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TURISMO. Situado en Pontenafonso, en el municipio de Outes, dispone de diez habitaciones equipadas con variedad de detalles // Todas las estancias cuentan con la terraza privada y el yacusi con unas magníficas vistas al valle del Tambre // La domótica está integrada en cada dormitorio TEXTO Víctor Furelos

El restaurante Fera conquista los paladares con una cocina actual y muy buen producto

Lorena Pazos solo lleva calidad a sus fogones // Sorprende con una carta distinta que deja entrever en algunos platos su paso por el Caribe, aunque siendo siempre fiel a su tierra gallega

Hace años un niño de Outes correteaba por la finca de su abuelo. Aquel pequeño es hoy un empresario de éxito que decidió apostar por su tierra y en aquel terreno acaba de abrir un alojamiento de ensueño. Llegar a Atmos Hotel es sinónimo de fundirse con la naturaleza. El color verde empapa un paisaje adornado por el curso fluvial del río Tambre a apenas unos metros de su desembocadura y que como banda sonora tiene el trinar de los pájaros. Es un lugar que tanto puede facilitar el mayor de los romanticismos como ser un bálsamo de relax que ayuda a olvidarse del bullicio de la ciudad.

En aquel terreno familiar de Pontenafonso ahora se levantan cuatro bloques independientes que albergan diez habitaciones completísimas. Todas ellas son distintas pero cada estancia cuenta con terraza privada y un yacusi que ofrece unas relajantes vistas al valle y a la iglesia de San Tirso de Cando, que data de 1744.

La muradana Paz Formoso es la responsable del complejo y tiene muy claro que la atención al cliente está por encima de todo. Quizá por ello piensa en cada detalle.

Nadie queda indiferente ante la avalancha de posibilidades que aparecen al cruzar el umbral de la alcoba. A las camas queen size –de 1,80 metros de ancho y dos metros de largo– y un televisor de 50 pulgadas, añade las sábanas de algodón y una carta de almohadas que se suman en la misma habitación al mini bar, caja fuerte y una cafetera con cápsulas variadas que también incluyen infusiones, todo ello como cortesía.

Y el cuarto también dispone de ducha efecto lluvia, doble lavabo, secador de pelo, amenities de primerísimas marcas, albornoz y zapatillas.

Un diseño tan moderno tampoco podía olvidarse de las nuevas tecnologías. Además de ofrecer la señal de wifi a todos los clientes, la domótica está integrada en cada dormitorio. Con un simple botón se maneja toda la estancia, desde las persianas al aire acondicionado...

Son importantes también las zonas comunes, destacando sobre todo las cubiertas vegetales de las cuatro edificaciones, en las que está previsto organizar algún concierto para aforos reducidos. Y una preciosa piscina de agua salada con efecto cascada que semeja desembocar en el valle con el Tambre al fondo.

Y para relajar todavía más la mente, la terraza de su bar con vistas a la ensenada del río es ideal para un aperitivo antes de la comida o la cena, pero también para un desayuno o incluso para las sobremesas.

Pontenafonso puede presumir con orgullo de un pequeño paraíso para el relax que no dejará indiferente a nadie. Es un establecimiento que roza el lujo en cada rincón gracias a los servicios que ofrece y a la profesionalidad de un equipo que mima a los clientes y pone a su alcance todas las comodidades y hasta los caprichos. Y además cumple con una de las exigencias más demandadas por los huéspedes: la limpieza. En Atmos Hotel casi se puede comer en el suelo.

A su favor también está su situación ya que los turistas apreciarán la cercanía con Santiago, con la Costa da Morte o el Barbanza, a menos de media hora por carretera.

Y por si esto fuera poco.... Su restaurante está a la altura del entorno.

Lorena Pazos es una joven nacida en la parroquia de San Xián de Tarás, en el municipio de Outes, que decidió estudiar cocina en Santiago. El destino la llevó a la República Dominicana, en donde permaneció ocho años. Y cargada de morriña estaba pensando en volver cuando se enteró de que casi a las puertas de su casa abría un restaurante. Ni se imaginaba el alcance del proyecto, pero no tardó en optar al puesto. El acuerdo fue rápido y regresó a su casa incluso antes de lo previsto.

