Un domingo de cocido en Lalín, fe en Brión y romería bañesa

Tres citas ineludibles encabezaron el pasado domingo la agenda social y festiva de la comarca. Y dos de ellas, la de Santa Minia de Brión y la I Romaría Xacobea do Seilán, A Baña, tuvieron que lidiar con una fina lluvia presente durante buena parte de la jornada, lo que se tradujo en una menor afluencia. En Lalín, sin embargo, los asistentes pudieron disfrutar de una Feira do Cocido con tributo a Pepe Solla sin tanta humedad.

Comenzando por la exaltación bañesa, se organizaron allí diferentes talleres y demostraciones de oficios, como el de cerámica, sombreros de paja, cosmética natural, cestos , conservas, lana o artesanía en papel, siempre bajo carpas para evitar las inclemencias del tiempo. Hubo una gran comida, con misa de campaña incluida, y de la música se encargaron Os Campantes da Baña, Os Monifates, SilvaRedonda y Faíscas de Pontagra.

En este caso, la ilusión de la organización (Xunta-Xacobeo y Concello da Baña) y de los asistentes salvó una cita con buena acogida.

Respecto a Brión, fue esta una de las pocas ediciones –obviando la de 2020– en la que no fue necesario guardar cola para cumplir con el rito tras las urna que conserva algunos de los restos óseos de la niña Santa Minia, por lo menos a mediodía, hora a la que todavía quedaba algún leiraparquin vacío. Sin embargo, alicientes como la fe desbordada, la oportunidad de gozar con la música o el simple hecho de degustar cefalópodo en algunas de las cinco pulperías que se congregaronbastaron para elevar varios enteros el ánimo y un ambiente que empieza a parecer al de otras ediciones.

Y ya en la comarca del Deza, Lalín volvió a convertirse en la capital del cocido –en su edición número cincuenta y tres– donde, aparte de servirse cientos de kilos del plato tradicional gallego con el cerdo como ingrediente básico, hubo música de primer nivel y homenajes ante el conselleiro de Cultura y alcalde.

Así, las actividades comenzaron en la carpa del campo de la feria con la Banda de Gaitas e Baile Os Coribantes. Al filo del mediodía arrancaba el pregón el conocido chef Pepe Solla, un acto que incluyó el tributo a su padre, Pepe González Solla. De tal forma, el cocinero comenzaba su discurso haciendo referencia a “os porquiños da leira”, objeto de la celebración que le llevó a reconocerles que “todos estamos aquí por vós”, elevando esta exaltación como “a festa máis grande de Galicia”. También apuntó que el último año se hizo demasiado “longo”, y que ya había sido agasajado con el honor de dar pregones, pero nunca en “a festa gastronómica por excelencia”, declarando su “acojone” ante la cita... muy similar al que sienten los marranos.

Admitió Solla, igualmente, que tuvo que pedirle al regidor que le echara una mano con el pregón, pero sin ser capaz de acceder al contenido de su email y narrando los esfuerzos para “abrir o puñetero arquivo adxunto... e logo din que cociñar é difícil”. Dos días después lo lograba, para darse de bruces con la insigne lista de ilustres que ya ocuparon su puesto de pregonero, entre ellos Víctor Freixanes, Eduardo Punset o Carlos Alsina. Ante ese legado, decidió buscar “o que me une a Lalín”.

Y dicho y ello, porque rememoró su visita a la sede de la ONU en Nueva York pertrechado con una cacheira para cocinar, coincidiendo “con un cátering kosher –de gastronomía judía ortodoxa– ao lado”. Terminó destacando que su padre siempre divulgaba esta fiesta y recurría a los productos de Lalín, “onde tiña moitísimos amigos”. Antes de mover el bigote a ritmo de cochiño, los asistentes pudieron disfrutar del gran concierto de Susana Seivane.