El Compostela se queda sin premio en Miramar por la falta de eficacia

El Compostela volvió a ofrecer una versión descafeinada de sí mismo, tras un buen arranque de partido, y cayó en su visita a Luanco ante el Marino por la mínima. Un tanto del lateral derecho, Borja, el hombre más peligroso del encuentro, supuso el cuarto tropiezo en la temporada, que le mantiene en la cuarta plaza, a cuatro puntos del sexto clasificado, el Coruxo.

El cuadro preparado por Rodri tomó por asalto campo contrario en los primeros compases y antes de alcanzar el minuto diez disfrutó de hasta dos ocasiones muy claras. En la primera, tras un saque de banda, Primo, escorado sobre el costado derecho, remató raso y Buru salvó con los pies.

Dos minutos después, el que pudo anotar fue Fernando. El mediocentro apareció en segunda línea para conectar un servicio, también desde la derecha, enviado por Rafa Mella. Su volea se marchó apenas por encima del larguero.

Con el paso del tiempo, el partido se niveló, aunque el Compostela volvió a disfrutar de una buena ocasión tras una combinación en la que varios jugadores visitantes tocaron el esférico y generaron dudas en la retaguardia contraria. Pablo Durán recibió de espaldas a portería en la media luna, encimado por Lora. Consiguió rematar a la media vuelta, pero el cuero, mordido, fue manso a las manos de Buru.

Hacia el ecuador del primer acto, el equipo preparado por Rodri ya no era tan contundente en el control del partido. El desarrollo se había emparejado y el Marino comenzó a encontrar vías para visitar el área custodiada por Pato. En una acción a balón parado, sacada por Guaya, que Nacho Matador remató muy bombeado desde el borde del área pequeña, el cancerbero uruguayo se vio obligado a, por seguridad, tocar por encima del larguero para enviar a córner.

En la respuesta, rondó el tanto el bando visitante. La acción nació en un saque rápido de falta en el centro del campo. Pablo Antas encontró a Rafa Mella sobre el costado derecho. El extremo contemporizó y leyó el desmarque de Pablo Durán. Sirvió raso al borde del área pequeña. El delantero tomiñés anticipó a Buru, pero no pudo dirigir el cuero a la portería.

Contestó el Marino, que gozó de una clara ocasión cuatro minutos más tarde. Luis Morán envió un centro desde el costado diestro, apareció Borja desde segunda línea, que le ganó con el cuerpo a la cobertura de Fernando, quedó mano a mano con el meta y a quemarropa intentó fusilar, pero Pato respondió con acierto y evitó el tanto.

Si la inercia del equipo preparado por Rodri era ir de más a menos, en la primera parte, en la segunda esa sensación se prolongó. A medida que el campo se humedeció más, mayores dificultades encontraron los jugadores visitantes para conseguir conectar en campo contrario.

Avisó de sus intenciones el Marino en un saque de banda, al cumplirse la hora de partido. Los futbolistas locales cabecearon hasta por dos veces el cuero en el área y Steven, en fuera de juego, apareció para remachar. El colegiado invalidó, pero comenzaba a quedar claro cuánto tendría que sufrir el Compostela.

Diez minutos más tarde, Borja volvió a encontrar espacios a la espalda de Salado. Recogió un pase en largo de Luis Morán desde el centro del campo y ante la salida de Pato intentó una vaselina que Salado salvó casi en línea de gol.

Con un cuarto de hora por delante llegó el tanto local. Lora maniobró en el centro del campo, ligeramente escorado sobre su sector izquierdo. Encontró la carrera de Luis Morán por el carril contrario y cambió el sentido del juego. El delantero, de primeras, sirvió al corazón del área, donde volvió a aparecer Borja, que controló y a bocajarro, remachó.

El propio Borja, con espacios, pudo marcar el segundo tanto local cinco minutos después, pero cruzó en exceso su disparo. La reacción del Compostela fue tardía. Tuvo la igualada en el minuto 84 Escudero, después de un tiro de Parapar que se desvió en un defensa y descolocó a Buru. El atacante simanquino no consiguió dirigir su tiro que se marchó pegado al palo derecho de la portería contraria. Fue la última oportunidad de un equipo que, en los momentos decisivos de la contienda, careció de profundidad.