El Revera Vinum abrió una puerta a las bodegas gallegas con menos presencia en un disputado mercado

Las ponencias sobre el uso de la madera en la crianza, la armonía con la carne de vaca o los vinos con IXP despertaron gran interés

El sumiller estradense Nacho Costoya fue el encargado de dirigir la cata de vinos con Indicación Xeográfica Protexida / jesús prieto

El sumiller estradense Nacho Costoya fue el encargado de dirigir la cata de vinos con Indicación Xeográfica Protexida / jesús prieto / víctor furelos

El Revera Vinum llegó para quedarse. Este gran escaparate de los vinos gallegos superó, en esta segunda edición, el listón del año pasado tanto en asistencia como en calidad.

El restaurador Queco Arias, a la izquierda, con el enólogo francés Dominique Roujou, de la bodega Ponte da Boga en la Ribeira Sacra/ v.f.

El restaurador Queco Arias, a la izquierda, con el enólogo francés Dominique Roujou, de la bodega Ponte da Boga en la Ribeira Sacra/ v.f. / víctor furelos

El túnel del vino ofreció la posibilidad de catar vinos de algunas bodegas con menos presencia en un mercado tan competitivo como el de este sector al tiempo que las ponencias que se desarrollaron durante dos días en el hotel monumento San Francisco estaban cargadas de contenidos interesantes que despertaron el interés de muchos profesionales del sector y aficionados al mundo de la enología que querían ampliar sus conocimientos.

Cinco maridajes perfectos

El enólogo Dominque Roujou, afincado desde hace quince años en la Ribeira Sacra al frente de la bodega Ponte da Boga, unió sus conocimientos a los del restaurador Queco Arias, del Curro da Parra y Café de Altamira, para ofrecer una gran lección de maridaje con cinco vinos. Primero presentaron el Capricho de Godello para el que recomendaron un bonito madurado cinco días en nevera con un ajoblanco que combina a la perfección con el tostado de la barrica y con la acidez del vino, aunque también abrieron la puerta a los crustáceos o aves.

En segundo lugar trasladaron a la mesa el Blanco Legítimo para el que pensaron en un pescado azul como xarda o xurel con un pilpil y jalapeño para ofrecer un maridaje perfecto con la brasa y el picante. A continuación se cató el Bancales Olvidados 2019, con diez meses en barricas usadas de 500 litros, que pese a ser blanco combinaron con un solomillo suave marudado de 30 a 35 días ya que esa maduración lo ensambla con la barrica. También ofrecieron la opción del pulpo o un guiso de chocos.  

El Capricho Merenzao 2017, con una maduración temprana, es un vino elagante ideal para un pescado blanco como salmonete o pinto pero sirve además para combinar con un capón, caza, pichón, pulpo, chocos o cefalópodos.

Y por último el Brancellao 2017 perfecto para un guiso de habas con chocos en su tinta y ali oli o un pulpo cocido con laurel pero también para un estofado de carrilleras o un jarrete.

La jornada de este martes comenzaba con una interesante charla a cargo de Cecilia Fernández Rodríguez, que realizó un recorrido sobre la evolución del uso de la madera en la crianza de los vinos gallegos, antes de que Miguel Núñez y Adrián Lage impartieran toda una lección sobre la armonía entre la carne de vaca de Discarlux y los vinos de la bodega arousana de Pazo de Rubianes. Y supieron sorprender con un tataki o una cecina que se ensamblaban a la perfección con los albariños.

La tarde empezó fuerte con una cata de la añada de 2015 que fue espectacular en toda Galicia después de un verano cálido. Los asistentes disfrutaron del albariño del Salnés Sacabeira, el albariño del Rosal Eido da Salgosa, el ribeiro Renacido, el blanco legítimo Ribeiras de Armea y el ribeira sacra Tolo do Xisto.

Cerró las actividades de la última jornada un taller impartido por Jorge Vila y David Martín, quienes demostraron como la comida influye en la percepción de las características de los vinos y lo hicieron mediante una cata combinada con diferentes alimentos.

Paralelamente Agacal desarollaba un atractivo programa que este martes trasladó a los aficionados al vino por la Ribeira Sacra y por Valdeorras al tiempo que conjugaba los sabores del queso con espumosos y tostados o se repasaba la cultura de los aguardientes y destilados.

Pero quizá la intervención que más llamó la atención fue la del prestigioso sumiller estradense Nacho Costoya, que abrió una puerta a los vinos con Indicación Xeográfica Protexida (IXP) y que quizá son los grandes desconocidos. Los asistentes pudieron catar un blanco legítimo de Betanzos, un albariño monovarietal de Barbanza e Iria, un plurivarietal con albariño, godello, treixadura y loureira de Ribeiras do Morrazo y otro monovarietal albariño de Val do Miño. En la próxima edición se podrían incorporar a esta actividad los vinos de Terras de Navia, cuya inclusión como Indicación Xeográfica Protexida acaba de ser aprobada.