POLÍTICAS DE BABEL

Cuba, la gran olvidada

José Manuel Estévez-Saá

José Manuel Estévez-Saá

SE QUEJAN nuestros hermanos cubanos de que los problemas de la antaño Perla del Caribe parecen haber dejado de interesarle a la Comunidad Internacional. Los cambios de Gobierno en ciertos contextos, como en Argentina, así como los procesos electorales que tendrán lugar en países como Venezuela (y antes en El Salvador, Panamá, República Dominicana, México o Uruguay), provocan que las dificultades que sigue padeciendo el pueblo cubano pasen más desapercibidas. Asimismo, la prioridad en términos humanitarios, militares, diplomáticos y económicos que demandan conflictos bélicos como los de Ucrania y la Franja de Gaza, relegan a un segundo plano los gritos de desesperación que emanan de la Isla caribeña.

Este silencio le conviene al régimen cubano, que oculta las miserias de su población desde hace 65 años (el 88% vive en la pobreza extrema). Tan sólo en julio de 2021 vivió la Isla el grito de libertad “patria y vida”, que pronto se encargaría de reprimir el castrismo dictatorial que el presidente Miguel Díaz-Canel desea perpetuar. Ahí están el nuevo Código Penal, la censura de las redes sociales e Internet, los 1.000 presos políticos privados de libertad, o el medio millón de cubanos que han huido a EE.UU. desde entonces (además de los que han ido a Colombia, Brasil, España, etc.). Errático periplo, pues muchos han sido repatriados a terceros países por la Administración Biden.

La escasez de alimentos y bienes de consumo, así como de medicamentos, ha aumentado; así como la inseguridad y la violencia, tanto a nivel social, como desde un ámbito estatal que viola los derechos humanos y priva de libertad a todo aquél que disiente o discrepa de las acciones y decisiones de un régimen que, desde el 11 de julio de 2021 se siente algo amedrentado ante una posible revuelta (“revolución”) social. También la pandemia impactó en Cuba, al frenar el turismo. Asimismo, la terrible situación económica que vive Venezuela, junto con las restricciones de ayuda exterior adoptadas por Rusia debido a su costosa invasión de Ucrania, han repercutido en la falta de liquidez de un Estado cubano dependiente, que ni asume sus deudas ni atrae inversiones.

Los cortes en el suministro eléctrico son más frecuentes, y hasta el cambio climático incide en la escasez de agua. Tampoco recibe la Isla el compromiso esperado de China, pues el gigante asiático tiene sus propios problemas de posible deflación, retroceso demográfico y aumento de deuda. Ni siquiera el nuevo sistema de cambio monetario que acepta divisas extranjeras ha funcionado (el peso se ha depreciado un 50%). El salario mínimo ha caído a 7,5 euros al mes. Y muchos ya se alinean con las palabras de Javier Milei en Davos cuando recordaba que “el socialismo es un fenómeno empobrecedor” (en el caso de Cuba, el comunismo o ‘socialismo del siglo XXI’), que “condena a la miseria y el estancamiento”.