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A caballo entre Padrón y Dodro, cuenta con 7 hectáreas de terreno, un palacete de principios del siglo XX y una casa de labranza con hórreo // Fue el sueño de José Pérez Artime TEXTO Arturo Reboyras

Cadaví, la finca solariega que busca un ‘novio’

Cada vez que Antonio Pérez Rey visita la Finca de Cadaví (suele hacerlo todas las semanas) vive sentimientos encontrados. Por un lado, se le cae el alma a los pies; y por otro, le invade una sensación de orgullo y satisfacción por lo que consiguieron sus antepasados. Paseando por sus largos senderos, cubiertos de frondosos árboles autóctonos que en primavera regalan una explosión de color, no puede evitar recordar con nostalgia los gloriosos tiempos de esta propiedad, cuando su abuelo, José Pérez Artime, insigne empresario radicado en Padrón, disfrutaba de sus veranos en el palacete que construyó en una parcela de siete hectáreas que compró al lado de la su hermano Isidoro, la emblemática Finca El Carballal, en la que este también tenía una casa solariega para los meses del estío.

A caballo entre los municipios de Padrón y Dodro, el Cadaví es una referencia en la comarca del Sar por todo lo que representa históricamente y también por su localización en la ladera del monte Santiaguiño. Desde sus rincones más altos, o mismo desde la gran galería, antigua sala de billar, que tiene la casona en la planta superior agrada la vista con una panorámica inigualable del valle bañado por los ríos Sar y Ulla, donde es abundante el verdor natural.

“El origen de la familia en Padrón se remonta a Isidoro de la Riva, un industrial que procedía de Ortigosa de Cameros, un pueblo de La Rioja. Se estableció en la villa en 1830 para fabricar tejidos de lino y algodón”, explica Antonio en conversación con EL CORREO GALLEGO, antes de añadir que el empresario riojano era tío-abuelo de su abuelo.

Lejos del alboroto y las fiestas que se celebraban aquellos veranos en los que al abuelo José le encantaba rodearse de sus hijos y nietos, el Cadaví es hoy un remanso de paz, en el que tan solo se oye el canto de los pájaros. Antonio, sus hermanos y primos tratan de mantener lo mejor posible la propiedad, aunque a veces se convierte en una misión difícil por sus grandes dimensiones. Cuenta con dos casas, una de labranza, que ya estaba en la parcela cuando José Pérez Artime la compró; y el palacete de los años treinta que fue la residencia vacacional de la familia.

Actualmente, la casona, que conserva en perfecto estado sus robustos muros exteriores de piedra de cantería, “extraída de montañas de la comarca”, sufre un deterioro preocupante en el interior. Y es que ha sido más de una vez víctima de los vándalos. No obstante, todavía se pueden apreciar las maderas nobles que adornaban las paredes del comedor de gala, o que entablaban la escalera que conectaba las tres plantas de la mansión. También los restos de unos cuartos de baño como los que no había en la época en la inmensa mayoría de las casas de la zona, y que a Antonio Pérez le traen al recuerdo “unos calambrazos tremendos por algún contacto que se debía producir de agua y electricidad en la alcachofa de la ducha”.

A partir de 1975, tras el óbito del primer propietario y su mujer, Matilde Priegue, sus hijos se turnaron el disfrute de la finca durante los veranos hasta 1990. “Mi padre fue el último que hizo algunas reformas en el edificio para adaptarlo a los tiempos”, comenta Antonio. Tras su cierre definitivo, la casona empezó un proceso de deterioro, del que fueron testigos muchos niños padroneses y lestrovenses que no podían evitar la tentación de adentrarse en el largo túnel que aún hoy comunica la zona de la mansión con el exterior de la parcela. “Antiguamente la finca tenía problemas de falta de agua y se ve que mi abuelo construyó el túnel para facilitar el suministro”, indica Antonio, que recuerda que en su niñez también circuló en más de una ocasión por el pasadizo subterráneo. “Dentro era todo negro, no se veía ni un punto de luz. Hasta daba miedo”, apunta entre risas.

EN VENTA. Desde hace algún tiempo la familia tiene la propiedad a la venta. “No habría cosa que más me alegrase que alguien comprara el Cadaví, recuperase la finca, restaurase las casas y el hórreo y lo disfrutase todo como lo hacía antiguamente nuestro abuelo”, confiesa.

Lo hará, sin duda, en un enclave único, rodeado de naturaleza y cargado de historia. Para contactar con los dueños basta con preguntar por Ozores en Padrón, o bien a través del email orincon2014@hotmail.com.

17 may 2021 / 01:00
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