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Europa nos envía a competir a segunda división

    Europa nos baja de categoría, deja al Madrid como único representante de la Champions y dota de buenos equipos a su segunda competición. Desde 2014, los clubes españoles dominaron el fútbol europeo con autoridad y no han dejado nada a sus competidores. El Sevilla ha alargado su idilio con la Europa League y se puede denominar como el rey, sus títulos han ido acompañados por Champions para España. Los equipos españoles habían asentado una dictadura en la Europa, copando los campeonatos en la última década. A los triunfos europeos le sumamos las consecuencias de esta superioridad con Supercopas, Mundialitos y Eurocopa para nuestras vitrinas.

    Éxito tras éxito para nuestros clubes, que mantenían un nivel inalcanzable para cualquier otra liga, acompañado por los triunfos de la Selección Española. Ahora nos toca lidiar en segundas plazas y esperar el resultado de Qatar.

    La primera fase europea es penosa. Esta competición por grupos demuestra que el fútbol español está bajando peldaños en juego, en ingresos y en figuras.

    La exigencia del juego moderno es muy alta. El triunfador tiene que tener en su plantel talento táctico, habilidades técnicas y poderío físico para imponerse en Europa. Tener jugadores capaces de jugar cada tres días sin merma de rendimiento y poseer buena capacidad y medios de recuperación para que su musculatura no se rompa ni colapse debido a la exigencia y al brutal estrés oxidativo y psicológico.

    La fisiología del ejercicio nos dice que las hazañas están a disposición de muy pocos y todavía son menos los que consiguen obtener grandes éxitos gracias a la genética. La composición muscular aporta fibras de tipo rápido en la musculatura extensora, verdadera protagonista de las acciones futbolísticas, y, como consecuencia, también lo es en el mundo de las lesiones. Sin embargo, esta opinión contrasta con la ciencia donde dice que está demostrado que la genética sólo es responsable de un 30% del rendimiento físico de los cracks, dejando un amplio margen para la mejora con el entrenamiento. He leído discrepancias en la influencia del entrenamiento y del aporte genético, pero sea cual sea la verdadera influencia, está claro que hay que entrenar y tener cualidades genéticas para un alto rendimiento y añado valores la condición mental, donde el jugador tiene que asumir el riesgo del juego, el acierto y el error, los desafíos, tener estabilidad y equilibrio en la mente.

    Estamos ante tres grandes apartados como son la genética, el entrenamiento y la condición mental. Se busca jugadores poderosos físicamente, con talento táctico, dominio de la técnica, con carácter, competitividad y estabilidad psicomental. En estos parámetros se asienta el éxito durante una temporada, minimiza el riesgo de lesiones musculares y mantiene el máximo físico de los planteles.

    Comienza el mundial de Qatar en menos de un mes y en el subconsciente de los jugadores anda volando el riesgo de lesión. Dicen algunos expertos que el mundial tiene mucho que ver en el repunte de lesiones en estas últimas jornadas. A estas alturas, un percance de este tipo, puede dejar al jugador fuera del mundial y esto obliga a los médicos del club y de las selecciones a trabajar con una presión añadida. Estamos en un punto de no retorno y entiendo que muchos jueguen con el freno puesto, ya que cualquier lesión de tipo muscular pone en duda su participación y pueden perderse la convocatoria de las selecciones.

    02 nov 2022 / 01:00
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