Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Nacido en Fisterra, caído en Malvinas

El único español muerto en la Guerra de Malvinas se llamaba Manuel Olveira y era gallego. Había nacido en la Costa da Morte de A Coruña, exactamente en Fisterre, trabajaba como marinero a bordo del buque de la Marina Mercante ARA “Isla de los Estados” y su cuerpo todavía se encuentra en el fondo del océano Atlántico: el 10 de mayo de 1982, en pleno conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña, el barco fue atacado sorpresiva e ilegalmente en la oscuridad de la noche. La fragata inglesa HMS Alacrity lo bombardeó sin piedad, dejando un saldo de 14 civiles y 10 militares fallecidos. Solo hubo dos supervivientes, entre ellos el también gallego Alfonso López.

La relación con el mar de Galicia es histórica, por eso no es de extrañar que aquellos emigrantes que llegasen a Argentina siguieran ligados a sus antiguas labores en embarcaciones. Así sucedió con Manuel Olveira, que nació en Fisterre de la provincia gallega de La Coruña, el 3 de diciembre de 1934. Allí vivió hasta los 23 años, cuando en 1957 decidió continuar su vida del otro lado del mundo. Desde su llegada a Buenos Aires se instaló en Lanús, un barrio del sur del conurbano bonaerense donde también residían muchos otros inmigrantes del norte de España y pronto consiguió trabajo como marinero, continuando con sus antiguas experiencias.

Con su espíritu de hombre de mar y la vocación siempre a cuestas, la guerra de Malvinas lo sorprendió a principios de abril de 1982 trabajando a bordo del ARA (Armada de la República Argentina) “Isla de los Estados’’ en las aguas del sur del Mar Argentino. Y si bien pudo haber optado por desembarcar en el puerto de Bahía Blanca, “Manolo” decidió seguir en la embarcación transportando mercaderías a los soldados argentinos que disputaban la guerra en el territorio de las Islas Malvinas. Antes del conflicto llevaba maderas a las islas y traía ovejas al continente, concretamente 680 kilómetros hasta el puerto de Río Gallegos, en la provincia de Santa Cruz.

Cuando comenzó el enfrentamiento, el Gobierno de Argentina pidió colaboración a los buques de la Marina Mercante, que en algunos casos llegaron a actuar como espías de guerra (como el caso del pontevedrés Fernando Otero, ya contado en estas páginas) y en otros, con la obligación de transportar de transporte de víveres. El Isla de los Estados cumplía puntualmente la función de llevar combustible y elementos sanitarios dentro de un acuerdo establecido entre ambos países beligerantes. Pese a esta situación previamente pactada para que no hubiera víctimas civiles, un mes después de haber llegado a la capital de las islas fue atacado a traición por una fragata inglesa.

Los piratas ubicaron al barco mercante en el Estrecho de San Carlos (que divide ambas islas) y lo bombardearon ilegalmente y sin preaviso alrededor de las 22 horas cerca de Puerto Mitre. Al mando del Capitán de Ultramar Tulio Néstor Panigadi, el ARA “Isla de los Estados’’, de 80 metros de eslora, recibió varios impactos de misiles, comenzó a arder y en menos de diez minutos estalló por los aires. La gran mayoría de la tripulación murió en ese mismo momento: los atacantes ingleses, que habían disparado con un cañón de 4,5 pulgadas huyeron velozmente de la zona del conflicto y ni siquiera cumplieron con los códigos de los marinos de rescatar a los náufragos, creyendo que estaban rodeados de otros barcos argentinos. De los 28 tripulantes solo 5 pudieron escapar del ataque y la explosión, entre ellos los gallegos, Manuel Olveira y Alfonso López. Con los botes salvavidas inutilizados, los sobrevivientes pudieron inflar un par de balsas inflables y lanzarlas al mar para luego saltar arriba desde el puente del barco. Hacia la primera que tiraron al mar, se arrojó con éxito el Capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola y luego lo siguió el marinero Omar Sandoval que a oscuras tropezó con una baranda, golpeó contra el lateral del barco e inconsciente, murió ahogado al caer el mar gélido. El último en hacerlo fue Alfonso López, que no sabía nadar; afortunadamente cayó adentro de la balsa y lentamente comenzaron a remar hasta alejarse del barco ya casi sumergido.

Ambos lograron alcanzar un pequeño islote llamado Cisne en el estrecho de San Carlos y en ese lugar debieron soportar temperaturas bajo cero. Sobrevivieron tomando agua de lluvia y comiendo lo que encontraran, hasta que una semana más tarde los rescató otro buque mercante, pero esta vez inglés: el Forrest, que realizaba tareas para la Falkland Islands Company, una empresa propiedad de Margaret Thatcher y su marido, que comercializaba materia prima de tierras que histórica y geográficamente siempre pertenecieron a Argentina. López (que llegó al país a los 15 años desde A Coruña) tras sobrevivir al hundimiento no tuvo miedo de volver nuevamente a trabajar en su profesión y siguió en el mar como contramaestre hasta concretar su jubilación en el año 1992, falleciendo en septiembre del año 2005. Y al Capitán de Corbeta Alois Esteban Payarola, que actualmente vive en Buenos Aires, se le entregó la Medalla al valor en combate, la segunda más alta condecoración militar propuesta por la República Argentina.

Según declaró el Capitán Payarola, llegó a divisar que antes del hundimiento, a la segunda balsa alcanzaron a subirse el fisterrán Manuel Olveira y el marinero Antonio Máximo Cayo mientras los sobrevolaba un helicóptero británico modelo Linx. Sin embargo, el bote inflable no llegó a la costa, nunca fue hallada la balsa ni tampoco los restos de ambos héroes, que hasta el día de la fecha descansan en el fondo de las heladas aguas del Mar Argentino. Mientras tanto, la infame fragata inglesa HMS Alacrity se marchaba a toda máquina de la zona sin reparar en si habría sobrevivientes al bombardeo ni brindar ningún tipo de ayuda. Los testigos y expertos con amplios conocimientos en rescates de guerra aseguran que si lo hubiera hecho, muy probablemente Olveira y Cayo permanecerían con vida.

De esta manera, en total murieron veinticuatro héroes (14 civiles y 10 militares) por culpa de los demenciales actos de deslealtad de la flota inglesa en general y de la fragata Alacrity, en particular. Formando parte de los 649 patriotas argentinos que ofrendaron sus vidas en Malvinas, el gallego Manuel Olveira es el único español que falleció en Malvinas. En Lanús, el barrio que eligió para vivir en Buenos Aires, tuvo su merecido homenaje en septiembre del año 2008, cuando rebautizaron en su nombre la plazoleta de las calles Remedios de Escalada y Concejal Noya. En el acto, organizado por las agrupaciones Sociedad Finisterre en América, Hijos de Porto do Son y el Centro Gallego de Avellaneda, fue inaugurado un monumento y se colocó una placa que lo inmortaliza con la frase “Manuel Olveira, un gallego enorme”, mientras un grupo de gaiteros aportaba la música de su tierra natal a la ceremonia. Manolo, como lo llamaban sus amigos, nació en Fisterre, cayó en Malvinas y al momento de su muerte tenía 47 años y 3 hijos. Héroe de guerra, dio la vida por Argentina y su historia merece ser plenamente reconocida.

20 nov 2022 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
Tema marcado como favorito