Hoy es feliz. Se le nota en cada palabra. Destila pasión por la cocina y además suma a sus conocimientos la humildad y las ganas de seguir aprendiendo, cualidad muy importante a la hora de ser profeta en su tierra.

Sabe lo que hace. Exigente a la hora de adquirir el producto, siempre de kilómetro 0 y en busca de la excelencia, su propuesta se basa en la cercanía aunque con un retoque de actualidad sin que este sea muy acusado y, en algunos platos, con la incorporación del acento caribeño o criollo adquirido durante su estancia en Santo Domingo. El resultado es realmente para tener en cuenta. Digno de probar.

La carta del restaurante Fera ofrece entre los entrantes dumplins de camarones con chili de albariño, cilantro y ajonjoli; tiradito de vieira con leche de tigre y cebollín; zamburiñas de la ría con textura de cebollas y kimchi; croqueta de vaca vieja con cebolla caramelizada; croquetas líquidas de queso San Simón con lacón curado, alioli de ajo negro y hojas de salvia; y para paladares más finos un huevo a baja temperatura acompañado de pan frito y morcilla que está para mojar pan y no parar y, para los que busquen nuevos sabores, un sabrosísimo pulpo estilo criollo con un cremoso de maíz y coco, mantequilla de chorizo y ají picante encurtido acompañado de una ensalada de berros y cebolla frita que resulta sorprendente.

Algunos de los platos principales también impresionan por su originalidad, como los calamares en texturas con pasta orzo con zaragallada, las cabezas de los calamares en textura y salsa de alioli con ajo confitado. Cuenta también en su menú con un bacalao con parmentier de castañas y costra de pistacho; y una merluza sellada acompañada de puerro confitado a la parrilla, crema de cebolla y kimchi. Ya en lo referente a las carnes destaca su picaña a la brasa con patatas con salsa de queso de tetilla y mermelada de bacon y cebollas; y el solomillo de vaca con raviolis de berenjena ahumada, trufa y granapadano. Pero lo que sin duda conquista todos los paladares es su gallo celta a baja temperatura con especias dulces acompañado de un arroz al horno con panceta ahumada y salsa alioli de ajo confitado. Está para chuparse los dedos. Para darle un premio.

Pero si hay algo que le gusta a Lorena Pazos son los postres. A sus torrijas con un brioche brulé con coco, helado de chocolate y salsa de licor café solo le falta hacerle un monumento. Y no desentona con su cremoso de tarta de queso con chocolate rubí, crumble de galleta y coulís de frutos rojos.

Completa su oferta para los más golosos con una opción cuyo nombre ya lo dice todo: Muerte por chocolate, que no es más que un brownie de chocolate acompañado de ganache de chocolate crujiente, tofe de chocolate con leche y helado de piña. Y para hacer honor a su estancia en República Dominicana tiene un postre denominado Viaje por el Caribe, con un almíbar de menta y piña acompañado de helado de mango, piña caramelizada y coco tostado. Todo un espectáculo.

No tardará esta joven y prometedora chef en ser una referencia en una comarca en la que resulta difícil hacerse un hueco por la calidad de sus restaurantes. Su arraigo a la tierra se nota en una carta que también demuestra un trabajo en cocina que enriquece el producto. Y ese es el secreto que sin duda la conducirá al éxito.

Pero su ambición no le permite quedarse en la carta habitual del restaurante ya que le está dando vueltas a la cabeza para organizar a lo largo del año varias jornadas gastronómicas dedicadas a productos de temporada.

Y si a la comida no se le puede poner un a sola objeción. La carta de vinos es completísima. Nunca fue tan cierto el dicho de que a veces menos es más. La calidad brilla en sus 19 blancos y 12 tintos gallegos, a los que suma 5 riojas, 4 riberas del Duero, otros 4 vinos internacionales y cuatro espumosos y champanes, todos de alto nivel.

El restaurante Fera tiene una dimensión propia. No hay ni que pasar por el hotel para acomodarse en su sala para 40 comensales o en su terraza. Pero tanto en las vistas desde su comedor, en su diseño o en las atenciones de su personal no puede negar que es hermano de Atmos Hotel. Y entre Atmos y Fera consiguen la atmósfera ideal para una estancia larga, un fin de semana, una velada con la pareja, una cena de amigos o una comida de negocios. Y lo más importante, con su oferta y su buen hacer convencerá a todos.

16 may 2021 / 01:00
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