Opinión | On/Off

Embajada gallega en Argentina

MILEI Y SÁNCHEZ SON TAL PARA CUAL. Como dos gotas. No me refiero, evidentemente, a la ideología ni a la estética. El argentino se define ultraliberal, ¡carajo!, y el español socialista, aunque muchos lo duden. Ambos gozan de total legitimidad para desempeñar sus cargos. El primero alcazó el apoyo directo del 55,6 por ciento de sus compatriotas, el más votado en la historia de su país, mientras el nuestro,31,7 % de respaldo popular, obtuvo la mayoría absoluta del Congreso de los Diputados. Por el bien de los contribuyentes, ambos debieran al menos respetarse. Pero personalmente no les conviene. Con las trifulcas Milei gana tiempo a la espera de que sus recetas económicas den resultado y Sánchez trata de aglutinar todo el voto izquierdista para superar a Feijóo en las europeas. Porque sólo de esto se trata.

Como en política nadie da puntada sin hilo, y menos en gente con tanta experiencia y sabiduría, todo hace pensar que el desatino del ministro Puente acusando al presidente argentino de “ingerir sustancias” no fue un desliz. De serlo hubiera retirado sus palabras, y asunto concluido. Pero lo empeora al lamentar solamente su repercusión, no por el contenido. Con lo fácil que hubiera sido pedir disculpas. Idéntico proceder es el de Milei. Sus insultos a la mujer de Sánchez buscan la respuesta que quería. Aumentar su popularidad. En Argentina y resto del mundo. Y encima parece el menos malo: Mantiene a su embajador en Madrid. Quiere a España.

La retirada de nuestra embajadora es sine die, o sea, por tiempo indefinido. Hasta que Milei se disculpe, dice nuestro Gobierno. No lo hará, así que hemos de confiar en que, como de costumbre, Sánchez rectifique. Probablemente ocurrirá tras las elecciones del 9-J, cuando al calor estival la gente se ponga a la sombra. 

Resulta incompresible un conflicto de esta magnitud con Argentina. Es el país del mundo con el que uno menos se lo puede imaginar. España mantiene, con buen criterio, embajadores en Rusia, Venezuela -Maduro tildó en su día al presidente Rajoy de “racista, basura corrupta y basura colonialista”- y la práctica totalidad de los países del mundo, incluido Israel. Porque estas personas e instituciones, las embajadas, están para dar servicio fundamentalmente a los españoles que viven en esos países y, en general, favorecer los intereses de España. La exagerada reacción del Gobierno a los ataques de Milei se nos vende como el desagravio a una romántica persona felizmente enamorada. Como el episodio de los cinco días de reflexión. Si fuere así, que no lo es, debiera diferenciarse claramente el ámbito privado del público. Ante personajes tan estrafalarios y provocadores como este no hay mayor desprecio que no dar aprecio. La clave es, lo dijo el PNV, electoral.

En todo caso, por si el sine die va en serio, me atrevo a recomendar a Rueda que hable con Touriño para que le explique cómo fue aquello de la embajada gallega en Buenos Aires, oficialmente una delegación de la Xunta en Argentina (Decreto 157/2007, del 26 de julio), con sede y personal propio. Eran años de bonanza económica y ambiente de Estatuto de nación. Pero un año después llegó la gran recesión, que todo transformó. En primer lugar, las prioridades. En la actualidad se dedica fundamentalmente a misiones asistenciales, culturales y económicas.

La Delegación de la Xunta depende del departamento de Emigración pero es ocasión pintiparada, que se decía antes, para recuperar aquella iniciativa y dar el salto, mayor incluso del soñado por el bipartito. Si España rompe sus relaciones con Argentina -con Sánchez todo es posible- ninguna otra mejor que la Embajada de Galicia en Buenos Aires para encargarse de sus asuntos. Todo serían ventajas. Superaríamos a Cataluña en escalafón soberanista. el BNG y Pontón, jefa de la oposición, aplaudirían con las orejas y, a mayor abundamiento, nada habría más natural. Para los argentinos todos los españoles son gallegos.