Amigos para siempre

Amigos para siempre, cantaban José Carreras y Sarah Brightman en la ceremonia de clausura de los lejanos Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Amigos para siempre es la banda sonora que mejor describe el sentimiento y la comunión entre los jugadores y la grada del Vero Boquete. El fin de curso llegó a San Lázaro, que echa el cierre hasta la próxima temporada tras una tarde cargada de emociones, más por las despedidas que por el fútbol desplegado. Si se cumple la lógica varios de los futbolistas que se enfrentaron al Marino de Luanco no volverán a vestir la camiseta del Compostela después del verano. Se marcharán con el sentimiento del deber cumplido, dejando al club no solo de regreso en Segunda B, sino con la permanencia atada tras un año que presentó momentos de exquisitez futbolística y que solo la falta de un mayor acierto privó, incluso, de gestas más ambiciosas.

Los jugadores recibieron el cariño de la afición, cada sustitución vino acompañada de su correspondientes aplausos, y también el técnico, Yago Iglesias, cuyo futuro en el club tampoco está asegurado, pudo comprobar el afecto de la hinchada. Por delante ya solo queda una semana para completar la liga, visitando al Langreo. Pero ya antes de que el balón deje de rodar, el trabajo empezará en los despachos para ir dando forma al Compostela 21/22.

Fue un partido apático, sin nada en juego más allá que una mejor clasificación, pero ya sin opciones de alcanzar la Primera Federación, tanto para unos como para los otros. Por eso el resultado, esta vez, fue lo de menos. Y menos mal. Porque el Compostela no tuvo su mejor día. Un tanto de Borja a los 36 minutos decidió un choque gris a favor del Marino de Luanco.

El partido supuso el debut de Borja Rey en la portería compostelanista, en un encuentro que vio el desencuentro entre el colegiado y el línea, cuando este señalaba mano del guardameta del Marino fuera del área pero el árbitro principal optaba por marcar fuera de juego de Miki. También pudo verse a un Primo combativo, de cuyas botas salieron las dos ocasiones más destacables del primer acto, con sendos disparos que atajaría sin mayores apuros Chechu Grana. Pero el acierto correspondió al bando contrario. Primero avisó Luis Morán, y después se encargó de no perdonar Borja. El lateral del Marino arrancó desde la banda, desprendiéndose de sus adversarios con una pared, para iniciar la carrera hacia el área defendida por su tocayo. Una vez allí encaró al meta y puso al cuadro asturiano en ventaja, con 36 minutos consumidos.

El Compostela se afanaba en regalar una victoria a su afición, pero no encontraba los medios, ni siquiera su jugada fetiche, la de surtir balones en largo a Miki. No fue el día de la SD, que veía como el Marino se encontraba mucho más cómodo y con una marcha más en su propia casa. A los pases les faltaba precisión, los balones divididos favorecían al rival.

Las ocasiones también escaseaban. En una de ellas, Samu probó a Chechu con un disparo cruzado desde la frontal que el meta envió a córner. Respondió el Marino, con un fortísimo lanzamiento de Álex Arias, también desde el balcón del área, que Borja Rey despejó a saque de esquina. Más clara aún fue la oportunidad de Miki, que disparó a bocajarro ante Chechu Grana a pase de Primo, pero también sin fortuna.

La mejor noticia del encuentro para el Compostela fue el debut de otro juvenil, Manu Rivas, con el primer equipo, entrando al mismo tiempo que Axel Lim.

Mostró más empuje el cuadro local en los últimos minutos, llegando a rozar el empate con un disparo de Primo que obligó a la estirada de Chechu. Fin de curso en San Lázaro con derrota. Después del verano, más.