Notas de Actualidad
Rueda, Pontón y Gómez Besteiro
LOS TRES MERECEN, ante todo, nuestro respeto y admiración por su disponibilidad al servicio del Galicia. Las urnas le han otorgado a cada uno un destino en lo inmediato y ahora cabe buscar una explicación a lo sucedido, algo que, evidentemente, trasciende a la mayor o menor fortuna con la que han desarrollado, en cada caso, sus respectivas campañas.
Xosé Ramón Gómez Besteiro fue quien llevó la peor parte, es verdad, pero es injusto achacarle a él lo sucedido y sí, en cambio, a su partido, con un historial de enfrentamientos internos en Galicia y un referente estatal, Pedro Sánchez, que, con sus decisiones, en relación con Cataluña y País Vasco, genera desafecciones, incluso entre los suyos. Además, desde una estrategia claramente equivocada, en ningún momento confrontó con el BNG, lo que supuso que, para muchos, votar al PSOE y hacerlo a favor de los nacionalistas era lo mismo y terminaron por apoyar a los segundos que confirmaron, de tal forma, lo que ya eran: la primera fuerza de la oposición.
Ana Pontón demostró experiencia y supo ubicar en el lugar, para ella y los suyos, más propicio el campo de juego y, en ningún momento, hicieron referencia a su modo de comportarse en el conjunto del Estado y a los socios que son, fuera de Galicia, sus aliados: Esquerra y Bildu; tanto es así que, en sus mítines, no tuvieron presencia alguna esos compañeros de viaje sabiendo, muy bien, que tal circunstancia no sería beneficiosa para sus intereses. Inteligencia en el discurso y, hasta cierto punto, la colaboración del propio PSOE y de Sumar ayudaron a su causa, aunque algunos de sus argumentos –y los de la oposición, en general, sobre todo en materia de Educación, Sanidad y Bienestar; también sobre la RTVG– fueron, al parecer de buena parte del electorado, exagerados e injustos.
Para Alfonso Rueda la campaña no era fácil. La comparación con Núñez Feijóo y la posibilidad de que éste, con su presencia, pudiese restarle protagonismo era un riesgo que el PP salvó sin mayores problemas. Como candidato Rueda fue afianzando su figura a lo largo de la campaña y, en este momento, es un presidente refrendado por las urnas con un nivel de aceptación prácticamente similar al de su antecesor. Supo defender lo hecho, apelando al funcionamiento de Galicia, mostrar los puntos débiles de la oposición y prometer estabilidad hacia el futuro. Todo ello justifica, en buena medida, su resultado.
Ahora se abre un nuevo tiempo, aunque el partido gobernante sea el mismo, algo que supone un cierto continuismo en las líneas de acción pero que requiere, también otras, novedosas y a la altura del porvenir. Habrá un Gobierno monolítico y un Parlamento con una mayoría que también lo es. Y, por otra parte, una Oposición, ahora sí, dividida. Sería deseable que, con tales circunstancias, se escuchasen los unos a los otros, para el bien de esa Galicia a la que todos debemos servir.
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