Seguimos en la misma

Xaime Barreiro Gil

Xaime Barreiro Gil

Nada empezó con esto de Ábalos. Es lo mismo de siempre. Hace ya algunos años, demasiados, que la política española es un puro ensañamiento. Y un juego hipócrita de inocencias. Como si fuese una guerra en la que los combatientes no han sido avisados de que no habrá vencedores; todos saldrán de ella vencidos. Si es que alguien logra salir de este fango extendido y sucio.

De lo que sabemos del tal Koldo es que siguen produciéndose casos de corrupción que también resulta que son siempre el mismo. Recientemente, referidos todos, y ya van varios, a las malditas mascarillas, pero, mirando más atrás, sin dejar de ser lo mismo, al aprovechamiento de la ocupación de cargos públicos (diputados, ministros, alcaldes, presidentes de entidades bancarias y de gobiernos regionales, que en esto no se salva ni dios) para el lucro personal, parapetado, como se ha podido ir viendo, en mil y una triquiñuelas fiscales, patrimoniales o financieras.

Casi todos los afectados, que también tiene gracia, aunque no estén exentos de culpa sí que lo están de castigo. Incluso escribiendo libros sobre sus aventuras en los que, como es lógico, se confiesan inocentes o salen disculpados. De ellos pueden los lectores elaborar listas rigurosas; por si no tienen memoria para todos, echen mano de su periódico habitual, ahí fueron saliendo sus nombres y apellidos.

También hubo, es cierto, por lo que es exigible la prudencia tanto para señalarlos como para inculparlos, casos varios de imputados o investigados a los que se le señalaron sospechas que resultaron infundadas. Y jueces y juezas que, habiendo mantenido acciones persistentes de este tipo, destructivas de la respetabilidad política y personal del señalado, amparados en la disculpa del equívoco sin intencionalidad, no tuvieron más castigo, cuando lo tuvieron, que un simple traslado. Iba a decir que también sucio, pero me callo.

¿Cuánto tiempo más necesitamos para que se empiece a pensar que con el castigo no basta para erradicar la corrupción, sino que hace falta ir más allá para evitar que se produzca? Anticiparse. Es más cosa de un antes que de un después. Está claro que los procedimientos y controles actuales no bastan. Que se pueden eludir con cierta facilidad y que se eluden con mucha frecuencia. No basta, pues, con rasgarse las vestiduras. Menos aspavientos y más cordura. No vaya a ser que la culpa de los corruptos también sea de los que no lo son. Unos por sucios y otros por tontos.