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La joven asegura que tendrá estrés postraumático toda la vida tras haber sido víctima de violencia machista // Se recuperó de ocho navajazos que le causaron graves secuelas // Imparte charlas para ayudar contra esta lacra TEXTO A. Martínez

Noelia Míguez, la boqueixonesa que sobrevivió a su verdugo

Noelia Míguez, vecina del municipio de Boqueixón, es un caso cercano que representa a todas esas mujeres que han sido, o siguen siendo, víctimas de violencia machista. Una lacra que acaba con vidas por doquier y que marca para siempre a las que logran sobrevivir. Noelia está segura de que su salud mental siempre estará resentida por lo aterrador que fue para ella haber sido cosida a puñaladas por una pareja con la que equivocadamente se creía a salvo. “Tendré estrés postraumático toda mi vida”, asegura la joven.

Con 29 cumplidos, se siente a años luz de la chica que besó por primera vez a su verdugo en diciembre del año 2012. En apenas una década esta gallega sobrevivió a ocho navajazos, se activó contra el machismo (imparte conferencias) y este mes ha anunciado que se casa con el chico con el que desde hace un lustro vive un amor sano.

La gente le comenta con frecuencia a Noelia que es una valiente, una mujer muy fuerte, pero ella no lo ve así. “La verdad es que yo no elegí llevar una vida de Juana de Arco”, sostiene quien fue maltratada desde los 19 hasta los 22. En junio de 2015 llegó la estocada final, el remate.

Hoy, cuando es capaz de revivir hechos sin sentirlos, asegura que no hacía falta que su entonces novio le diese una paliza como la del último día para hacerla víctima. Lo fue desde el inicio del romance. Desde que controlaba su móvil, sus redes, su vestimenta y sus amigos.

Lamentablemente la sociedad asocia esta lacra casi en exclusiva a la agresión física, cuenta esta sanitaria “de corazón”, apasionada de la enfermería. Y añade que los golpes, las cuchilladas, las quemaduras y los tirones de pelo duelen una barbaridad, “pero lo peor es la parte psicológica”, cuenta.

“Tengo secuelas a nivel de miedos, de fobias, y tengo manías. En un bar intento sentarme de cara a la puerta o tenerla muy vigilada. Y en lugares donde hay mucha gente, pues procuro tener las caras muy controladas”, relata la joven.

Echar el cierre de seguridad del coche nada más entrar, no tener las persianas bajadas y mirar si las puertas están bien cerradas son otras de sus costumbres de subsistencia.

SIN AUDICIÓN Y CON MAREOS. Noelia perdió el oído izquierdo, tiene cicatrices y un meningocele en la cabeza (“una bola de líquido”) por el que toma medicación y que le causa mareos y vértigos.

El parte que la llevó al hospital es demoledor y acepta que es con lo que se queda la sociedad: las heridas punzopenetrantes, los tajos, los hematomas, sus pulmones encharcados... En junio de 2017, en el juicio celebrado en la Audiencia de A Coruña se enfrentó a su agresor sin biombo. El resultado no fue el que ella se esperaba. No se cree el brote psicótico por trastorno psiquiátrico grave que una noche le produjo a su ex alteraciones de pensamiento, percepción y distorsión cognitiva, anulando su capacidad para comprender y actuar. Él fue internado en un centro psiquiátrico penitenciario y ha disfrutado ya de varios permisos, el último de ellos ha coincidido con la presentación del libro Ocho señales: Cuestión de vida o muerte (Meraki) donde la protagonista de esta historia real detalla su vivencia, que culmina con un brutal ataque en la casa de Maravexás, en Boqueixón, municipio cercano a Santiago donde convivía varios días con el que creía que era su media naranja.

Tardó Noelia un año en poner un pie en esa vivienda, y nunca sola. Ese mismo tiempo es el que se pasó durmiendo en la habitación de sus padres, Manolo y Victoria.

ALEJAMIENTO, PERO A DIEZ MINUTOS. El hombre que la atacó tiene una orden de alejamiento, pero cuando sale sus casas están a diez minutos. Esta restricción de la libertad ambulatoria ya la tenía él respecto a una pareja anterior suya, algo que Noelia supo después, pues la versión que le contó fue que ella le había puesto los cuernos y que por eso había dado fin a aquel idilio.

“El maltratador hace un auténtico lavado de cerebro”, manifiesta Noelia, que con la ayuda especializada aprendió a convivir con su pasado. Al principio era pánico la sensación que en ella se instalaba cuando él estaba fuera. Ahora, respeto y cautela. Estuvo a punto de suspender la presentación de su obra escrita. Al final no actuó así. Es más, en el acto aprovechó para preguntar a su Pablo si se casaba con ella. “Hay muchísimos hombres buenos. Y es muy bonita la relación que tenemos. ¡Me dijo que sí!”, puntualiza, por si alguna duda quedase.

Patricia Calveiro es la periodista que firma con Noelia Míguez las Ocho señales. La conoció y entre ambas hubo una conexión especial. “Noe tiene una personalidad arrolladora y cuenta todas las cosas con frescura y naturalidad”.

Para escribir cada uno de los capítulos fueron a los escenarios clave. Hubo muchos momentos de emoción. “Fue un crimen, aunque al final no tuviese resultado mortal”, razona esta reportera, que valora la generosidad de Noelia al compartir su caso y al dar detalles de cómo tuvo que recuperarse, volver a salir y reconocerse como víctima.

En redes sociales ha recibido Míguez algunas críticas por su exposición pública. Patricia no lo comprende. “Aquí el único que tiene la culpa es él”. Por ello invita a tener muy claro que uno es el que ha hecho las cosas mal, mientras que la otra, no.

LA MADRE NUNCA LO PENSÓ. Victoria, la madre de Noelia, nunca imaginó que su única hija, que era de las que no se “dejan pisar” y que siempre tuvo “genio de más”, pasase por algo semejante. “Me parecía impensable”, refleja en una de las reflexiones finales de Ocho señales, una suerte de guía con la que identificar un maltrato.

Carlos Prados, el enfermero del 061 activado para el servicio de asistencia a Noelia Míguez, firma otro texto en el que reconoce que mientras estaban con su estabilización tenía un sentimiento de protección y empatía, ante un “acto de violencia gratuita”, que “no es un accidente”. “Quieres transmitir tranquilidad y seguridad”, “la recuerdo nerviosa, muy nerviosa”, rememora.

Lara Tarela, amiga íntima de Noe, hace hincapié en que “si de algo tiene ganas Noe es de seguir viviendo”, es en lo que se ha empeñado “contra viento y marea”.

Aroa, la policía nacional a la que en mayo de 2017 se le reasignó la protección de Míguez al jubilarse el policía encargado y que estuvo a su lado en la vista oral tras solicitar permiso a sus superiores, ensalza de ella su entereza, naturalidad y valentía.

“Tiene que ser abominable acostarte una noche creyendo firmemente en tu pareja y despertar en esas circunstancias”, suscribe la agente, que en la actualidad ejerce en la Jefatura Superior de Ceuta.

DE ANULADA A AMADA. “Desnuda y helada. La sangre sale de mi cuerpo sin parar. Tengo 22 años. ¡Joder, soy una niña! No me puede estar pasando esto”. Esta era una Noelia renqueante y anulada. Son sus palabras, es su definición. “Pabliño, gracias por dejarme disfrutar del amor de verdad, del amor bonito. Gracias por demostrarme que los hombres sois maravillosos y que el amor verdadero existe y no duele. Sólo me duele el corazón de tanto quererte”.

25 nov 2022 / 01:00
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