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Hace diez años, una marea solidaria financió su costosa operación en Alemania, donde reside // Lleva una vida normal, aunque precisa de cuidadora // “La Sanidad española no estuvo a la altura”, lamenta su madre // Vendrán en julio TEXTO Suso Souto

Paula, la niña de Boiro sin sacro, corre, patina y quiere ser doctora

Hace diez años, una niña rubia de Boiro, de sólo 9 meses, conquistó con su alegre sonrisa y su triste historia el corazón de miles de gallegos. Nació sin dos vértebras y sin sacro (parte final de la columna) por una enfermedad rara, denominada agenesia sacra, que le impedía caminar.

El tiempo corría en contra; sus piernas se deformaban progresivamente, y sus padres, María Jesús Santos y Santiago Nieto, carecían de los recursos económicos necesarios para afrontar las complicadas y costosas operaciones a las que sólo encontraban esperanza en una clínica de Alemania en la que trabajaba un especialista en esa enfermedad.

Hoy, Paula vive en ese país con su madre. Ambas son felices y recuerdan con agradecimiento la marea solidaria que inundó las redes sociales como un tsunami y que logró recaudar en un tiempo récord los más de 265.000 euros necesarios.

El 21 de septiembre de 2011 la familia llegó a Alemania. Pocos días después, a Paula le enyesaron las piernas. Empezaba entonces un largo, duro y doloroso camino en el que le operarían dos veces los pies, le colocarían unos zapatos ortopédicos, le recronstruirían la parte de la columna que le faltaba y se sometería a continuas sesiones de fisioterapia.

“Estuvo mucho tiempo de recuperación y con dolores. Pero a los dos años empezó por fin a andar. ¡No me lo podía creer! Fue el día más feliz de mi vida. Pero también surgieron algunas complicaciones. Por ejemplo, a los cinco años se quemó, y le tuvieron que hacer un trasplante de piel”, recuerda María Jesús.

“Venir a este país era la última esperanza; presionamos a la Seguridad Social para que se hiciera cargo de la operación en Alemania, pero la Sanidad española no respondió de nada. No estuvo a la altura. Es vergonzoso y triste”, lamenta.

“Todo fue posible gracias a miles y miles de personas que respondieron a nuestra llamada de auxilio. Me siento muy orgullosa de mi gente. Nunca pensé en tirar la toalla; en primer lugar, por mi hija. Y, en segundo lugar, porque nunca me sentí sola. Gente que no nos conocía de nada se volcó con Paula organizando todo tipo de actividades para recaudar fondos: festivales, sorteos, subastas, recogidas de tapones de plástico... En menos de un año se recaudaron más de 265.000 euros. No me lo podía creer”, indica.

Ese dinero permitió pagar no sólo las operaciones, sino también los gastos de la clínica y los numerosos tratamientos y procesos de rehabilitación, como los 700 euros semanales que costaba el cambio de yesos.

“Es una niña muy alegre, habladora y optimista. Empezó a ir al colegio a los 7 años. Habla español, pero su idioma natural es el alemán. Aunque no es consciente realmente de su situación, en cierto modo sí lo es de que su vida nunca será igual a las de las demás crías de su edad, pero lo tiene asumido. Sabe que estamos aquí por ella. Nunca necesitó terapia psicológica. Tampoco yo, aunque atravesamos momentos duros. Lo primero que hice fue buscarme un empleo como limpiadora en una empresa (donde trabajaba doce horas al día por mil euros) y hacer un curso básico de alemán, que luego fui perfeccionando”, explica.

“Hoy Paula lleva una vida prácticamente normal y, aunque necesita una cuidadora para ir al colegio, porque no puede llevar mochila ni portar pesos, corre, salta e incluso patina”, dice su madre. María Jesús consiguió que le homologasen su titulación de educadora infantil, y desde hace seis años trabaja en una escuela. “Nuestra vida ya está aquí. Hace un año estrenamos nueva casa, y el próximo curso Paula cambiará de nivel educativo”, dice.

Hoy, diez años después, Paula es feliz con su madre en Düsseldorf. Cada vez que ve a un médico se pone algo nerviosa, pero dice que de mayor quiere ser doctora, porque sabe que fueron los médicos quienes le cambiaron la vida. Unos médicos que no se explican cómo puede caminar tan bien, pero que advierten que su situación puede revertir. De hecho, hace unos años pasó cuatro días sin poder moverse.

María Jesús y Paula esperan poder viajar en julio a Galicia para reencontrarse con sus abuelos maternos, Dolores y Francisco, en la localidad boirense de Insuachán. Él mira sonriendo el pavimento de la pista. Seguro que se la imagina ya patinando por el medio de la aldea.

08 jun 2021 / 01:00
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