Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

Bravas, tranquilas y madres

A MI EDAD FIDEL Castro ya era primer ministro, Marck Zuckerberg atesoraba más de 100.000 millones y Alejandro Magno era rey, hegemón y faraón de medio mundo. La evolución de la sociedad nos dice que se es viejo cada vez con más años y que, por tanto, se posponen todos los episodios vitales. El de dirigir a un país, el de entrar en la lista Forbes, el de dominar el planeta, pero también el de la emancipación, el de la formación familiar, el de la maternidad. El de colgarse una medalla olímpica. Todo sucede más tarde, aunque no haya que dejarlo para después.

Las historias de Teresa Portela y Maialen Chorraut son brillantes, paralelas y conciliadoras. Y le dan la razón a ese no postergamiento de la fecundidad. Ambas son piragüistas, una de bravas, la otra de tranquilas. Ambas son medallistas olímpicas, una de oro y plata, la otra de plata. Ambas tienen a su mayor apoyo en casa, una a Xabi Etaniz, la otra a David Mascato. Y ambas son madres, una de Ane, la otra de Naira.

“No sabía realmente si podría volver a competir y es algo que me producía incertidumbre, porque no quería renunciar a la maternidad ni al trabajo”. El triunfo de Teri en Tokio, ocho años después de ser madre, también es el de Maialen en Río, tres años después de dar a luz mediante una cesárea que complicó su recuperación. “Hicimos una apuesta por la maternidad y la hemos ganado. Ojalá esta medalla ayude a la sociedad”.

Las de Nino Salukvadze, de Oksana Chusovitina o de Óscar Shawn también ayudan a la sociedad e impulsan decisiones.

Salukvadze le dice al mundo que la maternidad es regalar oportunidades. Con 52 años es la mujer con más participaciones olímpicas, nueve, y ha competido bajo tres banderas. La tiradora georgiana decidió ser madre y no solo siguió compitiendo al más alto nivel, sino que su hijo Tsotne la acompañó en Río 2016, la primera vez que madre e hijo competían juntos en unos Juegos.

Chusovitina nos enseña que no solo los cuerpos jóvenes y elásticos pueden asombrar. Con 46, la gimnasta uzbeka participó en sus octavos Juegos, 21 años después de dar a luz. Su hijo es mayor que muchas de sus rivales y su principal motor. Tras ser diagnosticado con leucemia, Oksana decidió volver a competir para ganar dinero para su tratamiento. Y así hasta Tokio, donde se retiró ovacionada.

Y Óscar Shawn es el máximo exponente de que la edad es solo un número. Pero que ya lo era en 1912 cuando se convirtió en el campeón olímpico más longevo de la historia, con 64 años, o en 1920 cuando fue el mayor medallista, con 72, ambas en la especialidad de ciervo móvil. Óscar también decidió ser padre. Y en sus tres participaciones olímpicas estuvo acompañado por su hijo Alfred. Entre los dos suman diez medallas para Suecia.

Parece que es hora de empezar a hacer todo aquello para lo que creemos que ya es tarde.

17 sep 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.