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{ REFLEXIONES }

Fruto del juego colectivo

LAS COMPETICIONES europeas llegaron a su fin la semana pasada. El Villarreal ganó la Europa League y el colorido amarillo ocupó todas las portadas, calificando su victoria como una hombrada, ante el poderoso Manchester United. El sábado se cerró el juego europeo: entre ingleses, se resolvió la Champions League, a favor del Chelsea. Ambos partían como víctimas y salieron victoriosos. Todo concluyó con sorpresa.

La historia del Villarreal con los penaltis viene de largo. Le quitó una copa y ahora se la dio y de qué forma. Después de 21 tiros con acierto llega el 22 y lo para el portero, que metió y paró. Nunca había vivido una tanda de penaltis tan larga y con tanto acierto.

La Champions se mudó a Oporto, se jugó con público y así el ánimo, el colorido, e incluso el juego fueron otros.

Varias teorías se vienen abajo después de esta final y se refuerza la vuelta del poder físico. Lo dice Simeone con frecuencia, a él le da más el carácter, el trabajo y el orden que la calidad. El Chelsea salió campeón por una entrega sin reservas, con compromiso colectivo, y el trabajo dio sus frutos; así había liquidado a los dos equipos de Madrid, lo que le hizo creer y fortalecerse en sus posibilidades, y así se hizo campeón.

En la final de Oporto se vio una estructura firme, muy junta, con dos líneas (una de cinco y otra de cuatro), que se movían como un acordeón en el ir y venir. Al Chelsea no lo derribaron ni por dentro ni por fuera, en un ejercicio defensivo casi perfecto y sin renuncia al contraataque. No concedió acciones de gol cercanas ni disparos a portería, su portero no usó los guantes.

La fluidez del Manchester City contra la solidez del Chelsea. La batalla por el medio. Ambos equipos son muy fuertes en los espacios interiores. Cada uno lo es a su manera.

Guardiola acumula centrocampistas incluso en posiciones en las que normalmente la mayoría de equipos juegan con otros perfiles (falso nueve), el extremo se va hacia dentro y el lateral, en salida de balón, se ofrece como pivote.

Por su parte, el Chelsea se protege, sobre todo, en esa zona con tres centrales, dos medios centros por delante, reduciendo el espacio entre líneas y haciendo muy difícil para el rival filtrar pases a las parcelas de elaboración y de finalización. La disputa por imponerse en esa zona y mostrar la fortaleza de cada uno fue apasionante para los analistas y aficionados a este juego.

Unos por la posesión y otros por el contraataque.

Ante esto, Pep Guardiola agitó el equipo, modificó, cambió jugadores, actuó como entrenador influyendo en el equipo y en el juego, pero no le dio para derribar al vecino inglés. Jugó por dentro, jugó por fuera, y nada. El cambio de piezas para juntar centrales y acabar por fuera no tuvo éxito. Intervino mucho en el partido. Al final, como cualquier mortal, también buscó juego directo con envíos al área.

Al City no le salió el plan. Sabía de la fortaleza del rival e intentó hacer algo diferente, ya que le había sorprendido anteriormente y no lo logró a pesar de que se conocen muy bien. Nada que reprochar, esto es fútbol, se gana y se pierde y se debe aceptar como parte del juego. Pero la inversión exige ser campeones.

02 jun 2021 / 01:00
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