar las prendas usadas. Toda una lección de adaptabilidad.