Una brecha en la generación Z: los más jóvenes pasan de las redes sociales

No suben fotos de forma pública y han desarrollado su propio método para “estar presentes en el mundo”

Los perfiles de los más jóvenes no disponen de publicaciones

Los perfiles de los más jóvenes no disponen de publicaciones / Adriana Quesada

La generación Z está comprendida por aquellas personas que nacieron entre 1995 y el 2010. A pesar de que todos somos individuos distintos con formas de pensar y de comportarnos marcadas por factores como lo son la educación y el entorno, nuestro contexto temporal también tiene mucho que ver en la formación de la personalidad.

Las distintas generaciones tienen trazos comunes y comportamientos que los delatan. Sin embargo, la generación Z, y todas las demás, tienen una serie de años de diferencia entre sus miembros: no es lo mismo alguien nacido a finales de los 90 que una persona del 2008. Con esa palpable diferencia, que sobre todo se nota en el uso de las tecnologías, los miembros de esta generación tienen grandes puntos contradictorios y, uno de ellos, es el referido al uso de redes sociales.

Para los nacidos en los 2000, Instagram empezaba a usarse de forma más habitual cuando estaban en la ESO. En aquel momento reinaban las fotos sacadas con Retrica con colores amarillentos, los mostachos pintados en el lateral del dedo índice –que muchos agradecen no haberse llegado a tatuar– y los estampados de galaxias en gorras y mochilas. Sin embargo, para los nacidos un par de años más adelante, esta red social llegó cuando eran aún más jóvenes y ya estaban los perfiles estéticos donde la gente no muestra su vida real, sino solamente el lado bonito o, directamente, falso.

Luis lo tiene claro, es de las primeras generaciones que usó Instagram y ve fácilmente cómo la plataforma ha ido cambiando: “Antes se subía cualquier cosa, pero después con el tema de las influencers todo cambió y los perfiles pasaron a ser eso: cartas de presentación”. También tiene una cuenta secundaria, un perfil donde comparte aquello que no quiere que vea todo el mundo: “No subo fotos malas, simplemente cosas que no creo que deban ir en esa carta de presentación de la que hablo”.

Alia tiene 22 años e Instagram desde su adolescencia, al igual que muchas personas, dispone de dos perfiles: uno público y otro privado y, en ambos, sube publicaciones de todo tipo. “Cuando se puso de moda tener la privada yo ya la tenía y era donde subía las cosas que solo quería que vieran mis amigos”, explica. Hay que tener en cuenta que, en los inicios de Instagram, la herramienta de storys no existía y solamente se compartían publicaciones: “Luego con lo de las historias me parece que lo que subes a publicaciones son cosas que quieres destacar, que se vean, y a historias cosas más de andar por casa”.

Clara tiene 17 años y usa Instagram desde hace un tiempo, no tiene ninguna foto publicada en su perfil pero sí dispone de una gran colección de historias que la gente puede consultar si quiere. Al igual que Alia, tiene una cuenta privada, pero su concepción de las redes sociales y el uso de Instagram es completamente distinto: “Tengo una privada donde sí que subo fotos, en la pública no lo hago porque me da vergüenza, no son adecuadas como para que las vea tanta gente”.

Esto despierta preguntas para aquellos que sí suben publicaciones: Si no quieres tener presencia en redes y que solo te sigan tus amigos, ¿por qué no disponer únicamente de una cuenta privada en la que compartir esas fotos?: “Pues porque también quieres estar presente en el mundo”.

“Unha publicación é algo moi serio, unha historia, se non che gusta, ás 24 horas bórrase e xa”, explica Antía, que tiene la misma edad. Sus amigas también están de acuerdo: “Una foto es algo elaborado, especial, por así decirlo”. Es por eso que los perfiles de las personas que tienen esta edad no disponen de ni una sola publicación subida mientras que las historias se pueden consultar por decenas.

Además de esto, Lucía destaca la privacidad de las interacciones que tiene una historia al momento de publicarla: “Si alguien te pone un comentario lo ves solo tú, pero si es en una publicación lo ve todo el mundo. Así también consigues hablar con gente diferente, porque la gente no te va a escribir a Instagram ‘por la cara’ ya que sería raro, pero votar a una encuesta o responder a una historia es mucho más natural”.

Jerarquías y ligues

“Subimos historias a la pública como excusa para que nos hablen”, explica Clara. Lo que tienen es un esquema jerárquico por el que, dependiendo de la relación con la persona, puedes seguirla en unos u otros perfiles.

“La historia es que una persona no te va a hablar de la nada, eso es raro. Así que tú subes una historia a la que te puedan responder con lo que sea y, a partir de ahí, inicias una conversación”, explica. Sin embargo, esto no es tan extraño ni novedoso como pudiera parecer: “Yo soy la primera que he subido una historia para que X persona me respondiera, las redes sociales al final se terminan por convertir en plataformas solo para ligar”, admite Alia.

Pero lo que hacen Clara y sus amigas es un poco más complejo que subir una foto en el espejo y esperar a que el chico que les gusta les diga lo guapas que están o que han escogido una buena canción de fondo. “Una vez ya lleváis hablando un tiempo lo invitas a que te siga en la privada, que es donde va a ver todas esas fotos que haces con tus amigas y de fiesta que no quieres que pueda ver cualquiera. Después de eso, si te gusta de verdad, terminas por meterlo en ‘mejores amigos’”.

‘Mejores amigos’ es una opción de Instagram por la que un grupo reducido de personas que te siguen pueden acceder a contenidos que subes exclusivamente para ellos. La función es la misma que tener una cuenta privada en la red social, pero pudiendo gestionarlo todo desde el mismo perfil.

Mientras los más jóvenes meten a aquellos a los que quieren llamar la atención en ese apartado de su cuenta para que se fijen más en ellos, el otro lado de la generación Z hace las cosas de una forma distinta: “Yo subo cosas de mi vida que me parecen ridículas o absurdas, más que para ligar es para que la gente que me sigue se ría”.