Entrevista | Manuel Barreiro Jefe de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del CHUS

“En la microbiota y en el Amazonas hay mucha flora que apenas conocemos”

Manuel Barreiro, jefe de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del CHUS

Manuel Barreiro, jefe de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del CHUS / Cedida

La Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago que dirige el doctor Manuel Barreiro acaba de revalidar la certificación de excelencia en el abordaje de este tipo de patologías que, según indica el especialista, se diagnostican sobre todo en gente joven, de entre 20 y 30 años de edad. Con unos tres mil pacientes en la actualidad, destaca la importancia de la microbiota a nivel digestivo e intestinal y, aunque admite que a día de hoy es una gran desconocida, calcula que en menos de diez años habrá grandes cambios en este campo.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de enfermedades inflamatorias intestinales?

A la enfermedad de Crohn y a la colitis ulcerosa. Los pacientes tienen una inflamación del intestino, en el caso de la colitis ulcerosa en del intestino grueso, y en la de Crohn puede ser del grueso y del delgado. Es una inflamación crónica, en la que el paciente no siempre está mal, hay momentos en los que está en remisión y otros en los que hay brotes, con dolor y sangrado. De ahí que el tratamiento se centre en dos aspectos, actuar ante esos brotes agudos y, sobre todo, intentar evitar que aparezcan nuevos brotes en el futuro. El tratamiento crónico de mantenimiento persigue precisamente eso, que el colon esté bien y que no haya esos brotes agudos, y es una medicación con la que muchos pacientes van a tener que convivir siempre.

¿Cuál es el perfil de las personas con estas patologías?

Normalmente son pacientes jóvenes, que reciben el diagnóstico entre los 20 y los 30 años, sobre todo en el caso de la enfermedad de Crohn, ya que en la colitis ulcerosa puede darse en un pico de edad un poquito más alto. En cualquier caso, suele ser gente joven a la que se le diagnostica una enfermedad crónica, y que por momentos va a afectar mucho a su calidad de vida, aunque lo que intentamos es que la mayor parte del tiempo se mantenga sin actividad o en remisión para que puedan llevar una vida normal. Hay que tener en cuenta que afecta a profesionales de todos los ámbitos, incluso deportistas, y lo que se busca es que interfiera en sus vidas lo menos posible.

Ser diagnosticado de una dolencia crónica a una edad tan temprana no debe ser fácil de encajar...

No, y sobre todo porque van a tener que tomar un tratamiento de por vida que en casi un 40% de los casos se basa en terapias biológicas, inyectables o subcutáneas, que no es como una pastilla. Es algo que repercute mucho en el paciente y que lleva a que se establezca una relación de complicidad con nosotros muy estrecha, les trasladamos y queremos que sientan que la unidad es su casa, en la que pueden preguntarnos desde cómo puede hacer alguien que va a ir de viaje hasta en el caso de que quiera quedarse embarazada; les da tranquilidad saber que vamos a gestionar para intentar que ese embarazo esté controlado y se lleve a cabo cuando está bien. En la actualidad, tenemos a casi tres mil pacientes y es un porcentaje de población elevado. 

¿Se sabe qué factores pueden ser desencadenantes?

Ése es el gran problema, que no sabemos las causas. Influye un poco la microbiota, la inmunología, la genética, pero tampoco es un gen concreto, con lo que son muchos los factores. Y, al ser tantos, hay muchos tratamientos posibles y hay que ir cambiando porque no existe una diana específica; no es como una celiaquía causada por el gluten o una infección provocada por una bacteria. Yo siempre digo que existe una predisposición de un individuo que puede ser genética o estar en la microbiota, que es tan famosa ahora. Se sabe que el tabaco es muy malo en los pacientes con enfermedad de Crohn, que los fumadores tienen mucho más riesgo, pero no se puede decir que sea la causa porque hay multitud de citocinas y de genes que tienen su pequeño papel, sin que haya una causa concreta. Tampoco se puede decir que sea la dieta porque se ha estudiado mucho y, aunque estoy seguro de que la dieta más industrializada, la comida rápida, juega un papel, no es la causa.

Menciona el tabaco y la dieta, pero no les atribuye un papel fundamental como causantes...

Es que probablemente en alguien que tenga predisposición a sufrir la enfermedad de Crohn la comida rápida es un riesgo, pero tampoco llevar una dieta sana y equilibrada le va a evitar su aparición.  

Ha aludido a la microbiota, “tan de moda”, ¿por qué lo está?

Se está hablando mucho de ella porque es muy importante, sobre todo a nivel digestivo e intestinal. En el intestino, tanto el grueso como el delgado, hay millones de bacterias distintas y unas son buenas y otras malas, pero la gran mayoría son desconocidas. Yo siempre digo que la microbiota es como el Amazonas, un gran espacio donde convive mucha flora, pero no la conocemos toda y no sabemos cómo va a afectar cuando interactúe una con otra. Cualquier mínima alteración, un sangrado, va a hacer que esa microbiota cambie. 

