José María Barreiro: "Siempre he pintado lo que he vivido"

El Museo de la Cidade da Cultura acoge una retrospectiva del pintor que es el culmen de toda una trayectoria

José María Barreiro

José María Barreiro / cedida

Eva Vázquez Lima 

Se abre una ventana. Brilla el sol que nos da en la cara. Al fondo la isla de Ons, el mar de la ría de Pontevedra y el cielo de Bueu son de un azul intenso. Dentro del estudio suena el Adagio de Albinoni.  

Es día trece de septiembre. Hace calor y Barreiro, al que trato de usted y llamo por su nombre de pila, nos recibe vestido con una guayabera. Hace un mes que se sometió a una intervención quirúrgica y su rostro octogenario refleja un consecuente cansancio que el artista se empeña en disimular. Es activo y vital. Dibuja, pinta, esculpe, canta y también narra una vida llena de colores. Está pletórico, en poco tiempo se inaugurará la exposición de las exposiciones con toda su obra. Así que su reciente paso por el hospital no le impedirá ayudarnos a preparar el estudio para la grabación de la entrevista: carga con los trastos, nos dice dónde debe situarse cada objeto: el gramófono, las flores, la guitarra, el acordeón, la paleta, el libro. Dentro del desorden todo estará en su orden. Los grises se transformarán en vivos colores, como siempre ha sido su trayectoria vital y artística. Hoy no va a ser menos. 

De hecho, José María Barreiro (Forcarei,1940) no quiere saber de grises. Lo suyo es el color, el del mar, el de la música, el del circo, el de la mujer vestida y también desnuda. El color es su vida, “siempre está en mi cabeza”, asegura. “Me gusta la pintura sensible que de tranquilidad, calor y alegría” y otros estímulos quedan fuera para el artista “no quiero provocar nada desagradable, quiero transmitir –al menos- una pizca de mi alegría”. 

Un pintor “debe tener personalidad” me dice mientras da unos trazos en una tela en blanco. Tengo la sensación de que improvisa y me impresiona la rapidez con la que en una breve conversación transforma el tapiz en una obra de arte. Se lo comento y no duda en la respuesta “el proceso de creación, a veces es duro, pero me gusta laespontaneidad. Preparo la pintura y con el pincel voy a la tela.  Busco una obra limpia, transparente. Si observas cualquiera de mis telas al trasluz sabes por donde ha pasado el pincel”. 

Pero lo que ahora parece sencillo está cargado de experiencias “uno se alimenta de cotidianeidad” me dice Barreiro. Un día a día compartido con Lugrís y Laxeiro que, además de inspiración, fueron buenos amigos en un viaje con largas estancias e idas y vueltas por París, Buenos Aires, Brasil, Uruguay, Chile y Estados Unidos hasta instalarse definitivamente en la parroquia de Santa María de Cela (Bueu, Pontevedra). 

“Siempre he pintado lo que he vivido. Por eso, cuando se llevan uno de mis cuadros se llevan también una parte de mi vida” 

Vivencias es su muestra antológica ahora expuesta hasta el mes de mayo en el Museo de la Cidade da Cultura de Galicia.

Antes de despedirnos le formulo una última pregunta. José María Barreiro, esta gran exposición es el culmen de toda una trayectoria, ¿cómo le gustaría ser recordado? “Como persona, como persona que no ha hecho mal a nadie”. Se emociona. “Persona y artista es lo mismo”, concluye.