Las residencias de mayores avanzan en su transformación a auténticos hogares

En la tendencia a la ‘deshospitalización’ o ‘deshotelización’ de estos centros es crucial el nuevo concepto de ‘unidades de convivencia’, analizadas en el Café de Redacción de El Correo, donde la firma Raiola es pionera

Una de las amplias salas de estar de las que dispone una de las tres residencias para la tercera edad que Raiola tiene abiertas en Santiago de Compostela / cedida

Una de las amplias salas de estar de las que dispone una de las tres residencias para la tercera edad que Raiola tiene abiertas en Santiago de Compostela / cedida / xosé ramón r. iglesias

El Correo Gallego retomó este año su habitual Café de Redacción con la mirada puesta esta vez en la tercera edad y los específicos cuidados que necesita, un tema de especial interés en la comunidad gallega, donde el envejecimiento de la población es una de sus principales características demográficas. Bajo el título de ‘Nuevos modelos de cuidados en residencias para mayores. La experiencia de Raiola en Santiago’, en esta ocasión participaron en el debate dos reconocidos expertos en la materia, Marcos Núñez, gerente de Raiola Residencial, y Laura Vilaboy, educadora social en Activiza. Ambos coincidieron en la necesidad de centrar el modelo de cuidados en las personas y en ofrecer un amplio abanico de servicios de la mayor calidad.

Laura Vilaboy, educadora social en Activiza, y Marcos Núñez, gerente de Raiola Residencial / J. R.

Laura Vilaboy, educadora social en Activiza, y Marcos Núñez, gerente de Raiola Residencial / J. R. / xosé ramón r. iglesias

Laura Vilaboy fue la encargada de abrir la jornada y lo hizo centrando su intervención en los nuevos modelos de atención que están en auge desde hace un tiempo y que en su opinión se definen por ser los que se centran en los aspectos humanos. “El modelo del que se viene hablando desde hace tiempo es el modelo de atención centrada en la persona. ¿Qué quiere decir esto? Pues un modelo que nos habla de que debemos personalizar los cuidados en base a la historia de vida de la persona, de sus gustos, de sus preferencias. Y además, la experiencia también nos dice que es muy importante hablar del modelo de relación centrado en las personas. Pues al final estamos interactuando continuamente y esas interacciones tienen un impacto en las personas”, señaló.

“Y paralelamente, a nivel de convivencia –continuó–, en el modelo ambiental, porque al final están viviendo en una residencia que se tiene que considerar un hogar y en un hogar se establecen relaciones, al final todo está muy unido y todo esto requiere de una muy buena organización desde los centros”.

Desde la experiencia propia adquirida en las residencias Raiola en Santiaga, Marcos Núñez incidió en esta idea con una contraposición que a todo el mundo le puede venir a la cabeza: “Se trata de un cambio de mirada, de pasar de modelos que desde otros ámbitos buscan modelos hospitalarios, modelos hoteleros, a modelos más de convivencia en casa, de buscar ambientes y espacios que favorezcan que una persona se sienta más en una casa que en un hotel o que en un hospital. Y esto es muy fácil de entender. A nadie le gustaría vivir en un hospital toda su vida”.

Por este motivo, el gerente de Raiola insistió en esta diferencia de conceptos y abogó por que “dentro de las posibilidades de cada centro, se ofrezcan unas condiciones que hagan que se viva como en casa”. Para que esto sea posible en el día a día, en temas organizacionales, reveló que “nosotros también hemos dado un paso muy relevante en temas arquitectónicos y en temas de diseño”.