¿Y cómo se puede reconducir esa microbiota?

A día de hoy el tratamiento de recambio de la microbiota no nos vale porque no sabemos mucho, pero yo creo que los fármacos que modulan la información de la microbiota van a tener un papel, se va a poder afinar los días de tratamiento e incluso contar con algún biomarcador relacionado con la microbiota que nos diga los pacientes que responden a un fármaco y los que no. Todavía es algo teórico porque por ahora solo sabemos lo que está en la punta del iceberg. De aquí a entre siete y diez años va a haber muchos cambios.

¿Trabajan en estas líneas de investigación en su unidad?

Sí, tenemos muchas líneas de investigación, algunas muy clínicas, pero también un proyecto con el Cimus liderado por la profesora Mabel Loza, en el que lo que buscamos es ir a una medicina personalizada. Intentamos detectar en las colonoscopias de los pacientes qué fármaco les puede ir bien en el futuro porque hay multitud, pero desgraciadamente no todos los pacientes responden bien a todos ellos. Va a ser muy importante para saber qué paciente responde a cada fármaco. Nosotros hacemos mucha investigación y creo que tiene que estar integrada en enfermedades como éstas en las que no sabemos la causa. Te haces preguntas todos los días y la asistencia está ahí, pero si no innovas, es muy difícil ofrecerles esperanzas con nuevas terapias. 

¿Qué otras destacaría?

Tenemos estudios epidemiológicos sobre si el radón influye en que haya nuevos casos, en colaboración con el profesor Ruano. También sobre técnicas diagnósticas menos invasivas, como puede ser la ecografía intestinal que, evidentemente, no es lo mismo que una resonancia, un escáner o una colonoscopia, y que nos puede resultar muy útil para evaluar la respuesta a las terapias biológicas más potentes. 

Enfermedades inflamatorias intestinales, ¿tienen algo que ver con la sensación de hinchazón que en ocasiones se da tras una comida?

No, eso más bien sería el síndrome intestinal irritable o trastornos funcionales, que también son muy comunes. La gran diferencia es que en las enfermedades inflamatorias intestinales, al hacer una colonoscopia se va a ver úlceras, algo que provoca sangrado. En el otro caso, también son muy molestas y requieren mucha atención por parte de otros compañeros de Digestivo, pero no hay esas lesiones. Aquí el objetivo es que se cubran esas lesiones, que se normalice la inflamación, pero en el otro caso es algo mucho más complejo. Incluso podría tener síntomas parecidos, pero no todo el dolor abdominal significa que hay un crohn. Hay que especificar y tenemos que buscar algo en donde se vea inflamado, que en los análisis tanto de sangre como de heces, que son muy importantes, se observe una inflamación. 

¿Cambian estas patologías a lo largo de la vida del paciente?

Quizás en los pacientes de más edad, al ser una enfermedad inflamatoria, los brotes no son tan graves y hay menos inflamación; pero, por otra parte, como tienen más comorbilidades por la edad, también son muy complejos de tratar porque utilizamos fármacos biológicos, inmunosupresores que son potentes, y debemos combinarlos con sus terapias para otras patologías. 

¿Existen diferencias por sexos?

Prácticamente no hay diferencia. En la unidad tendremos un 51 o 52% de mujeres, pero porque hay más, no creo que haya diferencias como en otras enfermedades.

¿Cómo es en general la adherencia al tratamiento, teniendo en cuenta que suele tratarse de personas jóvenes?

Es algo sobre lo que incidimos mucho, en que hay que seguir tomando el tratamiento cuando se está bien para prevenir un brote en el futuro. El principal peligro es no tomar el tratamiento porque puede conllevar pasar a fármacos más potentes como las terapias biológicas, que son seguras pero exigen que se haga un seguimiento más estricto. 

La unidad que usted dirige acaba de recibir de nuevo la certificación de excelencia, ¿qué supone este reconocimiento?

Es muy importante porque te evalúa alguien externo sobre lo que estás haciendo, examina si el servicio que se presta a los pacientes es un servicio de calidad dentro de los estándares europeos, teniendo en cuenta aspectos como el tiempo en que se tarda en poner otro tratamiento a un enfermo cuando el que estaba recibiendo falla. Y, sabiendo que hemos mantenido la calidad al recibir de nuevo el certificado de excelencia, para nosotros es también primordial saber que cumplimos con los estándares de diagnóstico y que, una vez hecho esto, el paciente puede acudir muy rápido a nosotros, por ejemplo cuando tiene un brote. Tener ese acceso rápido y fácil a nuestra unidad es lo que realmente siente el paciente que le aporta mayor calidad, y es algo que nos ayuda a evitar también que vaya a Urgencias porque, aunque tenemos un protocolo con dicho servicio, intentamos resolverlo nosotros sin que lleguen allí, primero para no congestionar las Urgencias, y después para que tenga la menor afectación en la calidad de vida de los pacientes, ya que suele tratarse de gente trabajadora y plenamente activa.