Opinión | POLÍTICAS DE BABEL

China en la palestra

DESDE LA CRISIS generada por la pandemia y la posterior invasión rusa de Ucrania, la República Popular China no ha dejado de acaparar titulares. Esta proyección exterior le beneficia incluso a nivel interno, pues contribuye a disimular la atípica situación que vive el país, con un retroceso demográfico que se repite estos últimos años y del que ya dimos cuenta aquí. Asimismo, el supuesto crecimiento del 5,2% registrado en 2023 no oculta su riesgo de inflación ni el impacto negativo de las duras circunstancias que vive su zarandeado sector inmobiliario. Aun así, el gigante asiático extiende sus tentáculos allá donde otros bajan la guardia comercial; y los mercados de América Latina son un buen ejemplo, pese a la llegada al poder de un Javier Milei cuyas consecuencias todavía calibra Beijing.

En Europa sigue siendo esencial. No hay más que mirar a España para constatarlo a nivel comercial, turístico y económico. De hecho, como en su momento apuntamos aquí, España sigue siendo “el gran aliado de China en Europa”; y la residencia en nuestro país de más de 230.000 chinos refuerza ese estatus. Es sabido, además, que China figura entre nuestros cuatro mejores socios comerciales, sólo por detrás de Francia, Alemania e Italia. A Asia exportamos alimentación y productos cárnicos, minerales, componentes químicos, industria textil y de equipamiento, etc. A cambio, nuestros socios orientales acaparan el 11% de los bienes que importamos, lo cual sitúa a China como nuestro primer proveedor de productos y elementos relacionados con los bienes de equipo, la confección, la electrónica, las manufacturas, las energías renovables o los componentes del automóvil.

Hace unos días incluso hemos sabido que la empresa automovilística china Chery está a punto de convertirse en el primer fabricante chino de vehículos en Europa. Esta empresa parece haber escogido a España y las antiguas instalaciones de Nissan en la Zona Franca de Barcelona como enclave para desarrollar el ensamblaje completo de vehículos como el Omoda 5 eléctrico. Ese desembarco acordado con EV Motors, que trataba de reindustrializar la antigua planta de Nissan, ha soliviantado a ciertos empresarios y líderes europeos, recelosos de la expansión china en este sector dentro de la Unión; pero agrada a los más de 1.400 trabajadores de la antigua fábrica, quienes temían por sus empleos, sobre todo después de que otra automovilística china, Great Wall Motors (GWM), descartase asentarse allí. El próximo viernes veremos si este acuerdo finalmente se confirma.

Asimismo, China también se ha vuelto más esencial que nunca para la Federación de Rusia. Hoy sabemos, por ejemplo, que la mitad de todo el petróleo que exporta Moscú, y cuyos beneficios le ayudan a seguir avanzando en su invasión sobre territorio ucraniano, tiene en la República Popular su principal destino; aunque China también importa de Rusia carbón, cobre o níquel. Ambos países conmemoran este año el 75 aniversario del establecimiento de sus relaciones diplomáticas. Quizá por ello Xi Jinping y su ministro de Exteriores Wang Yi, tras la visita de Serguéi Lavrov a Beijing, anunciaron el pasado martes la intención de convocar una conferencia de Paz que, a diferencia de las celebradas hasta ahora, o la que prepara Suiza en junio, logre reunir a todas las partes implicadas, es decir, con Kiev y Moscú incluidas. Se trata de continuar el plan de alto el fuego definitivo de 12 puntos ya sugerido hace un año por la República Popular. En este sentido, la anunciada visita de Vladímir Putin a Xi Jinping en mayo, tras la toma de posesión del Presidente ruso, deviene fundamental.