“Cuando alguien quiere empezar a trabajar con modelos de atención centrada, pues muy probablemente ya tenga la residencia, el edificio. Nosotros hemos tenido el privilegio, la suerte de poder elegir. Entonces nuestros edificios, nuestras residencias van muy ligados al modelo de atención centrada y esto favorece a todos esos modelos relacionales de los que hablábamos”, dijo, antes de centrarse más pormenorizadamente en los tres centros que Raiola tiene en estos momentos abiertos en la capital de Galicia. “Aquí en Santiago tenemos dos residencias y una vivienda comunitaria. Dentro de la residencia, la que tiene mayor tamaño, San Marcos, tiene ocho unidades de convivencia y está, desde el punto de vista arquitectónico y de diseño, totalmente en línea con lo que nos dicen estos modelos de atención de los que hablamos. Porque ese es un aspecto muy relevante, el diseño y la arquitectura del ambiente”, destacó.

“Como acaba de decir Marcos –toma la palabra la educadora social en Activiza–, la línea es que los centros cada vez se asemejen más a un hogar, pues lo que queremos es que la persona en el momento en el que se vaya a vivir a un centro no tenga que empezar de nuevo, sino que continúe con su proyecto de vida. Lo que se pretende es que en los centros las personas se sientan como en casa, que sientan el espacio acogedor, hogareño, un lugar donde se permita esa accesibilidad y seguridad, que la persona se sienta en total confianza y que se sienta como en su casa”.

Y continuando en esta línea argumental, ambos intervinientes pasaron a explicar al detalle en qué consisten las unidades de convivencia y qué beneficios tienen. “Sobre las unidades de convivencia –comenzó Vilaboy–, la experiencia dice que lo ideal es que vivan entre 12 y 15 personas. Al final es un espacio como su vivienda para toda la vida, donde los residentes comparten espacios comunes, como una sala, un comedor, y donde todos intentan potenciar esa autonomía e independencia de la persona, donde también puedan participar los agentes del cuidado y ya no solamente los profesionales que están acompañándolos en el día a día, sino también sus familias, la comunidad”.

“En nuestras residencias –terció Marcos Núñez–, tenemos unidades de convivencia de 12, 14 y 16 personas que incluso se pueden reducir en función de la cantidad de habitaciones individuales que cada familia nos demande. ¿Qué hacen estos modelos? Estos modelos evitan, por ejemplo, que una persona coma, desayune, meriende y cene toda su vida rodeada de cien personas a las que no conoce en un comedor único, inmenso, precioso, apoteósico, pero, como dicen algunos compañeros míos, a nadie le gustaría vivir en una boda permanentemente. Entonces, en estas unidades de convivencia lo que consigues es que las personas coman en entornos facilitadores, en entornos pequeños, que todos nos conozcamos, que los trabajadores que están ayudando a esas personas también los conozcan perfectamente, que no se encuentren con gente que no conocen, que no saben cómo les gusta comer, que no saben cómo les gusta sus apoyos, etcétera”.

Y volviendo sobre la trascendencia de los aspectos constructivos, el gerente de Raiola destacó “un tema muy importante en la parte de la arquitectura” como es que “las residencias que tienen espacios demasiado grandes, al contrario de lo que parece, van en contra de la socialización de las personas y van en contra de la intimidad de las personas. En un espacio donde tienes cien personas a tu alrededor es más fácil que te encuentres solo que en un entorno donde tienes tus 12, 13 ó 14 personas de siempre, las mismas personas que siempre te ayudan. Con lo cual, las unidades de convivencia, al contrario de lo que se dice o tiende a considerar, favorece esa intimidad, favorece la socialización, los ambientes agradables”. Y, en este sentido, puso como ejemplo la residencia Raiola en la compostelana zona de San Marcos, donde “si entras, percibes una calma que muy probablemente no percibes en otras residencias. Los trabajadores van a un ritmo mucho más calmado porque conocen perfectamente a las personas, saben qué necesita cada una, pueden prever cuando una persona, evidentemente estamos hablando de personas que sufren demencias, que tienen problemas, pues pueden prever cuando una persona no se está sintiendo cómoda o sí se está sintiendo cómoda. La arquitectura es un elemento fundamental para favorecer todo este tipo de cuestiones”.