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El precio a pagar por un año perdido

    LOS GALLEGOS somos extremadamente sociales, necesitamos de los otros. Lo manifestamos en las asociaciones, en los equipos y en los bares. Tuvo que llegar un virus para obligarnos a adaptarnos a otra forma de vivir. Nos priva de libertad, nos aisla y nos confina con implantación de problemas que antes no estaban tan presentes. Y nuestros jóvenes, privados del fútbol, solos en casa.

    La soledad social aumenta la agresividad, el odio, los extremismos, la deformación... Diversos estudios hallaron relación entre el sentimiento de soledad y el apoyo a extremismos. De aquí puede salir un problema psicológico serio: los jóvenes algún día dirigirán países, tendrán profesiones y serán padres.

    La situación de soledad y asilamiento a que estamos abocados tendrá secuelas, falta de autoestima, sensación de no pertenencia, pérdida de desarrollo físico, técnico y amigos. Frente a esto teníamos el impagable apoyo y consuelo del fútbol, en los entrenamientos, en los partidos y en los bares. Ya estaba difícil y vino la pandemia a dificultarlo más, a redoblar esa soledad que nos va a volver más agresivos y menos tolerantes.

    Las consecuencias del aislamiento, la falta de contacto, lleva a la pérdida de habilidades, de referentes, de la realidad; de años de estudio y de formación, también futbolística, en edades fundamentales para asentar y dominar disciplinas y técnicas de juego. La juventud está en un período de vulnerabilidad y la interacción con los compañeros de equipo es vital para su integración y formación como hombres del futuro. Interrumpir los entrenamientos y la competición tiene efectos perjudiciales a largo plazo. El entorno social y las interacciones con los compañeros de equipo que genera el fútbol son muy importantes para el desarrollo, la socialización y el sentido de sí mismo.

    La merma en el desarrollo de cualidades básicas (la fuerza, la resistencia, la coordinación y la flexibilidad) se verán muy afectadas, con pocas posibilidades de recuperación, en lo físico y en lo mental. Ya no hablo de los fundamentos futbolísticos y del desarrollo de la percepción que son más específicas del fútbol, pero indirectamente benefician a otras disciplinas.

    Los rebrotes truncan el inicio de las competiciones y de los entrenamientos. Se habla del paro, de la economía, de los ERTE y nos olvidamos de las consecuentica que esta situación tiene sobre nuestros jóvenes y su formación deportiva, su construcción psicológica, fisiológica y anatómica sana, además del desarrollo físico y futbolístico. Es la etapa básica de formación y construcción de los futbolistas y de los hombres del futuro. Un año perdido para nuestros jóvenes. Perderemos practicantes noveles y veteranos.

    Aunque las medidas sean temporales, tanto tiempo es una gran proporción de la vida de un joven. Pido a los responsables que consideren urgentemente el bienestar de los jóvenes en esta etapa de la vida y activen entrenamientos y competiciones. Que no lo prolonguen más, sería un daño irreparable, cuando está demostrado que el entorno futbolístico federado es uno de los espacios más seguros, lo avalan estudios publicados por la misma Federación.

    Lo primero es la salud, pero hacer deporte es sano; entonces, no nos contrariemos. Regular, gestionar el uso de las instalaciones; y si cada uno hace lo suyo, nos irá mejor a todos.

    04 nov 2020 / 00:00
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