BUENOS DÍAS Y BUENA SUERTE

Charla con el astrólogo

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

SÓLO CREO en la ciencia, prácticamente. Aunque no sé si el amor, la pena o la alegría son ciencia sin más (parece que sí), pero la charla que mantuve ayer con José Millán fue extraordinaria. Él es astrólogo, y yo no creo en las estrellas, más allá de sus cosas de estrellas, ya saben, las explosiones, los nacimientos, las que se fusionan, las que se apagan y enfrían. Sólo en eso.

Pero José Millán cree que entender el mensaje de los planetas es un arte. Acaba de publicar Astrología para el nuevo orden mundial, en Planeta, y los seguidores de sus vídeos en YouTube son legión. “No se trata de predecir el futuro”, me dice, sino de constatar que el mundo está sometido a ciclos, como ya decían los antiguos. “¿Qué ciencia no acepta la astrología?”, me dice. “Porque”, insiste, “depende de qué estamos hablando. Newton era astrólogo, antes que otra cosa. Y mandó al cuerno a los que no lo entendían.” 

“Matemático, más bien”, le digo, pensando en aquel cuaderno diminuto que descansa en Cambridge, junto a un mechón de su pelo, que tiene su punto de fetichismo (no hay manzana: nunca la hubo, me parece). Pero resulta que José Millán es físico. Y también se licenció en Telemática. “Yo soy científico”, subraya para indicar de qué lado está. No parece que eso haya evitado que él crea en cómo la alineación de los planetas influye en las vidas individuales y en las colectivas. 

Su astrología se llama mundial o mundana, pero también humanista. Podrán creer o no (me recuerda que lo cuántico nos hará ver las cosas de otro modo), pero, después de hablar con él casi una hora, he de decir que hacía tiempo que no escuchaba tantas cosas interesantes sobre el futuro. Astrólogo de vocación (pasó años en la Comisión Europea, en Bruselas, manteniendo un poco oculta su pasión: aunque, me dice, había interesados en las conjunciones astrales), José Millán, que ocupó toda su infancia viajando de un país a otro, acompañando a su padre, que vendía tecnología en muchas partes del mundo, cree que Júpiter y Saturno son culpables de lo que nos pasa. Puede que para mí esto sólo sea una bella explicación del mundo. No para él, que a finales de 2020 vio cómo iniciábamos, me dice, un ciclo de 200 años en los que estaremos sometidos a grandes vaivenes. “Pero no hace falta creer en los astros: todo eso está ya aquí”. Parece que abandonamos los años de tierra y llegan los años de aire.

“Todo cambia continuamente”, me dice. “El caos y la crisis (lucha) siempre van de la mano, sólo son mecanismos de adaptación”. Y así, Millán cree que el dinero y el poder, el capitalismo, en suma, van a ser sustituidos por un mundo diferente. “El proceso es doloroso, difícil. Lo estamos viendo: aún está por ahí Trump, y va a volver a estar seguramente, y están las guerras que parecen de otro tiempo, pero pronto las guerras serán sólo batallas por la información. Ya está pasando: falsear la realidad es hoy una gran herramienta. Se podría decir que ahora todo es mentira”, afirma. 

La idea de una edad del aire (según esos ciclos planetarios) implica una gran transformación. Va a predominar el deseo de vivir sobre el deseo de tener, de poseer. “Como suele ocurrir, el peor momento es aquel en el que lo viejo no muere y la nuevo no termina de nacer: o sea, ahora mismo. Todavía tenemos los populismos autoritarios, pero se desvanecerán. Quizás haya amenazas de guerra civil en grandes potencias, que ya representan lo viejo. El cortoplacismo y el tribalismo ha caracterizado el ciclo de tierra, y todo eso cambiará. Los liderazgos políticos están en gran decadencia, y serán sustituidos por élites (siempre las hay) que nos inspiren y que influyan en sociedades no verticales, como ahora, sino horizontales, forma’das por redes complejas: se desmorona al fin la vieja pirámide social”, asegura Millán. 

Dicen que los grandes cambios llegan tras las pandemias. Como pasó tras la peste en el siglo XIV. “¿Vamos a un nuevo Renacimiento? ¿Es Elon Musk el nuevo Leonardo? Está implantando chips en el cerebro…” Responde: “Ni de lejos es Musk el nuevo Leonardo, por favor. Y en cuanto a lo del chip…”.