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Abarrote en las nueve carpas donde degustar cefalópodo por apenas 12 euros // El precio de los burros y ponis rondó los quinientos, y el del caballo español, 1.500 // Exaltaron el albariño local producido en Rarís // El sol acompañó TEXTO M. Outeiro

Volvió el gentío y la variedad de equinos al San Martiño de Teo

¿Quién dijo que la pandemia marcaría un antes y un después en los actos multitudinarios? Desde luego, este presunto axioma no se pudo aplicar el viernes a una soleada feria del San Martiño celebrada en la carballeira teense de Francos (como hace casi quinientos años), y donde por momentos costó recorrer sus travesías ante la aglomeración de gente. El foro comercial, asimismo, destacó este año por la gran variedad, y cantidad, de monturas.

“Pues pido 500 euros, pero te lo dejo más barato”, se afanaba un tratante señalando el hermoso burro de color casi blanco atado a un poste. No muy lejos, despuntaba un joven ejemplar, cruce de caballo español y percherón bretón, por el que pedían la misma cantidad, mientras que en el capítulo de los ponis, también hubo variedad, y una hembra preñada se comercializaba por 750 €, y un ejemplar macho, por 500. Pero, como suele ocurrir, los rocines de raza española fueron algunos de los más admirados por su porte estilizado y talla, destacando por su variedad de pelajes y con precios a partir de los 1.500 euros.

Se trata de una actividad comercial que, a pesar de ir perdiendo empuje ante los nuevos tiempos y la mecanización, tanto de las labores agrícolas como los desplazamientos, sigue presente en algunos lugares, y la feria del San Martiño de Teo es uno de ellos. Allí se dieron cita profesionales de estas monturas, pero también compradores llegados de las cuatro provincias y curiosos que, por momentos, también hacían complicado cruzar la parte más alta de la carballeira, donde por fortuna no había tanto barro al no haber llovido en la víspera, como en otras ocasiones.

En realidad, la feria equina ha quedado reducida a aproximadamente una sexta parte de la totalidad del recinto –en esta edición también hubo oferta de guarnicionería, para alborozo de los devotos de los caballos–, ya que el mercadillo multisectorial, las nueve carpas de pulpo o las muestras impulsadas desde el Concello de Teo dominaron de forma aplastante el foro, como viene pasando en los últimos años.

RITO. Y es que la degustación de cefalópodo, le pese o no a Jane Fonda, es uno de los ritos que enmarca este evento, con un precio además uniforme de doce euros y tal grado de calidad que una joven cocinera elevaba a la categoría de “maravilla”. En las horas puntas, pasado ya el mediodía, fue incluso difícil encontrar una mesa... casi tanto como estacionar a una distancia razonable del evento en los múltiples leirapárquines, tanto privados como municipales, ya que si bien la cola, a las 11.20 horas, empezaban en Ameneiro, a la hora de mover el bigote, rondaba ya la zona de As Galanas.

La carpa municipal fue otro foro para impulsar la artesanía y los productos locales, con un albariño local (producido en Rarís) de calidad por solo seis euros, así como dulces y otros productos. Quienes no parecían demasiado satisfechas eran las rosquilleras (entre 3 y 4 euros costaba el paquete), quizá a la espera de la jornada vespertina con afluencia de más chavalada. Y en el mercadillo, prendas de todo tipo (ojo, 5 pares de calcetines por 3 €) al alcance de los visitantes, al igual que la maquinaria agrícola, con chimpines por doquier y gangas, como el cortacéped a gasolina a apenas 360 euros. Por supuesto, hubo discreta (pero eficaz) presencia de Guardia Civil y Policía Local, que desplegó un dron con altavoz que sacó los colores a algún visitante que hacía lo que no debía... Y en cuanto a percances, apenas tres síncopes, un mareo con traslado y pelea sin consecuencias.

11 nov 2022 / 23:00
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