Entrevista | Miguel Conde-Lobato Escritor y creativo publicitario

“Todos nos hemos visto alguna vez en el dilema entre ambición y dignidad”

Todas las palabras pueden ser malditas, incluso las más bellas, como libertad o amor, “porque en su nombre se cometen las mayores atrocidades”, asegura el escritor, que firma una novela en la que el suspense está desde su primera línea hasta el final.

Miguel Conde-Lobato

Miguel Conde-Lobato / Cedida

Miguel Conde-Lobato (Caracas, Venezuela, 1963) reparte su tiempo entre la publicidad y la escritura. Palabras Malditas (Ediciones B, de Penguin Random House) es su tercera novela, un thriller en el que envuelve al lector de la misma manera que la niebla envuelve la ciudad en la que se desarrolla, Estela, y que no permite ver, hasta el final, quién es el asesino/a/os/as. El también publicista la presenta mañana en Santiago acompañado de Roberto Vilar y Moncho Fernández.

Presenta su tercera novela mañana en Santiago. ¿Cómo prefiere etiquetarla? ¿Como novela negra, policíaca, thriller?

Thriller, sí, me parece más genérico. Se ha convertido en una etiqueta más clara, que es intriga, policíaca. En Argentina le llaman un policial. También me gusta mucho el término.

El viernes estará con usted el presentador Roberto Vilar y Moncho Fernández, entrenador del Obradoiro. ¿Por qué esta elección lejos de la literatura?

Cuando escribo intento primero escribir bien e insertar reflexiones, verdades sociales. Pero el reto también es entretener. Y estas dos personas tienen un reto muy parecido, porque no solo se trata de ganar sino también hacerlo de una determinada manera o hacer reír sino hacerlo de una determinada manera y con una constancia. Siempre me pareció que el mundo del literario es un poco endogámico, y a mí me gusta contar con perfiles como ellos.

La protagonista de Palabras Malditas, Edén, es una buena profesional y una buena persona, pero no es ejemplar. ¿Es más realista que la protagonista no sea perfecta?

Todos sabemos, excepto a una edad muy temprana, que no hay nadie perfecto. Y sabemos lo que pensamos. Aunque actuemos bien, todos conocemos lo que nos pasa por la mente antes de tomar la última decisión. Y eso es un poco lo que he querido reflejar, esas contradicciones que puede tener una persona como ella, que además tuvo un pasado difícil y unas circunstancias vitales que le marcan. Fe una niña que vivió con miedo. Y una de las reflexiones que nos hacemos es si el miedo te puede marcar para siempre. De alguna manera casi es imposible que no te marque y no te haga ser de una determinada manera. De hecho, ella es policía precisamente luchando contra su sombra. Pensó: o me voy para un lado o me voy para otro. Pero estaba tan desesperada que tenía que decidir y decidirse por un lado que cree que es el bueno. 

Mujer con contradicciones…

Ella tiene esas contradicciones. Tiene ambición, porque cuando la nombran se da cuenta de que está siendo utilizada y sin embargo pueden sus ganas de aprovechar el caso soñado en una ciudad tranquila, aburrida, donde ser policía es poco más que mediar en líos cotidianos de poca monta. Entonces en esa tensión entre ambición y dignidad nos hemos visto todos, en ese dilema, alguna vez en la vida.

En la novela le hace un guiño a Antonia Scott, la protagonista de las últimas novelas de Juan Gomez-Jurado, a la que iguala además con Sherlock Holmes…

Es que Antonia Scott es un buenísimo personaje. Hace falta tener mucho talento, y Juan lo tiene, para crear un personaje de ese perfil. Y me parece que, además, tiene en común con Sherlock Holmes esa enorme capacidad intelectual. Son verdaderas máquinas superdotadas, cerebrales. Y por eso uno de los personajes dice, “oye, no hace falta ser Antonia Scott o Sherlock Holmes para haberse dado cuenta”. Creo que tienen superpoderes parecidos.

Cada parte de la novela comienza con una palabra que define cosas hermosas como libertad, virtud o belleza, frente a los tatuajes de los asesinados (puta, marica, bastardo). ¿Cuáles son las palabras malditas del título, unas u otras?

Posiblemente sean ambas. Algunas tienen la maldición de que son palabras maravillosas, sin embargo en su nombre se cometen los mayores crímenes y atrocidades. Yo hago una reflexión al principio, y digo que son palabras condenadas a ser la antesala de la codicia, los excesos, el dolor, a veces del crimen, y que, de alguna forma, las empañan. ¿Cuántos crímenes, violencia contra mujeres, se han escudado en el amor?

