Tamar Novas, el niño que jugaba en Plaza de Vigo, mucho más que actor

Intérprete de Santiago de 36 años, premio Mestre Mateo por `O corpo aberto´, estrenará `Los pacientes del doctor García´, serie para RTVE y Netflix.

El actor compostelano Tamar Novas. / cedida

El actor compostelano Tamar Novas. / cedida / XABIER SANMARTÍN

Tamar Novas Pita sigue jugando en la Plaza de Vigo y aunque ese rincón de Santiago ya no sea el mismo, él sabe que lo puede ser a poco que abra la mano para rociar el recuerdo con un puñado de arena mágica. En la vida, como en el cine, verdad y mentira se divierten jugando al escondite por eso nos sigue gustando volar agarrados a la cometa de una película: “Aunque hoy la forma de consumo en la ficción sea muy distinta”, matiza Tamar.

Actor nacido en Compostela, Tamar Novas tiene 36 años y dos ojos como dos soles, grandes, castaños, abrigados por cejas pobladas porque desde su infancia en la Plaza de Vigo, ha visto que en la vida (suya, nuestra) llueve mucho.

Allí hacíamos partidos de fútbol y beisbol, y pachangas en la Residencia del Campus Sur”, dice en charla telefónica con EL CORREO desde un Madrid donde celebra cada llamada que le lleva “de vuelta a casa”, ya sea por trabajo o porque el calor de las amistades y la familia, por mucho que invente Silicon Valley, sigue sin tener mejor bufanda que un bico y un abrazo picheleiro, como sabemos quienes crecimos en una esquina y vivimos en otra.

“Llevo 16 años en Madrid y en los últimos años me ha tocado volver bastante a Galicia, y me hace mucha ilusión a nivel personal y a nivel familiar. Cuando me dicen que voy a trabajar una temporada en A Coruña, estoy feliz porque mis abuelos viven ahí y puedo visitarlos al terminar el rodaje”. Hace semanas, Tamar paró en Ourense, recibió el premio Mestre Mateo al Mejor Actor Principal por su papel en O corpo aberto, película dirigida por Ángeles Huerta.

“Fue especial. Me llamó Jorge Coira como productor, me habló de adaptar ese relato de Méndez Ferrín, y Ángeles me confesó luego que al hacer el guion ya lo escribió pensando en mí aunque me lo propusieran tiempo después. Luego se retrasó y parecía casi imposible pero se hizo y que tenga tantos premios (12 Mestre Mateo) supuso una gran alegría”, explica quien viene de rodar en A Coruña Un pasado por delante, primera película de la directora lucense Olga Osorio, trama que Vaca Films estrenará en septiembre.

“En la película de Olga soy un físico obsesionado desde pequeño con la idea de que su madre se metió por un agujero de gusano y desapareció. Es una historia divertida que tiene mucha emoción, aventura, y que me lleva al cine clásico familiar americano. Hay conflictos íntimos de los protagonistas pero a la vez te saca la sonrisa cuando menos esperas como comedia tierna, sutil. Me encantó el guion porque tiene algo de E.T. con el viaje en el tiempo entre los dos hermanos protagonistas. Ya me gustaba el corto de Olga en el que se inspira (Einstein-Rosen) y la película tiene todos los componentes que me hicieron ser cinéfilo”.

Hablando de E.T., dirigida por Steven Spielberg en 1982, Tamar vio como la pandemia segaba un proyecto suyo con ese mito de Hollywood. “Estaba en México arrancando el proyecto de mis sueños, producía Spielberg, estaba con Javier Bardem y Luis Tosar en una megaproducción de Amazon de cuatro meses, estuvimos dos semanas, tuvimos que volver y... ya no se retomó. Después, aparte de un aprendizaje personal un poco drástico, porque fue todo una pena, vino una buena racha de trabajo, alguno aún con mascarilla. Esta profesión, como muchas, es muy inestable, y soy muy afortunado de trabajar tanto”.

En los últimos años, la carrera de Tamar avanza entre proyectos donde hay mujeres relevantes. En abril, TVE y Netflix estrenan Los pacientes del doctor García, serie que adapta la novela homónima de la añorada Almudena Grandes. En su elenco Tamar coincide con otro intérprete gallego al alza, Javier Rey.

“Es un logro que en los Goya hubiera cuatro películas dirigidas por mujeres. He trabajado con Lara Izaguirre (Un otoño sin Berlín, 2015), Isabel Coixet (Elisa y Marcela, 2019), Ángeles (Huerta), Olga (Osorio)... Trabajo muy a gusto con mujeres, hay una forma de hacer las cosas con una especie de aroma distinto, hay una predisposición mayor a la colaboración, y no digo que los directores no lo tengan, la jerarquía siempre existe pero con directoras se hace más en equipo. Hay algo ahí que es diferente y que es sano para la cultura y para el cine en particular”.

Tamar Novas, ayer alumno compostelano del colegio La Salle y del instituto Rosalía, es un actor que cada mañana peina sueños y un mar negro de caracoles, y que siempre quiso ser director. ¿Ya le han llamado?

“Los productores son bastante cautelosos e inteligentes. No se ha dado el caso de nadie que cometa esa locura de llamarme. Me encantaría encontrar un modo de implicarme más en el guion pero cada vez veo más difícil ser director, algo que deseo desde niño pero le tengo mucho respeto. Ojalá se dé la situación en que pueda hacerlo, siempre que encuentre gente que me ayude porque de otro modo sería imposible pero lo dejo como deseo a medio y largo plazo”, dice Tamar con la boca chica, sabe que una parte de él aún sigue jugando en la Plaza de Vigo.

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