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Este sonense diseña estrategias para transformar la basura oceánica en Cabo Verde // La conservación de las tortugas marinas es su especialidad // Concienciación
y apoyo político, dos pilares fundamentales contra la contaminación TEXTO E. Pouso

Queiruga, comprometido con la protección medioambiental

“Dende pequeno tiven unha ligazón moi importante co medio ambiente e coa protección; foi algo que sempre levei interno”. Alberto Queiruga (O Son, 1988 ) es un amante de la naturaleza que, tras acabar la carrera de Ciencias Ambientales, decidió darle un giro a su vida y emprender un nuevo camino para entregarse de lleno a su pasión hasta convertirlo en su modo de vida.

Así llegó a las Islas Canarias, su primera parada en el año 2012, “onde fixen un voluntariado dun mes no parque nacional do Teide realizando estudos de plantas e inventariados en xeral”, explicó el sonense.

Después, tras una estancia en Praga y Portugal, comenzó un recorrido por el mundo para la conservación de las tortugas marinas que, a día de hoy, es su mayor especialidad. “En Costa Rica estiven nunha organización como coordinador dun proxecto de conservación e investigación nunha praia de arribadas”, un auténtico espectáculo natural.

La pandemia le dejó sin trabajo en Malasia. “Quedei tirado nunha illa paradisíaca tres meses; tampouco me foi tan mal”, comentó entre risas el protagonista de estas líneas. Pero como se suele decir, no hay mal que por bien no venga: le apareció una oferta interesante en Cabo Verde, y no se lo pensó dos veces.

Es la tercera ocasión en la que reside en este país, ahora en la isla de São Vicente, donde trabaja para la ONG Biosfera. Alberto coordina un departamento de conservación en el que tienen diferentes proyectos en marcha, entre ellos resalta uno contra la contaminación marítima.

Al respecto, el sonense aseguró que la principal problemática “está no sistema capitalista que creamos como sociedade, baseado en producir máis para consumir máis e para xerar máis diñeiro; ese é o problema”. Cambiar el sistema de hoy para mañana sería imposible, “pero podemos pensar en opcións para poder diminuír o problema”.

Hace unos meses realizaron una campaña de limpieza en la Praia dos Achados, en la isla desabitada de Santa Luzia, preparando el arenal para la llegada de las tortugas en época de desove. En 4 km de litoral consiguieron retirar sobre 15 toneladas de basura, entre la que destacan las redes de pesca.

“Nesta reserva natural está prohibido a pesca industrial, pero diariamente recibimos redes de 50 ou 100 metros de lonxitude que veñen das flotas europeas, asiáticas e norteamericanas que pescan nas aguas comerciais; tamén veñen da costa oeste continental de África. A lexislación aquí é moito máis laxa que en Europa”, apuntó.

En este momento, la mayor dificultad es retirar la basura de esta área natural. “Limpar praias é unha parte da solución, pero estamos a desenvolver unha estratexia que tamén inclúa aspectos como a concienciación ambiental e o uso das novas tecnoloxías para a reciclaxe. Estamos a traballar para crear industrias para transformar o material, xa que non existen no país”.

Alberto Queiruga, sabedor de que “é casi imposible cambiar un sistema de forma individual”, considera que “tes que facer unha presión colectiva, na que exerzas unha presión política, e xeración tras xeración, as cousas irán cambiando”. Aunque tiene claro que “senón teño un apoio dos gobernos detrás, o meu traballo quédase en nada”.

La contaminación marina es un problema que afecta a la vida silvestre del hábitat oceánico que ya está en el punto de vista mundial y, pese a que queda mucho por hacer, es importante que ya esté en la agenda política. Pero tan importante es eso, como contar con héroes anónimos que, como Queiruga, con mucho tesón, consiguen grandes logros.

07 nov 2021 / 01:00
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