¿Y las palabras de los tatuajes?

Por supuesto, las palabras con las que el asesino denigra a las personas. El estigma, ¿no? El daño que va más allá del hecho físico, el hecho moral, que cuenta con un cómplice en la novela. Una de las protagonistas es la ciudad, que hace que lo confirme con una repercusión el estigma, que lo hace verdaderamente poderoso. Uno de los personajes, Tangata, dice que la sociedad tiene el alma negra. Y esa alma negra nos sale en esos momentos en los que le robamos a la gente la posibilidad de mejorar, de redimirse, de cambiar para uno mismo y para el conjunto de la sociedad.

Es que la sociedad en la que vivimos clasifica a las personas en grupos sin siquiera conocerlos.

 Sí. De alguna manera a mí me gusta escribir siempre con un telón de fondo social, aparte de que el viaje de los protagonistas sea interesante. A veces soy un autor que me obsesiona el ritmo, me obsesiona que la dosificación de la información sea siempre muy intensa y que la gente se divierta. Y cuando no lo consigo es porque no lo he sabido hacer, pero lo busco realmente. Está claro que hay una parte del telón de fondo que es el agravio que supone el estigma, el etiquetaje. Hay un término que utiliza uno de los personajes: el tagdemonium, el demonio de los tags, de las etiquetas, que vive en la sociedad de forma permanente. Esa parte en la que somos corresponsables porque un insulto solo es eficaz, hiriente, si la sociedad le da importancia. En el momento que la sociedad no le da importancia, se desactiva. Y esto es un poco lo que hay de fondo, todo esto que puede ser un trasunto de los etiquetajes y de la violencia que existe a veces en las redes sociales.

Resulta curioso que llame a la protagonista Edén, que remite a un lugar, al paraíso, y a la ciudad, Estela, que bien podría ser el nombre de una mujer.

Me lo comentó Juan Gómez-Jurado en la presentación del libro en Madrid. Yo he puesto el nombre de Estela a la ciudad, porque Estela en gallego significa una especie de lápida grabada con un texto. Es la forma en la que las víctimas se ven agraviadas. Y remite un poco a la estela, al campo de estrellas. Y en el caso de Edén es un motivo un poquito más complejo que hay que leer en la novela. Ella se cruza con un personaje y ese personaje tiene unas motivaciones en las que Edén significa cosas. Sí.

Además de escritor, se define como director creativo, productor y realizador de cine publicitario. Al final, un spot consiste en contar una historia que enganche al espectador. ¿Es el mismo proceso creativo? 

Hay un ingrediente común, que es la capacidad creativa. Puede ser el combustible común. Pero una campaña de publicidad es una tarea de equipo que empieza por el cliente y el producto. Lo que está en el centro es el producto o la marca. Nosotros lo que hacemos es poner nuestro talento para conseguir unos objetivos comerciales. En una novela lo que está en el centro es el lector y tú estás solo, a pesar de que hay un equipo y te ayuda y te aconseja, pero realmente en una novela estás solo y además hay un diálogo con el espectador. Y después los formatos, el de la publicidad es más corto, donde la síntesis lo es todo.

Pero usted se encuentra cómodo en la síntesis…

A mí se me nota que me siento cómodo en la síntesis y en las frases cortas, pero tienes que tener la capacidad de describir las atmósferas, los personajes, para que el lector se haga una composición de lugar. Aunque todo lector pone mucho de sí cuando lee y completa la obra que tú sugieres, los paisajes, no todos lo ven lo mismo. El aspecto físico de los personajes no coincide al cien por cien, pero sí tienes que darle las pautas para que entiendan cómo vive, cómo se desarrolla, cómo siente y por qué está pasando lo que está pasando.

Si llevase al cine Palabras Malditas, ¿qué actriz podría hacer de Edén? Sería muy difícil encontrarla.

Hay alguna. No tiene un físico estándar, pero yo estoy un poco aburrido de que todas las policías sean guapas y frágiles. Edén es una mujer grande, con una talla grande, y es una mujer que además vive su feminidad en una forma no demasiado estándar. Sin dejar de ser una mujer maravillosa. Hay algo de rebeldía también en ella,  sufre por tener un aspecto físico determinado. No es aceptada de una forma sencilla y uno de los problemas de su niñez, el bullying que sufrió, es precisamente por su aspecto físico. No es casual su aspecto. Su compañera es más guapa, más pequeña, más simpática. Es el contrapunto para que el lector se dé un respiro de la densidad que puede tener una persona diferente y la historia fluya más entretenida. Pero sí, hay dos o tres actrices que podrían interpretarla. En la vida real sí que hay muchas mujeres así.

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