CINE | Ainhoa Rodríguez Cineasta, directora de ‘Destello bravío’ y comisaria del festival MICE

Ainhoa Rodríguez: “En los pueblos te examinan hasta pasar las doce pruebas de Astérix”

Ainhoa Rodríguez, cineasta, directora de ‘Destello bravíó’, delante de la sede del festival MICE / JESÚS PRIETO

Ainhoa Rodríguez, cineasta, directora de ‘Destello bravíó’, delante de la sede del festival MICE / JESÚS PRIETO / XABIER SANMARTÍN

Ainhoa Rodríguez (Madrid, 1982) ha traído a Santiago su primer largometraje, Destello bravío, visto en la Mostra Internacional de Cinema Etnográfico (MICE), que tiene por sede principal al Museo do Pobo Galego e incluye una sección, Impropias, comisariada por esta cineasta extremeña nacida fuera y crecida dentro. El certamen se cierra hoy con la presentación de la Asociación Memoria e Cinema a las 19.30 h.

Doctora en Teoría y Análisis Cinematográfico por la Universidad Complutense de Madrid, Ainhoa es uno de los nombres de moda del cine español gracias a ese Destello bravío galardonado con el Premio Especial del Jurado del Festival de Málaga. Es una película feminista, hecha en la España vaciada, protagonizada por actrices no profesionales y grabada en parajes extremeños de Puebla de la Reina, Hornachos y otras localidades de la comarca de Tierra de Barros.En su estética el tiempo se congela, a veces de forma inquietante y otras tierna.

Es un filme “centrado en la cotidianeidad de un pueblo, lo que se ve, lo que no y lo que nos conforma”, aclara Ainhoa de una obra de mimo en fondo y forma. “Opto por devolverle la importancia al plano en estos tiempos donde están devaluados y se lleva poner un plano tras otro y otro, y parece que no tienen lectura”. 

¿Cómo sale la idea de hacer un largometraje tras un taller de cine?

Vengo de la faceta investigadora del lenguaje fílmico. Hice un proyecto basado en hacer talleres de Cine, mujer y miradas no normativas en pueblos de Extremadura y sentía siempre que faltaba un poco más de tiempo para lograr un mínimo cambio o un mínimo proceso más o menos resuelto, y de cara al largometraje pensé que para introducirme en un pequeño pueblo extremeño lo mejor era hacerlo por medio de sus mujeres y desde uno de esos talleres, llamado El viaje hacia la película.

¿Le costó convencer a un grupo de mujeres mayores no profesionales para protagonizar la película?

Hay una desconfianza de inicio, y más en una tierra con cierta desatención nacional e incluso europea a todos los niveles, especialmente a nivel económico, que eso lo es todo, y entonces sale una cuestión: “¿Por qué nos elige a nosotras?” Y de ahí nace una desconfianza, porque eso de no creerte que te pueda pasar algo bueno es un rasgo muy extremeño, y eso es algo que estaba desde el inicio de la película y aunque fui muy bien recibida, al empezar decían cosas como: “¿Tú crees que esta va a hacer una película con nosotras? Esta se va a traer a los actores de Madrid y nos va a poner a nosotras de fondo”. 

¿Y cómo las convenció?

Hacer cine es un acto de fe y yo era consciente de esa situación. Así que estuve día tras día, con mucho esfuerzo, poniendo dedicación, conversando, trabajando, entrando en sus casas... Paciencia, esfuerzo, cariño y entendimiento mutuo, esa fue la clave, algo que no se consigue de la noche a la mañana. Y respecto a esa cosa paternalista de que vas a un pueblo y alguien piensa que puede aprovecharse, es imposible porque la gente de pueblo es listísima, te ponen a prueba mil y una veces hasta que pasas casi las 12 pruebas de Astérix y obtienes el vellocino dorado, y ya te abren las puertas. 

¿Qué referentes usó de nexo?

Mi propuesta se sitúa al margen de las propuestas dominantes y normativas. En mis talleres uso fragmentos de John Ford, Fellini o Almodóvar y también de Chantal Akerman, Andrea Arnol u otras cineastas mujeres de un cine más experimentado... Les puse una película nórdica, dirigida por una mujer, obviamente, donde se habla del despertar a la sexualidad de una adolescente mujer, que incluye una escena de masturbación... y eso lo hemos visto en hombres pero desde una perspectiva feminista no lo hemos visto y entonces ellas se dan cuenta de que si han visto en el cine a niños en el despertar sexual pero no lo han visto en mujeres y entendieron perfectamente como el relato ha estado dominado por los hombres y lo sigue estando de alguna forma...

¿De qué irá su nueva película?

El siguiente proyecto también tiene vinculación con Extremadura porque siento que ese es el lugar al que pertenezco y que me pertenece y de alguna manera lo puedo tomar como materia prima para narrar y para nutrirme. Los lugares tienen que habitar la película y transformar el guion y el relato y a las personas que lo habitan. Será una película de género, desde el suspense hacia el terror sobre la relación entre una madre y una hija, hablando del despertar sexual pero también de que es y que no es una mala madre, y cuestionando la normativa institucional.