Opinión | Políticas de Babel

La Galicia poselectoral

EL ESFUERZO Y LA ENTREGA de los y las candidatas y sus equipos de campaña durante estas dos últimas semanas ha sido ímprobo y fatigoso. Asumo con admiración el agotamiento acumulado por las formaciones que aspiraban a obtener representación en el Parlamento de Galicia y a hacerse con la batuta de la Xunta, así como la paciencia, comprensión y condescendencia de esos familiares que han soportado estoicamente las exigencias, el sacrificio y el estrés que supone convivir en período electoral con quienes desean trabajar, desde las más altas instituciones, en beneficio de todos los gallegos y gallegas. Estoy convencido de que son muchos los ciudadanos que han tenido la oportunidad de leer, con cierto detenimiento, los programas que los diversos partidos políticos habían diseñado para mostrarnos sus iniciativas y estrategias destinadas a construir una Galicia más próspera y venturosa.

Debo reconocer que en prácticamente todos los dosieres electorales he podido encontrar planes e iniciativas tan atinadas como convenientes para nuestra tierra. En ellos se habla de industria, de proyección exterior, de servicios sociales, de educación gratuita, de reducción de impuestos, de sanidad y estabilidad (PP); de justicia social, de igualdad, de empleo, de sustentabilidad y lucha contra despoblación (BNG); de optimización de recursos, de infraestructuras, de servicios públicos y economía verde (PSOE); y también de juventud, de salarios dignos, y de políticas que miran a las mujeres (Sumar). Por eso espero que quienes tendrán la responsabilidad de gestionar a partir de la sesión constitutiva del Parlamento de Galicia, a celebrar el próximo 18 de marzo, sean capaces de mostrar su capacidad y diligencia incluso para tomar nota y aplicar con humildad y astucia las políticas provechosas sugeridas por unas formaciones que deben ser asumidas como rivales en los comicios, y hermanas en el amor a Galicia.

Al candidato del Partido Popular le tocaba, lógicamente, ensalzar los logros obtenidos bajo su liderazgo al frente de la Xunta. El resto de las formaciones, con Ana Pontón, José Ramón Gómez Besteiro y Marta Lois a la cabeza, sabedoras de que sólo unidas lograrían derrotar al PP, debían resaltar las carencias detectadas, así como plantear alternativas de gestión. Los gallegos sabemos bien que el noroeste peninsular no se identifica con esa “Galicia negra” que los candidatos de la oposición describían. Y también somos conscientes de que, como el propio Alfonso Rueda reconoció, queda mucho por hacer todavía para conseguir esa Galicia vanguardista y pionera con la que todos soñamos. Por eso, es momento de trabajar juntos, prescindiendo de ataduras políticas, posicionamientos extremos, o cortapisas ideológicas. Galicia debe seguir siendo esa Comunidad serena, moderada y equilibrada que todos y todas identificamos con el carácter de sus gentes.