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Milena de Praga, gran mujer centroeuropea

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

ME ENCUENTRO con Monika Zgustova, en la tarde coruñesa. Ha venido para lo de Javier Pintor y Xavier Seoane: va a presentar ante una muchedumbre apasionada por la literatura su última novela, ‘Soy Milena de Praga’ (Galaxia Gutenberg). Zgustova es también una intelectual apasionada. Por ella corre la historia de Europa, la multiculturalidad, el elogio de la libertad y la alegría de los dulces secretos que anidan en las palabras. Traductora mucho tiempo, Monika es una de las responsables de la llegada de la literatura checa al castellano. Bohumil Hrabal o Václav Havel, junto a otros autores diversos, han llegado hasta nosotros de su mano.

Transmite Zgustova una atmósfera de celebración intelectual, un homenaje intenso a los territorios del corazón de Europa. Allí se amasaron gigantescas carreras literarias, muchas sorprendidas por la guerra y por los totalitarismos. Muchas aniquiladas. Otras sobrevivieron con el exilio. Todo eso construye un impresionante retablo de nuestro pasado no tan lejano. Ese oleaje del arte y la cultura que, en este libro, se fija en una figura femenina fascinante: Milena Jesenská. No suficientemente conocida, quizás, como corresponde a un tiempo en el que la mujer era obligada a ocupar papeles marginales.

En 2018 me encontré con Monika para hablar de un asunto más cercano. Acababa de novelar la biografía de Gala Dalí. Una vez más, ahí estaba su pasión por estas historias de mujeres inspiradoras. Sometidas tantas veces al peso de la sombra masculina, a pesar de la rebeldía, a pesar del carácter y la personalidad arrolladora que tuvieron muchas de ellas. Es uno de los territorios literarios favoritos de Zgustova. Con ella recuperamos nombres un tanto olvidados o injustamente ensombrecidos, y, al tiempo, recuperamos el brillo de Europa, la enorme potencia de la cultura, de las hermosas ciudades, y sí, de los cafés también. ¿Puede entenderse aquella Europa sin los cafés? Mercedes Monmany me dijo una vez que no. Por ‘Yo soy Milena de Praga’ desfilan los cafés más afamados, sobre todo los de Viena, antes y después del imperio austrohúngaro. Milena en Viena, lejos de la amada Praga, donde había nacido, extranjera en un lugar donde su marido, el escritor austriaco Ernst Polak, la ignora prácticamente desde la noche de bodas. Polak ejerce la indiferencia con Milena, y ella vive en medio de ese mar turbulento de la desdicha, en apartamentos separados, hasta que su vida da un giro asombroso: se encuentra con Franz Kafka. 

Es una historia conocida, al menos por lo que se refiere a su relación, en gran medida epistolar, con el autor de ‘El proceso’, que ella tradujo. Pero Monika Zgustova logra que, con la gran elegancia de su prosa, nosotros vivamos este gran viaje por el mosaico cultural de aquella Europa, aquel laberinto ya crepuscular, un rompeolas de lenguas y hechos históricos, que desembocaría en tragedia. Pero, mientras tanto, Milena se construye como traductora, como periodista, escribiendo en periódicos de Praga, se divorcia al fin de Polak, se casa de nuevo, ahora con el arquitecto vanguardista checo Jaromír Krejcar… 

Milena es el retrato fascinante de una mujer inspiradora, atravesada por el deseo de libertad. Por aquí se cruzan las purgas de Stalin, la ocupación nazi de Checoeslovaquia, la resistencia que Milena acomete, ayudando a los refugiados políticos desde su misma casa. Hasta que, tras ser arrestada por la Gestapo, es internada en el campo de concentración de Ravensbrück, donde finge, siempre que puede, que es libre, que puede ir a aquellos cafés del pasado, a los cines… y allí es donde morirá. 

Veo a Monika Zgustova contar con gran pasión la vida de Milena, de la que quiso escribir hace ya muchos años, cuando estudiaba en Chicago. Ahora ha vuelto a las afueras de Nueva York, rodeada de naturaleza, para completar una estancia en la residencia de escritores Art Omi. “De allí traje una primera versión”, me dice. Luego, poco a poco, Milena ha crecido en la literatura y en el gran corazón de Zgustova. Y, al fin, aquí la tenemos.