Cuando la comida es una tortura

Fátima Pérez, directora de la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña, ha experimentado en su centro un incremento de pacientes tras la pandemia

Un grupo de pacientes de ABAC reunidos durante una sesión.

Un grupo de pacientes de ABAC reunidos durante una sesión. / ABAC

Las enfermedades no distinguen de sexo, edad o nivel social, y las que afectan a la salud mental, tampoco. Existe una falsa creencia que atribuye problemas como la anorexia o la bulimia a un tipo muy específico de personas: chicas jóvenes a las que les importa más que nada su aspecto físico, especialmente porque se dedican a profesiones como el modelaje, en las que la talla importa, y mucho (ahora existen modelos con cuerpos distintos pero sen dan pasos de hormiga al respecto). Pero esto es una generalidad, la realidad es que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) abundan fuera de ese prototipo.

Fátima Pérez, directora de la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (ABAC), ha hablado para EL CORREO GALLEGO con ánimo de romper muchos de los estigmas que rodean a estas afecciones. “Lo cierto es que la mayoría de pacientes de nuestra asociación son mujeres, el 95%, y de ellas el 60% tienen entre 18 y 25 años, pero fuera de este rango de edad hay mucho más”. De hecho, la paciente más joven de ABAC tiene tan solo 12 años y la mayor 64. Además, hay que tener muy en cuenta que atienden a un 5% de hombres. “Los profesionales estamos detectando un aumento de hombres que solicitan ayuda. Hay un cambio de paradigma, ya que a ellos también se les empieza a exigir un determinado aspecto físico”, cuenta Fátima.

La pandemia y el auge de las redes sociales (que se han potenciando todavía más durante el confinamiento) han sido en buena parte “culpables” de un notable incremento de ingresos en asociaciones como ABAC de A Coruña. Dicha entidad, que ofrece un tratamiento interdisciplinar a los pacientes con TCA, revela que antes de la crisis sanitaria, en 2019, tenían una media de 83 pacientes mensuales, frente a los 145 de 2022. “Han aumentado en 62 al mes en tan solo tres años”, explica. Y el aumento ha ido también año a año a lo largo de la pandemia: “En enero de 2021 teníamos 129; en enero del año pasado, 136, y actualmente atendemos a 147 pacientes”.

Además algo que preocupa bastante es que entre los profesionales de la salud tienen constancia de un gran incremento de casos de TCA entre jóvenes menores de 12 años. “Los datos que da el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, todo un referente en este ámbito, es que atienden ya a un 15% de menores de 12 años con trastornos de alimentación”. “Es algo muy inusal, la horquilla se amplía”, indica Fátima.

La anorexia o la bulimia son los TCA más conocidos entre la sociedad, pero hay muchos más. “El segundo que más tratamos en ABAC es, después de la anorexia, el trastorno de la conducta alimentaria no especificado. Y es que estas afecciones no son puras, pueden empezar por anorexia, y luego convertirse en bulimia o no especificado”, cuenta. Estos cambios pueden hacer larga la enfermedad, pero no imposible de erradicar. “Si el tratamiento se hace adecuadamente no tiene que haber recaídas”. “Nosotros somos muy cautos a la hora de dar el alta para evitarlas”. De todas formas, mantiene que hay casos en los que el tratamiento perdura hasta los 4 años, eso sí, en los dos últimos las consultas son muy puntuales.

Cuando el paciente ha salido de la enfermedad, cuenta la directora de ABAC, a veces “años después vuelven porque están viviendo una situación complicada como una muerte y temen recaer. Vienen ellos mismos para prevenir”.

Tratamientos

En la consulta existen pacientes que solamente tienen citas semanales con el psicólogo y el dietista-nutricionista y otros que se quedan a comer para reeducar sus malos hábitos. Pero llegar hasta este punto no es fácil. “El paciente con TCA tiene poca conciencia de enfermedad”, declara Fátima. “Muchas veces son padres, amigos o familiares los que llaman preocupados porque han detectado unas conductas extrañas”. Recalca que cuando se trata de adolescentes, los padres deben estar atentos a señales como hacer dieta o controlar mucho lo que se come, hacer un deporte excesivo... “No hay que crear alarma social respecto a esto, a veces hay cambios en ellos que son propios de la etapa pero hay que vigilar”. La ayuda que ofrecen asociaciones como esta es vital para recuperarse. Por ello, desde ABAC piden a las administraciones colaboración para poder trasladarse a un local más amplio en el que dar cabida al creciente número de pacientes y para poder contratar a un psicólogo más.

Hoy en día la visibilidad de este tipo de problemas no tiene nada que ver con antaño, cuando los trastornos apenas eran reconocidos como tales. Actualmente tienen nombre y apellidos y en ello, considera Fátima, la pandemia ha tenido mucho que ver. Y es que a raíz de los meses de encierro y del consiguiente efecto en la sociedad “los medios han empezado a hablar de salud mental. Se escucha y se lee sobre ello y la gente pide recursos. A veces se banaliza, pero sale a la luz, que es lo importante”, señala Fátima.

Porque ante un TCA lo primero, siempre, es lanzar un grito de auxilio, buscar la mano amiga que te escuche, que te entienda y que te acompañe a buscar ayuda profesional. Y ya el siguiente paso es luchar por superarse cada día, sin prisa pero sin pausa, hasta que la enfermedad se quede reducida a un simple mal recuerdo.