Trasmonte y Ponte Maceira fueron claves para la Batalla de Altamira
Se conmemorará el 12 de junio, con la presentación del libro homónimo, y el 13 llegará el 550 aniversario // Enfrentó al arzobispo Fonseca contra la nobleza
Ya está listo el programa que conmemorará el 550 aniversario de la Batalla de Altamira, una auténtica contienda medieval que enfrentó al arzobispo Fonseca contra los señores de Moscoso y cuyas escaramuzas, paradójicamente, tuvieron como marco Ames, no Brión. Esta es la tesis de la empresa Dehistoria, que señala como punto del principal enfrentamiento entre dos ejércitos con 10.000 almas el entorno de Susavila de Carballo. A su vez, las autoras del libro que presentará la Diputación coruñesa para recordar la lucha creen que su escenario aún es desconocido, si bien apuntan hacia el “este” del castillo... donde está esa aldea de la parroquia de Trasmonte.
Así, los actos podrán coincidir este año, siempre que no medie un rebrote, con la propia efeméride, la del 13 de junio de 1471, día de San Antonio. Será cuando se recuerden los hechos con una actuación de Os Quinquilláns. En la jornada previa, 12 de junio, los actos tendrán como marco la localidad de A Ponte Maceira, donde las autoras Mercedes Vázquez y María Pilar Rodríguez presentarán su obra A Batalla de Altamira, y el arquitecto Mario Crecente dará cuenta de las actuaciones que prepara la Diputación para poner en valor el monumento.
Y no es improvisado que la presentación del volumen sea en la localidad maiana ribereña con el Tambre, porque fue donde tuvo lugar un enfrentamiento paralelo a los primeros momentos de la principal batalla: allí combatieron con resultado ambiguo Lois de Acevedo y Estevo de Xunqueira (por el Arzobispado) contra las tropas de Martiz de Barbeira (ligadas a los nobles de Altamira) que se dirigían a avituallar el asediado castillo. Pero es que además fue en Augapesada donde se reunieron los ejércitos de los nobles para alcanzar Susavila por Mar de Ovellas y plantar cara al arzobispo.
“Fíxose a prospección co sistema lidar, topografía e mapas tridimensionais, e non se atopou castro algún”. Es el testimonio del diputado provincial Xosé Luís Penas (BNG), que también se refiere a que el hallazgo de cerámica no coincide con la época castrexa, sino que es muy posterior. De esta forma, y a falta de más datos, cae uno de los principales mitos de A Maía, que emplazaba en este promontorio una gran citania ligada a las leyendas locales.
Lo que sí que se halló, siempre según las mismas fuentes, tras las catas en el perímetro de las torres y su antiguo foso, fueron partes de la muralla que dan fe de que era bastante más profunda y alta de lo que se pensaba. “Forma parte do plan director que rematará en decembro e a partir do cal poderase optar por reconstruír esa muralla e as dúas torres que estaban agochadas e se volvero a atopar, algo que implicaría un investimento caro e longo, ou ben a posta en común do patrimonio turístico social con imaxes 3D para ser visitados e axudar a activar a economía”, reseña Penas. Y, posiblemente, la decisión que se tome escorará hacia esta segunda opción.
El mal estado de la fortaleza, sin embargo, viene de atrás, ya que fue en el siglo XIV cuando los irmandiños derribaron buena parte del conjunto. Y, precisamente, fue el afán de los Lopo Sánchez de Moscoso por reconstruir el baluarte lo que puso nerviosa a la curia compostelana del arzobispo Alfonso de Fonseca II, ya que tendrían una punta de lanza del poder nobiliario, con el que entonces estaba enfrentada, a las puertas del sepulcro del Apóstol.
En la actualidad, del conjunto de las antiguas torres se conserva solamente una muy derribada estructura consistente en un torreón (torre del homenaje) con bóveda de cañón y espingaduras abocinadas; la pared de una cruz en la que aún existe una portada gótica con una ventana ojival; el pozo del castillo, así como la base de la fortificación de una cantería del siglo XV. Las piedras luego se reciclaron en inmuebles de la zona.