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Carlos Rodríguez abandonó su país para ser un emprendedor de éxito // Después de un periplo en Canarias, de donde era su abuelo, recaló en Galicia // Dirige la cervecería Manu en O Montouto, en donde hace gala de un trato exquisito a cada cliente TEXTO M. Boo

Desde Venezuela a Teo para poder cumplir un gran sueño

Galicia todavía permanece en la mente de mucha gente como tierra de emigrantes, pero la verdad es que las cosas cambiaron mucho desde que nuestros jóvenes embarcaban para cruzar el charco rumbo a una nueva vida o volaban a otros países europeos en busca de un futuro mejor. Más recientemente aquellos viajes de ida se volvieron de vuelta y llegaron gallegos retornados, muchos de los cuales acabaron vinculados al sector de la hostelería.

Quizá por esa relación tan directa con la emigración el gallego tiene un carácter acogedor. Y si alguien puede corroborarlo es Carlos Oswaldo Rodríguez Rodríguez, que está viviendo lo que antes experimentaron muchos gallegos.

Desde su Venezuela natal decidió dar el salto en busca de una mejor calidad de vida. Y el mejor lugar para recalar parecía estar en las islas Canarias, de donde era natural su abuelo. Esa proximidad familiar parecía empujarlo a dar el paso.

Y así fue. Dejó atrás a toda su familia, que todavía permanece en Venezuela, con el sueño de ser un emprendedor. No tardó en cambiar el calor canario por una Galicia que a nivel humano le da todo lo que necesita. No tardó en asumir las riendas de la cervecería Manu, ubicada en el número 49 la travesía de O Montouto, a lado del supermercado Dia, en el municipio de Teo.

Poco a poco sus deseos se fueron cumpliendo y hoy puede presumir de contar con una bonita familia formada por su pareja Joani y sus dos hijos, Ángel y Mariano, nacidos ambos en España. Sólo mencionarlos y el rostro se le ilumina con una sonrisa de oreja a oreja. Son su razón de ser y por ellos se desvive cada día con la intención de proporcionarle una vida lo más cómoda y agradable posible.

A miles de kilómetros de su país natal supo triunfar en un mundo muy competitivo como es el hostelero. Pero su forma de ser es una de las claves del éxito de su establecimiento. Atento a cada cliente, tiene una gran facilidad para decir la palabra oportuna en el momento justo, para hacer que quien cruza la puerta de su casa se sienta cómodo y al mismo tiempo deje atrás, al menos, parte de sus preocupaciones. Demuestra en esas distancias cortas una gran profesionalidad que permite que cada cliente tenga su espacio para sentirse a gusto.

Pero lógicamente quienes acuden a la cervecería Manu no van solo para hablar con su propietario. También acuden atraídos ya no solo por sus excelentes desayunos sino incluso por sus tapas.

Carlos sabe que para ganarse al cliente hay que ofrecer un conjunto de cosas que comienzan por el establecimiento. Las instalaciones colman todas las expectativas, ya que a la zona de la barra hay que sumarle las mesas con espacio suficiente entre ellas para que los clientes se sientan cómodos. Pero el lugar con más aceptación se sitúa en sus dos terrazas, una de ellas cubierta y con una gran pantalla para disfrutar de la transmisión de eventos deportivos o de videoclips musicales.

El local se presta para cualquier hora del día ya que si bien por la mañana cuenta con desayunos, a mediodía ofrece cervezas, vinos y vermús para el aperitivo y una variedad de raciones para quien quiera comer que van desde los chipirones, al raxo, la tortilla, las tostas con jamón, hamburguesas o sandwiches, que completan una carta ideal para el tapeo tanto a la hora de la comida como de la cena.

Los cafés de media tarde dan lugar a los vinos de la noche con sus correspondientes tapas y, para los que quieran alargar la jornada, pueden optar por los combinados y una de sus especialidades, unos mojitos con un toque especial que invita a repetir.

Sin renegar en ningún momento de sus raíces, Carlos asegura sentirse muy a gusto en tierras gallegas, en donde no tardó en integrarse y adaptarse a un carácter muy distinto al de su país. Emigró en busca de un sueño y se ganó el cariño de sus vecinos y clientes. De la mano de su familia, de la que se siente muy orgulloso, se hizo con un sitio en Teo a base de esfuerzo y de un carácter que se gana a todo el mundo. De trato amable y trabajador incansable, sabe como poner en valor una de las profesiones más populares y agradecidas por el trato directo con el cliente. Y lo hace sirviendo una calidad que convence a quien cruza la puerta de su establecimiento.

Y aunque se puede decir que es un hostelero con mayúsculas, el mejor halago que puede recibir es el de ser calificado como una gran persona. Porque siendo, como lo es, un buen tipo, lo de la profesionalidad parece que resulta mucho más fácil.

13 dic 2022 / 01:00
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