POSDATA

Maldito Caín

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

Hace ocho quinquenios que soy miembro del Partido de los Socialistas de Galicia. Lo mido así porque en cada uno de esos períodos fueron responsables de la organización del partido otros tantos secretarios generales y candidatos principales en las correspondientes elecciones autonómicas no menos compañeros, no siempre coincidentes, además, los unos con los otros. No creo que haya muchas otras organizaciones políticas en el mundo, -y digo en el mundo, eh, no solo en Galicia-, en la que se dé semejante variabilidad en sus representaciones.

Por otra parte, desde hace unos veinte años para acá, nuestros resultados electorales en el ámbito autonómico se han venido reduciendo de manera ininterrumpida, desde los veintiocho diputados de algún tiempo a los nueve de ahora. Seguro que esta decadencia en las votaciones tiene raíz en aquella exagerada rotación de secretarios y candidatos, no disponiendo ninguno de ellos nunca del tiempo que requiere la maduración de un liderazgo ni la elaboración, seguimiento y culminación de proyectos a un plazo algo más largo que el inter congresual o el de una simple legislatura parlamentaria.

Es cierto que los resultados electorales de los socialistas gallegos en otros ámbitos, local, general y europeo, han seguido una tendencia diferente y menos frustrante. Pero a un partido no le van bien las cosas cuando gana en un campo y pierde en el otro, porque esa propia diferencia aún pone más en evidencia su debilidad orgánica.

Por último, he ahí la realidad de que un partido que gobierna en España ocupe una tercera y minoritaria posición en el Parlamento de Galicia, ahora aún más menguada que nunca. También en esto hay un desequilibrio debilitante, o una debilidad que desequilibra, si se prefiere. Las derrotas se pagan en todos los niveles, repartiendo consecuencias, mientras que las victorias, a lo que se ve, no les cunden igual a todos.

Dicho todo lo dicho, no parece necesario hacer sesudos análisis a la búsqueda de las razones de los resultados que logramos los socialistas de Galicia en las elecciones autonómicas que se celebraron el pasado día dieciocho de febrero. A nosotros sí que nos coincidieron con un carnaval en el que el disfrazado Caín deja heridas en todos los corazones.

El problema del PSdeG no se reduce, pues, a sus resultados electorales, sino a su inmadurez orgánica, que los causa e incapacita para enmendarse con fiabilidad. Tampoco es un simple problema de liderazgo: tal como van, tanto nos da.