“Fue el primero en capturar 2.500 rebotes”
El mate de espaldas a dos manos es un ritual inédito aquí hasta que en el curso 1984-1985 llega Claude Riley, un ciprés negro de 2,08 m., con un reguero de hormigas por bigote y aspecto de actor de Miami Vice si bien el chándal no viste igual que las chaquetas con hombrera de Tubbs.
Su estampa con camiseta de manga corta bajo el uniforme (los estadounidenses se quejaban del frío) y muñequeras blancas de Adidas, se convierte en icono del CAI Zaragoza, el club que le contrata tras una temporada en Italia después de cuatro buenos años en la Universidad de Texas A&M. Sin acuerdo con Philadelphia en el draft de 1983, como David Russell con Denver, uno vuela a Italia y otro a Badalona.
En 1984, la Copa del Rey baila una jota histórica. El CAI triunfa gracias al añorado Kevin Magee, que dura un año ahí porque el caviar lo paga bien el Maccabi Tel-Aviv, así que Riley le suple en un equipo que se había situado cuarto, un puesto que repiten con Claude, bajando en su segunda temporada al octavo y escalando en su adiós allí al tercero.
Los americanos de entonces ven el banquillo tanto como hoy Mirotic a la familia de Bobby Portis .
Claude juega 37 minutos por jornada, acabando su estreno liguero con 11,3 rebotes, 20,7 puntos por día y un 60% de acierto en tiros de dos.
Vive dentro de la zona y vive bien.
Pívot ofensivo y elegante, su mate de espadas acaba por convertirse en un show esperado un cada cancha.
Recibe con un pie en la pintura, suelta un bote a dos manos, se gira, agarra el balón, salta ligero y... bang.
Virgo del 8 de septiembre de 1960 y natural de Texas (“En las terrazas de la Plaza Mayor de Lugo era habitual verle con sombrero de cowboy”, apunta el entrenador lucense Antonio Lozano), hablaba así en 1986 para la revista Nuevo Basket: “Me cuelgo porque sé que al público le gusta el espectáculo”.
Eso sí, saltar... salta pero más ataque. Rara vez pone un tapón.
Se va al IFA (Español, primero, Granollers luego) y en 1990-1991 llega el primero de sus tres ejercicios en el Breogán de Lugo. Ayuda a que el club se mantenga, siendo 16º, 20º y 17º en días donde la liga llega a tener 22 plantillas. En el Breo, el máximo anotador histórico es Manel Sanchez (4.302 puntos), con Riley (2.160) tercero pero segundo en rebotes y cuarto que más minutos ha disputado con los lucenses.
En 1989, comparte bola con James Worthy, invitado del IFA Granollers en un viaje promocional de New Balance para un amistoso arbitrado por Vicente Sanchís...
Desde Galicia, Riley se va al Unicaja, rindiendo menos, y con 34 años se retira a la baja en Salamanca, llamado por Ricardo Hevia (habían coincidido en Lugo).
Tras 308 partidos aquí, dejó esta tarjeta media: 19,7 puntos y 9,8 rebotes. Cowboy de doble doble.
DESDE CERCA Antonio Lozano Miranda, conocido como Miri, entrenador titulado desde 1978, es un técnico que ha impartido su magisterio en varios equipos en Lugo además de hacerlo en selecciones gallegas, por si fuera poca esa contribución a nuestro deporte, ahora ultima un libro dedicado al baloncesto lucense. Hoy atiende la llamada de EL CORREO para resumir así su visión sobre Claude Riley.
“Riley era un pívot que tenía limitaciones, eso es obvio pero hay que respetarlo mucho como jugador. Su juego y todos sus movimientos se distinguían por tener una cierta clase, una evidente elegancia que Claude cuidaba bien al margen del baloncesto y ese espíritu es algo que le ayudaba. A Claude le gustaba hacer
su trabajo en la cancha con elegancia. Fue el primer jugador en capturar 2.500 rebotes en su periplo en la ACB , y recuerdo que, a falta de 8 minutos y 41 segundos para llegar al descanso, el público le ovacionó en pie al conseguir el segundo rebote que le hacía alcanzar esa marca. Su máxima anotación con el Breogán fue de 37 puntos, lograda durante un partido en Lugo contra Grupo Libro Valladolid (89-93); y a domicilio, su mejor registro fuera con la camiseta lucense llegó en Barcelona al conseguir anotar hasta 34 tantos en un F. C. Barcelona 95 - Breogán 91. Riley hizo ambas marcas durante su tercera temporada en el Breo, la del curso 1992-1993, cuando coincidió en Lugo con la estancia en el club de Perasovic”, concluye Antonio.