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En pretemporada, presta atención a tus rodillas

aunque la actividad física tenga efectos beneficiosos para la salud, debemos tener en cuenta que en la práctica deportiva existe también un riesgo importante de lesiones, como sucede con la lesión del ligamento cruzado anterior.

Estas lesiones deportivas aumentan a medida que crecen los índices de participación en el mundo del deporte y van seguidas de un tiempo de inactividad, es decir en pretemporada es en donde existe un mayor riesgo.

La lesión de Ligamento Cruzado Anterior (LCA) es una lesión frecuente en la actividad física y deportiva. Aproximadamente dos tercios de las lesiones tienen un origen deportivo, sobre todo en sujetos jóvenes y activos, con una prevalencia alta: 3/10.000 habitantes y año. Esta incidencia es mayor en los deportes de contacto y en aquellos que exigen giros de la rodilla, como en el fútbol, baloncesto o esquí. Las rodillas con un LCA deficiente están predispuestas a lesiones y a la aparición de signos degenerativos tempranos por lo que las técnicas de reconstrucción del LCA no sólo recuperan la función del LCA, además protegen a los meniscos y al cartílago de la rodilla.

Los programas de prevención para la lesión del ligamento cruzado anterior han sido muy estudiados en los últimos tiempos, debido al gran aumento de lesiones deportivas, por lo que un objetivo prioritario será reducir ese excesivo número de lesiones, tanto de los deportistas de élite como de los amateurs.

Para elaborar un programa de prevención de lesiones completo y eficaz, deben ser identificados los factores y los mecanismos de producción de la lesión de LCA, siendo uno de sus objetivos trabajar con ángulos de rodilla superiores a 30 grados, para equilibrar la coactivación de los cuádriceps y los isquiotibiales al máximo, principalmente en las acciones de caídas tras realizar un salto en el cuál se ha producido un desequilibrio corporal.

Además, habrá que realizar otro tipo de ejercicios que permiten mejorar el control neuromuscular, pues estas mejoras reducirán las desestabilizaciones corporales originadas como consecuencia de acciones como saltos, giros y frenadas, donde el deportista adopta una posición de sus segmentos corporales que no es habitual, provocando movimientos indeseados que en ocasiones llevan a producir este tipo de lesiones.

Para evitar este tipo de problemas hay que aprovechar el descanso del verano y la pretemporada para un entrenamiento de agilidad y propiocepción, con el objetivo de mejorar la estabilidad dinámica de la rodilla, y evitar en lo posible esta temida lesión y sus consecuencias.

29 jul 2021 / 01:00
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