Obradoiro

La carta de Moncho muestra que no se va por voluntad propia, sino que lo cesan

La entidad compostelana ha evitado señalar si el ‘no’ al técnico tendrá repercusión económica

El comunicado no ha sido bien recibido en el consejo de administración

Moncho Fernández ha dejado descolocado al consejo de administración con su despedida

Moncho Fernández ha dejado descolocado al consejo de administración con su despedida / Antonio Hernández

El Monbus Obradoiro está viviendo una difícil ruptura y, como no podía ser de otro modo, los distintos estamentos están viviendo las emociones a flor de piel. Moncho Fernández daba el paso de publicar su carta de despedida en la noche del pasado jueves, una decisión que no ha caído del todo bien en el club.

El Alquimista de Pontepedriña tomó la decisión de emitir un comunicado a través de sus redes sociales para decir adiós al club de sus amores. No ha gustado en la cúpula del club las formas de su mensaje, al haber señalado que “hoy he sabido que dejo de ser entrenador del equipo”. Después del “hasta siempre” que dejó ir el técnico tras confirmarse el descenso, los altos cargos de la entidad creen que la despedida se debería de haber gestionado de otra forma y con un mensaje distinto en relación a la separación de ambas partes.

Pero la emisión de la carta de Moncho, que se producía pocas horas después del primer comunicado del Obradoiro tras el descenso, opacó por completo la estrategia de la entidad compostelana para sobrellevar el duro proceso. La forma de despedirse del Alquimista fue tomada de forma unilateral, dando libertad a sus palabras, pero cortando el hilo con la cúpula del club.

Lo que quedaba claro es que Moncho no se iba, sino que el club le transmitía que no continuaría en Sar. EL CORREO GALLEGO ha consultado al Obradoiro en relación a si la marcha de Moncho ha tenido una repercusión económica al restarle un año de contrato o si existía alguna claúsula para no dar continuidad a la vinculación. El mensaje del club es que es una situación privada y que prefieren no hacer declaraciones al respecto.

Desgaste personal y deterioro en las relaciones

Moncho Fernández llevaba arrastrando desde temporadas atrás un malestar persistente por el desgaste que le ha producido ser técnico del Obradoiro. La situación era difícil, pero asumió esta temporada esperando más calma en las aguas, especialmente en una campaña de cambios tras varios reclamos interinos.

Pero lejos de producirse esa tranquilidad, la tormenta ha abrazado el curso del Obradoiro. Cuando los resultados comenzaban a dejar de acompañar, volvió a tensarse la cuerda del vínculo del técnico y la directiva del club. El primero en hacer mella, y que terminaría haciendo brecha en la relación por su recurrencia a lo largo de la temporada en las críticas, fue la remontada del Andorra. Los compostelanos ganaban por 21 puntos y en algo más de 6 minutos dilapidan esa diferencia para perder.

La gestión del tramo final de ese choque fue muy cuestionada de forma interna. Aún así, se siguió hacia adelante, pero la escapada de Eric Washington dejó muy tocado a un equipo que terminaría por perder el rumbo de la victoria. Moncho refugiaría su ideario no solo en lo puramente baloncestístico, sino también en conservar el buen ambiente de sus hombres para perseverar en la ACB.

Con el cúmulo de malos resultados, las críticas internas se iban acrecentando, rescatando incluso una derrota anterior a la del Andorra, la del Bilbao (77-78), al considerarse que era un partido que pudieron cerrar a su favor en Sar. Los duelos ante el Granada también escocieron, porque no se entendía que un equipo de la zona baja se hiciera ver tan superior ante los santiagueses.

Pese a todo, el bastión de Moncho y pilar que sostenía al club aún con las tensiones era el presidente. Raúl López comenzó el proyecto creyendo firmemente en Moncho, pero los resultados iban mermando ese apoyo y más con el descontento que se había sembrado en la cúpula de la entidad compostelana.

Devon Dotson entrenando con el Obradoiro

Devon Dotson entrenando con el Obradoiro / Jesús Prieto

Pero la grieta se hizo mayor con Devon Dotson. De forma interna, las críticas hacia el área deportiva no dejaban el nombre de Moncho al margen, ya que se entendía que los errores en los fichajes se gestionaron entre Eduardo Pascual y el Alquimista, que era quien daba el visto bueno entre las propuestas.

Raúl López optó por hacer un esfuerzo económico decisivo por el bien del club. Había que traer un jugador de garantías y el presidente se encumbró con la llegada de Devon Dotson. Pero el fichaje del base estadounidense se gestó sin el técnico compostelano, que no quería poner en riesgo el ambiente del equipo con la llegada de un quinto base que forzase el dejar fuera de convocatoria a otros dos.

Cuando llegó Dotson era inevitable no contar con él. El jugador demostró ser una estrella para el equipo y una gran decisión del presidente. El Obra aumentaba su capacidad competitiva y ello le permitió sumar triunfos clave para mantenerse vivo por la permanencia.

Pese a todo, llegó el fatal desenlace para los compostelanos y las lágrimas inundaron Sar. Hasta Raúl López bajaba del palco desolado, viendo que su proyecto caía a LEB Oro. Mientras, Moncho salía a dar la cara y dedicar el “hasta siempre” a los aficionados. A partir de ahí, el club ha decidido gestionar el proceso del descenso con pausa, pero la despedida de Moncho ha cambiado los ritmos de un adiós que debería haberse gestionado de otra manera.