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PATRIMONIO. Protegidas por una densa vegetación se alzan imponentes en Noia y Lousame las ruinas de las plantas de Brandia, Fontán, A Galiñeira, Alvariza, San Xusto, Soutorredondo y Maceiriñas

Tras el eco de las siete fábricas
de papel, en una ruta circular de 21 kilómetros

El valle del Vilacoba cruza el municipio de Lousame de este a oeste (salvo un pequeño tramo que pasa por el vecino concello de Rois) dividiendo las parroquias de Vilacoba, Lesende y Lousame. En su camino hacia el mar, baña un espectacular entorno de gran belleza paisajística y de gran riqueza biológica que puede admirarse caminando por una ruta de senderismo señalizada por ambos márgenes y que atesora las ruinas de las cinco fábricas de papel que llegaron a funcionar en el municipio. Junto a otras dos existentes ya en el municipio de Noia, forman entre sí una ruta circular de siete imponentes construcciones a lo largo de veintiún kilómetros.

En Brandia, a escasos metros del área recreativa que se habilitó con la restauración de dos molinos, están las ruinas de una vieja planta construida en 1810 por Peregrino Riva y que funcionó hasta que en los años ochenta del siglo pasado trasladó su actividad a Vidán, en Santiago. Desde allí fabrican en la actualidad el papel suficiente como para cubrir más de 23 veces la superficie de Galicia. La empresa sigue perteneciendo a la familia Pita Riva y el 66 % de su producción viaja a 45 países de los cinco continentes.

Junto a los restos de la vieja planta de Lousame quedan también los de la presa que le suministraba el agua y que fue destruida por la construcción de una captación en la orilla opuesta. Llaman la atención los grandes eucaliptos de la orilla, probablemente relacionados con la producción de papel.

LA FUNCIÓN DE LAS VENTANAS. Al llegar a la siguiente aldea, la de O Castro, a unos cien metros de la orilla izquierda, están las impresionantes ruinas de la majestuosa fábrica de papel de Fontán, fundada también en 1810 por una sociedad de la que formaba parte el ilustre matemático y geógrafo Domingo Fontán. Es una edificación de planta rectangular con cubierta a dos aguas y con gran cantidad de ventanas con una clara funcionalidad: propiciar la ventilación del interior para el secado del papel.

Se repiten en sus fachadas dos niveles de catorce ventanas, a las que se suman en la parte más baja otras cuatro de mayor tamaño. El agua llegaba por un canal de piedra que la recogía río arriba y la conducía hasta la citada instalación.

También se puede ver alguna de las piedras que tenían una gran oquedad y que “se usaban para machacar los trapos para hacer el papel, ya que en aquella época la materia prima para ese producto eran las fibras vegetales de los trapos de algodón o lino. Era una celulosa obtenida de trapos reciclados”, como explica la geógrafa y trabajadora municipal Maite Sobradelo, gran conocedora y estudiosa de este rico patrimonio de la arquitectura civil del municipio lousamiano.

Un incendio en 1857. En el año 1857 la fábrica de Fontán resultó calcinada en un incendio, aunque fue rehabilitada posteriormente y prosiguió su actividad.

En ese tramo, debido a que el río no salva desniveles importantes, el cauce forma una pequeña playa fluvial, al igual que en la aldea de Cerquides, cerca de las ruinas de la tercera fábrica de papel de esta interesante ruta: la de A Galiñeira. Se trata de un edificio de dimensiones más reducidas que las de Fontán y que consta de dos plantas. En la inferior los vanos son amplios y en arco de medio punto, cubiertos por soportales que quizá sostenían una balconada en la planta superior, en la que las ventanas son rectangulales. Al igual que a la de Fontán, el agua llegaba por un largo canal.

La siguiente ruina es la de Soutorredondo, a la que no se puede ac-ceder y que conserva varias de
las antiguas instalaciones. Forma
parte de una vieja piscifactoría.

Ya en la aldea de Toxosoutos comienza el recorrido por el río San Xusto. Al lado de la Ponte da Fraga, invadidas por la vegetación, están las ruinas de la vieja planta que lleva el nombre de ese curso fluvial: la de San Xusto. El camino continúa por el canal que llevaba el agua a la fábrica de Maceiriñas, ya en territorio noiés, y de allí se atraviesa por el monte de Béxeres hasta llegar de vuelta al río Vilacoba a través del puente que hay frente a la mencionada instalación de Fontán.

La familia Labarta. Después de la unión de los ríos, tan solo unos metros más adelante, veremos la antigua fábrica de papel de la familia Labarta, llamada Alvariza, también conocida como la fábrica de Barro o de Labarta, que al parecer ya funcionaba en 1812. Pertenecía a la familia del boticario noiés Jovita Labarta Aguín.

Según Alonso Álvarez, este crecimiento de la industria papelera en la zona se relaciona con la expansión a partir de 1817 de la fábrica de tabacos de A Coruña, que consumía cantidades notables de papel de estraza para el envasado de sus producciones, y con las ventajas que ofrecía el área noiesa para el transporte marítimo hasta A Coruña.

delegribeira@elcorreogallego.es

La pétrea huella de Domingo Fontán, autor del primer mapa topográfico de Galicia

Lousame. Una de las fábricas de papel más antiguas es la que lleva el nombre de Domingo Fontán Rodríguez, matemático, político y geógrafo nacido en Portas en 1788 y fallecido en Cuntis en 1866, que pasó a la historia como autor del primer mapa topográfico y científico de Galicia.

Fontán participó en la creación de la fábrica de Lousame en 1810, y trabajó también en el diseño del trazado de la primera línea férrea de Galicia en 1863, que unió Santiago de Compostela con Carril, proyecto aprobado por las Cortes españolas en 1861, y que no fue inaugurado hasta once años después. Está enterrado en el Panteón de Galegos Ilustres, en la iglesia del convento de Santo Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela.

Domingo Fontán invirtió en la realización de dicho mapa diecisiete años de su vida: desde 1817 hasta 1834. Fue el primer mapa hecho en España con métodos científicos y mediciones matemáticas (medición de bases, triangulación, altimetría barométrica, etc.). Para cartografiar Galicia aprovechó los avances científicos, provenientes sobre todo de Francia, y desarrolló una red geodésica, estableciendo puntos de medición y realizando en ellos todo tipo de cálculos astronómicos, para los que empleó instrumentos cedidos por la Universidad de Santiago y adquiridos en París y Londres.

Tomó como punto cero la torre de la Berenguela de la catedral de Santiago. En 1817 inició los trabajos de la carta, realizada a una escala 1:100.000, pero hasta 1830 no obtuvo el apoyo oficial para su redacción.

Para poder realizar este mapa topográfico y científico, Domingo Fontán tuvo que recorrer a pie y a caballo toda Galicia. suso souto

11 jul 2022 / 01:00
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